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El secreto del éxito de la viña del español Miguel Torres

"No siempre el vino más caro es el favorito", dice el dueño de la conocida bodega que viajó a la Fiesta de la Vendimia.
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Fabián San Martín D.

En menos de 40 años, esta viña se ha posicionado como una de las más prestigiosas del país.

Todo partió en 1979 cuando Miguel Torres Riera (padre) llegó desde España hasta la zona de Curicó. La familia es dueña de una centenaria tradición vitivinícola en ese país, específicamente la zona de Villafranca del Penedés, donde desde fines de 1800 produce los mostos.

Cuando el negocio en nuestro país estaba en pañales, los Torres vieron en nuestras tierras una oportunidad única de elaborar líneas de la mejor calidad. Así lo hicieron y hoy están presentes en los principales mercados del orbe.

Prácticamente bajándose del avión sorprendimos a Miguel Torres (hijo), heredero de la dinastía. Avecindado en Europa, viajó el fin de semana más de una docena de horas para estar en la Fiesta de la Vendimia de Curicó; su viña es una de las pioneras e impulsoras de la fiesta.

"Nuestra viña es ya tradicional acá en Chile. Para nosotros es un honor haber contribuido en sus inicios y es algo que ya nos supera, es de Curicó y de todo Chile. Vengo recién llegando de España porque no me quiero perder esta fiesta que es muy importante para todos", señala el empresario, con su rostro visiblemente cansado, pero atento a las consultas periodísticas.

Torres destacó el sitial alcanzado por nuestras cepas a nivel internacional. "Hoy en día ya todo el mundo es consciente de las bondades del vino chileno. Esto no sucedía en los años '78 y '79 cuando llegamos nosotros. Hoy en día la categoría del vino chileno está en casi todos los mercados. Lo que tenemos que hacer es trabajar para conseguir vender a precios más altos, y que el vino chileno se considere no solamente un buen vino sino uno de prestigio en todo el mundo", considera.

Pero ¿cuál es el secreto del éxito de Miguel Torres, para situarse en menos de cuatro décadas como una de las mejores empresas del rubro en el país? "Somos una bodega familiar donde trabajamos todos. Lo comenzó mi abuelo con mi padre y ahora lo estoy siguiendo yo con mi hermana. Tenemos un excelente equipo, al final sí que las viñas son importantes pero la gente lo es más, tenemos profesionales que están enfocados a la producción de vino de alta calidad. Ese es el secreto, estar ahí el día a día, y hacer que cada cosecha sea mejor", sostuvo el europeo.

Incendios

Torres no quedó ajeno a los problemas ocasionados por los incendios forestales del verano en las parras de la Región del Maule. "Nos afectó sobre todo en el viñedo de Empedrado que es uno de nuestros vinos íconos, estamos discutiendo si este año habrá cosecha, pero seguramente no la habrá porque el humo al final acaba impregnando las uvas y entonces seguramente no podremos hacer el vino este año".

Apenas se bajó del avión, el viñatero degustó un pastel de choclo acompañado de un carménère de su línea Santa Digna. "Nos encanta a mí y mi señora y nos recuerda los años que pasamos acá en Chile. Es uno de mis vinos favoritos y no siempre el favorito es el más caro, sino el que te hace sentir emociones y recuerdos", reflexiona.

Respecto de los planes futuros, el ibérico admite que se vieron frustrados sus intentos de crecer con su vino Escaleras de Empedrado, pero sus esfuerzos se verán enfocados en buscar climas fríos por el cambio climático que sufre el país y el mundo.

Terminado el encuentro con la prensa, Torres encabezó las actividades de la vendimia. Su equipo de trabajadores no tuvo suerte en la competencia de pisadores de uvas, pero los asistentes a la fiesta degustaron con entusiasmo las cepas de esta bodega, que promete seguir sorprendiendo por mucho tiempo más.

Manjar de los dioses

Gracias a una invitación de Sernatur Maule, la prensa pudo degustar un almuerzo en el restaurante de Miguel Torres. El aperitivo fue un ravioli de betarraga relleno con salmón ahumado, maridado con una Santa Digna Estelado, mientras que la entrada fue un chupe de mero y jengibre gratinado, bisquet de camarón atomatado y coulis de pimientos, acompañado de Santa Digna chardonnay. El plato central garrón de cordero con puré de camote y albahaca, semillas de calabaza en salsa de cabernet sauvignon. El postre catilla de lavanda gratinada en azúcar orgánica, macerado en almíbar de canela; maridado con un vino Santa Digna, la cepa alemana gewürztraminer.