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"Agradezco el haber nacido en Caguach porque pude ser libre"

El músico afirma ser un agradecido de la vida y del don que esta le dio. Hoy a sus 24 años, el joven ha logrado convertirse en uno de los principales referentes del folclor insular y demuestra que los sueños se pueden hacer realidad.
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M. Eugenia Núñez G.

Poseedor de un talento innato, el acordeonista Enrique Millán Unquén recorre los distintos rincones del Chiloé profundo difundiendo su música y enseñando a los más jóvenes este don que adquirió siendo un niño en su natal Caguach, la llamada 'Isla de la Devoción', tierra que le entregó las primeras herramientas para enseñarle al mundo que una discapacidad visual no es impedimento para alcanzar los sueños.

Hoy, a sus 24 años, el destacado intérprete que está a punto de lanzar su disco "El acordeón del Archipiélago" recuerda sus inicios y cómo su familia, amigos y una pequeña comunidad educativa le dieron la fortaleza para convertirse en el gran exponente del acordeón que es en la actualidad y cómo una ceguera de nacimiento, más que un obstáculo, se convirtió en su bastión de lucha para desafiar a la vida y ser un embajador de la cultura chilota.

Siempre con una sonrisa a flor de piel, el folclorista recalca que jamás pensó que sería reconocido y muchos menos que medios de comunicación difundieran su talento, cualidad que el año 2016 lo incluyó dentro de los 100 líderes jóvenes del país que selecciona revista Sábado de El Mercurio.

-¿Nos puedes contar un poco de tu infancia?

-Nací con problemas a la visión, mi mamá se dio cuenta cuando yo tenía tres meses que no veía, así que me llevó a médicos de acá de Chiloé y luego a Santiago, quienes le confirmaron el diagnóstico. Crecí con esta condición y, a pesar de ello, para mí no fue difícil, creo que para mis papás sí, porque debe ser complicado que el hijo mayor de cuatro hermanos sea ciego; quizás fue un poco frustrarte para ellos porque cuando los padres saben que traerán un hijo al mundo tienen la esperanza de que venga sanito. Crecí en Caguach junto a la naturaleza y mi infancia fue muy normal, mis padres no tuvieron que acomodar la casa para que yo no me tropezara, aprendí a caminar y desarrolle otros sentidos como el oído... Creo que la vida le enseñó a mis papás a educarme con otras herramientas.

-¿Cómo fue el crecer en Caguach?

-Crecí en un entorno muy de campo, viví siempre en forma muy normal con mi familia, jugué con mis hermanitos, nunca tuve un accidente porque el campo es tan lindo que tiene marcado sus desniveles por donde transita la gente; también corría, hice mi vida como cualquier niño, anduve en bicicleta, y por eso le agradezco a la vida el haber nacido allí porque tuve la oportunidad de ser libre y no de estar encerrado como hubiese estado en una ciudad.

-¿Una vez en la escuela como fue tu proceso de aprendizaje?

-Estudie hasta octavo básico en la Escuela Rural La Capilla, en donde me acogieron muy bien y fue el lugar también donde aprendí a tocar el acordeón. Allí también, y gracias a la inquietud y vocación de mis profesores, pude hacer un curso de Braille junto a una prima que también es ciega, y ese fue el gran comienzo a mi inserción e integración a la educación. Mi estadía en esta escuela fue maravillosa porque nos conocíamos todos.

-¿Cómo llega el acordeón a tu vida?

-Desde muy pequeño escuchaba la radio AM donde tocaban folclor chilote y rancheras y siempre me llamó la atención el sonido del acordeón; luego tuve la fortuna de que en la isla se realiza la fiesta del Nazareno con todo lo que significan los pasacalles y tener la posibilidad de escuchar el acordeón en vivo y es mi maestro Manuel Cheuquepil quien me enseña a tocar el acordeón y él con mis otros profesores me dan la posibilidad de sumarme al conjunto folclórico de la escuela: Los veleros de Caguach. A los siete años empecé a tocar el acordeón y piano. Me gustaba tanto la música que cuando tenía 5 años le pedí a mis papás que quería participar del pasacalle y lo hice con un pequeño tambor... la música es mi pasión.

-¿Y tu adolescencia como la recuerdas?

-Fue un poco compleja, me tuve que ir a una casa de residencia a Achao, fue un cambio muy brusco, no tenía a mi familia a mi lado ni tampoco el entorno al cual estaba acostumbrado. El 2007 ingresé al Liceo Insular, los dos primeros años fueron difíciles, quizás porque ellos (compañeros) no estaban acostumbrados a tener un compañero ciego, mi hermano era mi lazarillo, pero en tercero medio pasa algo maravilloso porque se me da la oportunidad de ir a una escuela para ciegos en Osorno, allí tuve la posibilidad de conocer gente que estaba en mi misma condición, allí me enseñaron a usar el bastón, también me enseñaron computación y ser independiente... Hubo un cambio de actitud en mí y pude darme cuenta que podía hacer lo que quisiera, que no hay impedimentos, que sí podía ser independiente. Tuve un cambio radical, mi vida cambió el día que me subí al bus rumbo a Osorno, cuando regresé ya no me quería retirar del liceo, vine con ganas de demostrarle a los profesores y compañeros que era una persona que tenía ganas de aprender y de hacer muchas cosas, que ya no me colocaría yo mismo impedimentos.

-Ya eres un joven de 24 años. ¿Cómo ha sido el proceso para llegar hasta donde estas hoy?

-Después que terminé cuarto medio me fui a Santiago un curso de orientación y movilidad con todo lo que eso significa, quería escuchar otro tipo de música, de conectarme con otra gente, de ser más independiente. Por ello es que siempre les recalco a los niños que hay que hacer lo que a uno le gusta en la vida, porque si lo haces de seguro cada día sonreirás más. Luego regresé a Chiloé y ahí decidí que quería ser músico por el resto de mi vida, por ello es que volví a Santiago a estudiar en el Conservatorio Nacional de Acordeón que está en San Bernardo.

Más tarde, viajé otra vez a mi tierra, pero esta vez más empoderado, más independiente y con la firme convicción de ser solista, de ser un músico que lleve por todos los rincones de Chiloé y del país, en la medida de las oportunidades, el folclor chilote y enseñarle a los niños lo que sé y así comienza una nueva etapa en mi vida, con participaciones en festivales costumbristas, en peñas. Recibí la ayuda también de la radio Nahuel y pude gracias a la colaboración de un amigo grabar un disco artesanal, todo fue dándose de a poco. Diría que el 2013 como que empecé a despegar tras mi viaje a Magallanes, donde tuve una presentación.

Esto no ha sido un camino fácil como muchos piensan; hacer música en Chiloé no es fácil pero tampoco imposible, hay muchos obstáculos que tuve que pasar, pero aquí estoy ahora haciendo lo que más amo en la vida: disfrutando el presente y compartiendo con mi gente el acordeón".