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Los emblemáticos casos en que el vestuario armó una polémica

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La ropa corporativa la paga la empresa

En agosto del 2000, un grupo de trabajadores demandó a su empresa, en Concepción, ante la Dirección del Trabajo, por cobrarles dinero, sostenidamente, por concepto de ropa de trabajo o uniformes. Según el dictamen del organismo fiscalizador, es tarea de la empresa costear todo lo que tenga que ver con la imagen corporativa exigida, ya que "la utilización de los uniformes resulta necesaria para el desarrollo de la función convenida, según requerimiento del empleador".


Sin Hello Kitty

El estudio Bofill Escobar hizo noticia en mayo de 2015 por temas ajenos a los tribunales de justicia. Y es que el diario electrónico El Mostrador dio a conocer que la firma tenía entonces un código de vestimenta en que especificaba que las mujeres debían verse elegantes, lo que, a su criterio, excluía elementos como "estampados, brillos, encajes, lentejuelas, transparencias, colores chillones o neón". Además se detallaba que las uñas, el pelo y el maquillaje debían ser sobrios y agregaba que "accesorios Hello Kitty no se ven profesionales".


Cuidando la ropa personal

En 1998, la Dirección del Trabajo negó la solicitud de unos trabajadores de una empresa de frigoríficos que pedían que les devolvieran el dinero descontado por concepto de utensilios que ellos llamaban ropa de trabajo o elementos de seguridad. Sin embargo, la DT determinó que lo cobrado son "implementos tendientes a evitar el deterioro de la ropa de vestir del personal, razón por la cual, su costo no debe ser asumido por la empresa, siendo, por ende, lícito el acuerdo convenido" que faculta a hacer descuentos.

[trabajo]

¿Uniforme o ropa libre? Las mejores opciones para vestir en cada pega

Estar en sintonía con donde se está trabajando es fundamental. Asesora de moda, Carolina Jorquera, asegura que siempre se debe ser formal y guardar ciertos cuidados. La Dirección del Trabajo recuerda que la seguridad corre por el empleador.
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Camila Infanta S. - Medios Regionales

Minifalda verde fluorescente en una firma de abogados o zapatillas para correr en una empresa constructora podrían ser atuendos poco adecuados para ir a trabajar. Por ello, pese a que hay empresas que optan por los uniformes y vestimentas corporativas, otros dejan al libre albedrío el look de sus trabajadores y muchas veces es ahí donde comienzan los problemas.

¿Qué me pongo? Especialistas en imagen aseguran que lo más importante es entender dónde se trabaja y siempre estar acorde a eso, pues no a todos lados se puede ir igual.

La periodista y asesora de imagen personal y corporativa, Carolina Jorquera, defiende por sobre todo los uniformes corporativos. De hecho, ella, junto a una socia, trabaja en crear líneas para diferentes empresas.

"Constantemente veo gente que rechaza usar un uniforme, pero yo los enseño a usar. Pueden ser buenos, pueden sentirse y verse espectaculares, si es que los llevan bien. Soy absolutamente pro-uniforme, pues a todos nos pasa que pensar todos los días en qué ponerme es una verdadera lata", dice.

Ahora, explica la especialista, si es que el trabajo no tiene uniforme, primero hay que evaluar para dónde se está trabajando y qué grado de formalidad se necesita.

"Independiente de si eres joven, uno debe ser más bien formal. Me parece insólito en una oficina andar con polleras tapando el traste. Las polleras van en la rodilla o levemente sobre. Uno puede ser coqueta sin mostrar tanto", consigna la también creadora de la línea de ropa Carola Jorquera-Un Concepto.

Asegura que, sin duda, todo depende de dónde se trabaje y si, en general, se tiene contacto con vendedores, entrevistados u otras personas ajenas a la empresa.

En el caso de los hombres, la periodista aconseja utilizar un pantalón de tela, "jamás con pinzas y jamás que quede largo. Esos repollos que se arman al final de la pierna son horribles".

"Las chaquetas no deben quedar largas de manga y siempre que se pueda cerrar el botón. Si se tienen que comprar una talla más grande, que lo hagan y la acorten si es necesario", expone, un tanto sorprendida.

Más allá del estilo de cada uno, lo importante es estar acorde a lo que el lugar de trabajo solicita.

Por ejemplo, si la oficina es una agencia de publicidad o un jardín infantil, claro que se necesita tener más movilidad, sentarse en el suelo o mostrar más creatividad. En esos casos, se acepta jugar un poco más. Aunque según Jorquera, tampoco tanto.

"Cuando la gente dice algo cómodo, no necesariamente estamos hablando de buzo y zapatillas. ¡No! Se puede estar cómodo, viéndose bien. Por ejemplo, un pantalón más pitillo, con colores. Un pantalón entretenido de tela con una camisa, un sweter de lana bonito, algo así", recalca.

¿Quién paga?

Más allá del estilo, la vestimenta en un lugar de trabajo también representa una herramienta de seguridad que, por ley, es el empleador el que tiene que entregarla.

Según explican en la Dirección del Trabajo, la ropa u otros elementos de vestir (zapatos de seguridad, lentes UV, cascos o gorros legionarios, por ejemplo) que constituyen elementos de protección personal (EPP) obligatorios para el empleador y la vestimenta que contribuye a definir una imagen corporativa de la empresa, ambas, deben ser entregadas por el empleador.

"En cualquier caso, el uso de la vestimenta o de los EPP debe estar normado en los reglamentos internos de cada empresa. No puede quedar al arbitrio del empleador ni tampoco del trabajador, y debe ser de cumplimiento estricto para ambas partes", sentencia el director de la entidad, Christian Melis.