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Pasarela que se cae a pedazos obliga a usar balsa de plumavit

El terremoto de Navidad agravó el estado de la añosa estructura de madera que cruza el río Ñal y que sucumbe cae día mientras 40 familias de Huentemó deben usarla para entrar y salir de su comunidad. Cuando hay marea alta estos chonchinos recurren a un sistema no menos riesgoso: cruzar en una frágil embarcación o hacerlo a caballo.
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María Eugenia Núñez

La imagen de un joven atravesando el río Ñal en una precaria balsa de plumavit parece ser una postal de otros tiempos, pero es la realidad que deben sortear cada día las 40 familias que viven en el apartado sector rural de Huentemó, en la comuna de Chonchi.

Parece inédito que en pleno siglo XXI nuestro país aún mantenga localidades en donde el único medio de conectividad sea una rudimentaria pasarela que se cae a pedazos.

El pequeño viaducto fue construido por la propia población y con aportes de la Dirección de Vialidad hace más de 40 años. El paso del tiempo y la escasa mantención, sumado al fuerte sismo que azotó a Chiloé esta Navidad han causado estragos en esta pasarela, que sin querer pone en riesgo a sus habitantes, quienes han optado en la mayoría de los casos trasladarse de un lado a otro en balsas de plumavit o cuando baja la marea a caballo.

"Yo nací viendo esta pasarela, ya tengo 33 años y desde que tengo juicio he visto que las mejoras que se han realizado han sido asumidas por la comunidad, justamente para evitar una desgracia. Ahora ya no necesitamos más mejoras, necesitamos una nueva pasarela, necesitamos dignidad", indica Juan Carlos Guenumán.

El joven que a diario traslada de un lugar a otro a sus hijos para que puedan asistir a la Escuela de Chanquín, sostiene que lo más duro es en el invierno, dado que el fuerte viento oceánico y la copiosa lluvia hacen aún más inestable la travesía.

"Llevamos años luchando para que nos escuchen las autoridades, años pidiéndoles por favor que nos construyan un nuevo paso. Es injusto que tengamos que arriesgar nuestras vidas, la de nuestros adultos mayores y la de nuestros niños cada vez que cruzamos por la pasarela que se cae a pedazos, hay lugares en que está tan inestable que ya no podemos cruzarla de dos personas a la vez por temor a caernos, hay otros espacios en que inclusive ya no hay barandas donde sujetarse", aclara el chilote.

Suma que "la vida es muy dura acá, sobre todo en el invierno, y lamentablemente hay autoridades que no lo entienden, que no comprenden que, al igual que muchos chilenos, lo único que queremos es conectividad".

Lo anterior es compartido por el presidente de la Junta de Vecinos de Huentemó, Paulino Naín, quien añade que este lugar es muy visitado en verano por turistas, muchos de ellos extranjeros que llegan cautivados por su exuberante naturaleza, en la que los centenarios árboles nativos contrastan con el Pacífico.

"Esta edificación (pasarela) sufrió tras el sismo más daños estructurales, algunas vigas se cayeron y otras están en vía de ello, la madera está toda podrida, por lo mismo es que ya no hay seguridad, tememos que se desmorone en cualquier momento, solo pedimos que no sea mientras sea transitada por una persona. Hoy si la utilizamos es solo por necesidad porque necesitamos ir al pueblo de Cucao a comprar y luego regresar a nuestros hogares", sentencia el líder social.

En ocasiones y dependiendo de la marea, algunos -los que tienen caballo- atraviesan en la parte de la desembocadura del río donde se junta con el mar, pues el punto más profundo del Ñal supera los seis metros.

"En la parte donde se ubica la pasarela no podemos cruzar a la caballo porque es muy hondo, por lo mismo es que muchos papás han optado por construirse una balsa de plumavit para cruzar a sus hijos de esa forma, justamente para evitar una desgracia", asegura.

El poblador comenta además que uno de los momentos más difíciles que les ha tocado pasar fue hace un par de meses, aún en el largo invierno chilote, cuando uno de los suyos falleció y hubo que trasladarlo por el pequeño viaducto.

"Un joven acá de la comunidad falleció y pasarlo hacia el otro lado fue realmente muy difícil, cargamos el cuerpo entre cuatro personas pero la pasarela no nos resistía a todos de una vez, así que tuvimos que arrastrarlo por encima de los tablones por seguridad de los vivos", puntualiza Naín, quien añade que el 2016 fue particularmente difícil para su caserío, dado que tuvieron que lidiar además con el otro "terremoto", el de la marea roja que los dejó a todos sin su fuente de trabajo, el de macheros y recolectores de orilla.

expectativa

Por su parte, Jorge Guenumán, cacique de la comunidad de Huentemó, señala que están esperanzados en la respuesta que les pueda entregar el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, quien el miércoles pasado se comprometió a estudiar la posibilidad de construir un nuevo paso.

"Esta pasarela no resistirá otro invierno y si se cae quedaremos aislados, por lo mismo es que le planteamos al ministro del MOP la urgencia que tenemos, la importancia de contar con una pasarela que nos de tranquilidad... estamos preocupados porque es tan difícil que nos tomen en cuenta, si no estamos pidiendo tanto, solo el derecho a transitar sin miedo", subraya el representante huilliche.

Desde la Municipalidad de Chonchi, el alcalde Fernando Oyarzún (pro RN) asevera que "no bajemos los brazos, seguiremos luchando para que esta comunidad pueda contar con una pasarela, el ministro se comprometió con ellos y esperamos que su respuesta sea positiva, sino fuera así tocaremos todas las puertas que estén a nuestro alcance; no claudicaremos porque ellos, al igual que todos, necesitan vivir mejor".

"Al igual que muchos chilenos, lo único que queremos es conectividad".

Juan Carlos Guenumán,, vecino de Huentemó."