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Drama social tiene a mujer con cáncer viviendo a la intemperie

Pareja lleva dos años a la intemperie viviendo bajo un toldo y ella tiene que pasar la mayor parte del día acostada para aguantar el frío mientras su enfermedad avanza. Aseguran que jamás han recibido ayuda de organismo alguno.
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Eduardo Burgos Sepúlveda

Parece una escena sacada de otra época la que sucede en pleno sector urbano de Castro, a pasos de una de las principales poblaciones y en pleno 2017, cuando las casas callampa eran más bien una realidad de décadas pasadas. A pesar de lo precario de algunas soluciones habitacionales actuales, aquellas viejas viviendas han quedado mayoritariamente como solo un mal recuerdo del frío y las inclemencias que debían pasar sus moradores.

Pero eso no es cosa del pasado para una pareja que vive hace más de un año en un terreno eriazo de la capital provincial, totalmente fuera del sistema, sin ayuda social y, prácticamente, a la intemperie, cobijada con nailon y pasando el día a día con una grave enfermedad a cuestas y el riesgo inminente del desalojo.

A Juana del Carmen Ñancul Punao (40) le ha tocado una existencia dura, llena de necesidades y ausencias, representadas estas últimas por la pérdida de sus dos primeras parejas, una de ellas por suicidio y la última por un terrible cáncer.

Esa última experiencia marcó la vida de Juana, quien también ahora sufre de un cáncer, específicamente de mamas, del que prácticamente no quiere saber de tratamientos, por el temor a revivir el pasado junto a ese ser querido que acompañó en esos duros momentos.

Su llegada a Chiloé, junto a su nuevo compañero, es para "comenzar a rehacer mi vida", consigna sonriente, mientras de su carpa-cama mira desde lo alto el privilegiado paisaje de la bahía Ten Ten que saluda de frente a su única ventana, puerta y pared (todo en uno), desde donde confiesa que su mayor anhelo es "tener una casa donde vivir".

exámenes

"Ahora tengo a mi otra pareja, pero soy yo la que tengo cáncer", cuenta la aysenina, rememorando su arribo a Chiloé, luego de enviudar por segunda vez e intentar rehacer su vida. "Tengo cáncer de mamas y me han mandado a hacer quimioterapia, pero no quiero", recalca.

Hace 7 meses la mujer estuvo en Santiago y se realizó los exámenes que dieron positiva a esta enfermedad. "Ahí me detectaron los tumores que tengo en una de las pechugas", relata con pesar.

Ella y su pareja de 33 años pasaron primero por Quellón y "las cosas no resultaron", así que se vinieron hasta la capital chilota a establecerse y buscar trabajo. Un conocido les dio el dato del terreno donde se instalaron, primero con una estructura aún más precaria que la actual, en la que mediante una cueva en la tierra ingresaban a una improvisada carpa, que luego de meses dio paso a la actual morada.

"Mi pareja está trabajando en una frutería en el centro, ahí hace de todo, mandados, cargar y descargar, vender, lo que le mande el jefe. Se va temprano como a las 7 y media y vuelve en la noche", comparte Juana, a la vez que muestra agradecida una ruma de cajones fruteros con los que hace fuego y se cocina en una destartalada parrilla dispuesta sobre un agujero en el terreno.

La mujer reconoce que no ha pedido nunca ayuda a las autoridades y que tampoco es parte de los beneficiarios de la salud primaria. "No me dejé borrada del consultorio de Puerto Montt, porque nos vinimos de un día para otro", explica.

Sobre el tratamiento que debiera estar siguiendo, Juana es clara en manifestar que "tampoco quiero llegar al medicamento, porque mi esposo los tomó y después no le hacían efecto, ni siquiera la morfina, por eso no quiero llegar a ese nivel y menos a la quimioterapia, porque se me va a caer el pelo y me van a sacar un seno".

Esperanza

Ñancul no pierde la esperanza de cumplir su sueño de tener una casa donde habitar, ya que el jefe de su compañero podría donarles material que desechará del desarme de una bodega. "Nuestra idea es construir en alguna parte y si después nos vienen a sacar... no sé", reflexiona.

Actualmente la pareja no recibe ningún beneficio del Estado, aun cuando ambos están conscientes que Juana incluso podría acceder a alguno por su ascendencia indígena. "Yo no sé cómo postular a esas cosas y me gustaría que alguien me guiara, porque no conozco a nadie e incluso este mes prácticamente no he salido de aquí, donde me la paso acostada, para no tener frío y me levanto a comprar y para hacer fuego y cocinar", argumenta.

A la entrevistada se le llenan los ojos de lágrimas al recordar que tiene varias hijas, ya grandes e independientes. "Yo no quiero que se enteren de lo que estoy pasando", confiesa, mientras enfatiza que "yo solo necesito una ayuda para salir adelante con esto".

Un apoyo fundamental en este tiempo en Castro han sido los vecinos del sector donde esta pareja ha decidido instalarse, entre ellos José Silva, cuya casa colinda con el terreno donde vive Juana, quien asevera que a veces le lleva leña para hacer fuego y ella le ayuda cuidando unos chivos que pastan y ramonean en el espacio donde habita.

Aportes

"Ellos llevan cerca de dos años acá y hace poco en este lugar que tienen ahora, porque antes tenían una carpita donde se metían por un hoyo en el suelo", cuenta José, agregando que "a nosotros nos da no sé qué mirarlos hacia allá, porque están a toda la intemperie".

"Es una lástima que estén así, porque ellos son buenas personas. El joven no es tomador y trabaja todo el día", afirma Silva, quien al comienzo pensaba que Juana estaba embarazada, sabiendo ahora que el abultamiento del abdomen finalmente es producto del cáncer que padece.

Sobre ayudas, el vecino evidenció que "yo he ido dos veces a la municipalidad y me han tramitado con asistentes sociales y nada. Yo lo hacía para callado, para que ellos no sepan, pero el domingo, no sé si fue un ángel, porque yo iba saliendo y pasó un grupo de testigos de Jehová, entre ellos una señora a la que le dije que si querían hacer una obra buena que ayuden a esas personas, y al rato llegaron con una caja de alimentos".

Finalizó que "ahora lo que me preocupa es que los quieran sacar de este lugar, porque están en un terreno particular y parece que lo van a vender".

"No quiero llegar a ese nivel y menos a la quimioterapia, porque se me va a caer el pelo y me van a sacar un seno".

Juana Ñancul,, habitante de una precaria, choza en Castro Alto."

40 años tiene la mujer enferma de cáncer que habita en precarias condiciones.

2 años lleva la pareja viviendo en un sitio eriazo en el sector alto de la capital provincial.