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"No puedo dejar de escribir, lo haré hasta el día que muera"

Poeta, escritor, relator de historias y amante de la cultura chilota, el destacado poeta castreño adelanta parte de lo que será su obra póstuma, la que él mismo señala "será públicada si alguién la encuentra y quiere hacerlo".
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M. Eugenia Núñez G.

Rodeado de los libros que tanto le apasionan, el escritor castreño Nelson Antonio Torres Muñoz (60) repasa sus inicios en el mundo de las letras cuando era un joven universitario en la ciudad de Valdivia, en plena época de la dictadura militar. Ferviente impulsor de la poesía etnocultural y merecedor de importantes premios como son el Neruda 80 Años organizado por la Sociedad de Escritores de Chile y el Municipal en Santiago el año 1994, el destacado poeta hoy se dedica -entre otras cosas-, a escribir, como el mismo confidencia, "su obra póstuma" y a formar una nueva camada de escritores chilotes, junto a su amigo y colega Manuel Zúñiga.

Fiel a sus convicciones, el docente que por muchos años fue el encargado del Archivo de Chiloé y hoy trabajador de la Biblioteca Pública Martina Barrientos Barbero de la capital chilota, manifiesta que empezó a escribir mientras estudiaba pedagogía y que su primer poema "en serio", fue el galardonado "De Indias".

"Empecé relativamente viejo a escribir en comparación a mis compañeros de generación que lo hicieron como estudiantes en el Taller Aumen o en la escuela con Sonia Caicheo, fue recién a los 20 años, cuando en Valdivia empecé a escribir", recuerda el poeta.

¿Cómo fueron sus inicios?

Cuando empecé a escribir no me paró nadie, tenía muchas ganas de aprender, de leer y escribía como desaforado. Los primeros poemas fueron sobre las injusticias del mundo, muy cursi y sin un lenguaje poético. Mi primer escrito en serio, diría yo, fue una obra de teatro por el año 1980, todavía la recuerdo que fue escrita a mano y se llamaba "El hijo del vidrio" que se basa en la inseminación artificial. Ya en la universidad leyendo todo lo que había en la biblioteca, sobre todo en poesía chilena, me voy enterando de las matanzas que hacían los conquistadores, de cómo mataban a los indios, que los mutilaban y ahí me vino la furia y empecé a escribir De Indias, poemas que en un principio no sabía el valor que tenían.

¿Cómo es eso?

Una vez los llevé a un escritor en un cuaderno al taller literario que teníamos en Valdivia, donde muchos integrantes ya tenían mucha experiencia como Clemente Riedemann y Rosabetty Muñoz y resulta que quedaron con la boca abierta cuando lo leyeron, ahí me di cuenta que era un buen material. Unos años después cuando se publica el año 1993 De Indias gana el premio municipal de Santiago.

¿Y porqué se demoró tanto en salir a la luz con estos poemas?

Es que estuvo perdida la copia original, se la pasé al grupo Madera que antes se llamaba Ercilla para que hagan una cantata, nunca se hizo y el manuscrito quedó olvidado por ahí hasta que se encontró en una gaveta del hospital.

¿En paralelo usted también ejercía la docencia?

No, porque eran tiempos muy duros, entre el año 1983 y 1989 era muy difícil trabajar cuando se pensaba 'distinto', recién a fines del '89 pude hacer un reemplazo en el Politécnico, trabajo que me dio un amigo de la infancia que era gobernador de Pinochet y ahí me quedé haciendo el ramo de lenguaje y comunicación hasta 1996 cuando me fui al Archivo de Chiloé. Mientras trabajaba también seguía escribiendo, uno nunca deja de hacerlo. Antes de ejercer como profesor escribía y leía mis poemas en las peñas, poemas que reflejaban lo que estaba pasando en esa época, era un compendio llamado "Poemas necesarios" que aún no ha sido publicado, sí lo tengo anillado junto a otros. Hace unos dos años me dio la locura y anille todos mis poemas inéditos y los guarde en una caja para que si me pasa algo lo encuentren, se apiaden y lo publiquen algún día, puede sonar una tontera pero tiene relación con lo que estoy haciendo ahora con mi último libro.

¿Y tras De Indias, cuáles son sus otros escritos?

Viene "Liricanalladas" que fue un librito chico de epigramas al estilo de Ernesto Cardenal, se hizo en la imprenta de Mario Contreras y su tapa la diseño Edward Rojas. Luego vino "Juglarías". Son como 17 libros los publicados entre poesía, cuentos y testimonial, más otros que no han sido publicados.

¿Cómo surge el hacerse cargo del Archivo de Chiloé?

Fue una idea de Dante Montiel de contar con una especie de biblioteca con documentos relativos a Chiloé y con el tiempo se transformó en un archivo, en el fondo lo que se armó fue una biblioteca de las tradiciones. Me gustó harto el proyecto y para entusiasmar a los niños fuimos a los colegios y los profesores les daban tareas relacionadas con Chiloé y ellos iban a buscar información, fue un período muy bueno que después decantó, también llegaban hartos tesista, pero después empezó la Jornada Escolar Completa y ya no fueron más los niños y a ello se sumó el fin de la Arcis, en el último tiempo solo me acompañaban las arañas, así que en el 2014 nos trasladamos a la Biblioteca Pública y somos parte de un fondo patrimonial.