Secciones

Reviven la cruda experiencia de excursionistas en ruta a Abtao

Aunque el estudiante aseguró que no estaba perdido con su polola, tanto su padre como los vecinos que lo cobijaron y el grupo de expertos que salió en su ayuda revelaron el complejo escenario que se vive en la montaña.
E-mail Compartir

Pedro Bárcena González

Nunca pensó el despliegue que estuvo a punto de gatillarse. Menos la tensión que generó en su familia por la falta de información sobre su paradero. Por ello, aunque Lucas Romero Duarte (21) ponga paños fríos a la verdadera travesía que emprendió con su compañera Makarena Andrade Andrade (29) por cinco días en la zona de Abtao, su experiencia generó alta preocupación.

La falta de un registro de su ruta como los contratiempos meteorológicos que encontraron estos jóvenes desde que salieron el domingo anterior desde Pid Pid, en Castro, para atravesar la compleja geografía de esta boscosa e inhóspita área, se convirtieron en barreras que por poco no logran salvar.

Se esperaba el retorno de ambos el miércoles, pero solo la noche del viernes encontraron ayuda y la madrugada de ayer retornaron a sus hogares. Un milagro para algunos, un desfase temporal para los excursionistas.

Así lo reconoció el propio estudiante al contingente que se organizó para ir en su rescate. "Tardamos cuatro días en ir y volver al refugio... en el día avanzamos y nos mojamos, en la noche nos secamos", confesó, junto con agradecer el respaldo recibido y la respuesta de las personas que se movilizaron para hallarlo.

Encuentro

El nulo contacto y la tensa espera por antecedentes impulsó a Cristian Romero, padre de este joven, a emprender una solitaria como peligrosa exploración por la ruta a Abtao. Sin mediar mayor preparación y al ver que su hijo no llegó el día concertado, después de interponer la denuncia por presunta desgracia, se internó por los bosques. Una jugada arriesgada, pero clave.

Como manifestó este atribulado padre, la preocupación en toda la familia fue el motor para salir en búsqueda de Lucas.

"Ya estaban todos temerosos, casi entrando en pánico por lo que le podría pasar. Aunque sabía que salió bien preparado, ante las malas condiciones del tiempo todo cambiaba, lo que nos generó mucho susto, por lo que solo había que ir a su encuentro", aclaró.

Durante el viernes, este vecino literalmente dejó sus pies en el barro. "En mi vida había caminado tanto", reconoció, sumando que estuvo todo el día rastreando y ante la ausencia de equipos especializados se las arregló solo para intentar hallar pistas sobre su ser querido y su polola.

"Alcancé a llegar hasta el sector de La Antena, donde esperé un tiempo y no quise seguir avanzando, pensando que ellos habían llegado al refugio, por lo cual después retorné con la ilusión que podamos coincidir en el camino o encontrarnos en un punto", aseveró Romero.

En casa de Carlos Nonque aguardó por noticias una vez que la luz solar se había ido. Con los minutos la impaciencia y tensión aumentaban. No sabía nada de los jóvenes, no tenía claro que sus provisiones todavía les alcanzaban y si habían sorteado el temporal. "Hasta nos habían dicho que había nieve arriba, todo se tornaba más difícil", apuntó.

No obstante, un llamado telefónico en medio de la nada se convirtió en el balón de oxigeno que necesita. Fue un verdadero salvavidas.

Contacto

Como manifestó el campesino que lo albergó, su hermano Arístides Nonque, quien vive a poco más de cinco kilómetros de distancia del lugar donde estaban, había tomado contacto con los intrépidos viajeros.

"Me dijo por teléfono que llegaron a su casa todos mojados, pero bien... pasaron por el lado de mi casa y enfilaron hacia el río Chilcón para llegar a la casa de mi hermano", sostuvo el agricultor.

La visión de la camioneta del padre del estudiante habría sido el impulso que motivó a los excursionistas a atravesar el afluente. Una decisión que pudo costarles caro, pero que en definitiva fue la última barrera natural que libraron para recibir la ayuda necesaria.

De acuerdo a lo expresado por Arístides Nonque, los muchachos "llegaron bien, me dijeron que no les faltó nada, pero estaban mojados de los hombros para abajo. Al ver la camioneta del papá al fondo pasaron por el río y avanzaron unos kilómetros para preguntar en mi casa".

De inmediato, esta humilde familia del sector acogió a estos jóvenes. "Le pasamos ropa a la niña y le dimos un cafecito. También le ofrecimos comida... al comienzo no quisieron, puesto que decían que no habían pasado hambre, pero después no pudieron dejar de lado las papas fritas que teníamos y la carne. Se veían mejor y con buen ánimo", indicó la fuente.

A los minutos llegó Cristian Romero, quien pasó el caudal con un caballo y pudo reencontrarse con su hijo. Fueron momentos de alivio, de alegría contenida que estalló entre todos. Sí, porque no ocultó que por instantes pensó lo peor.

"Con las largas caminatas se da el tiempo para pensar, que pude haber perdido a Lucas o que le pueda pasar algo malo a los chicos. Por eso, al volver a vernos fue una mezcla de sentimientos... rabia porque se fue con un temporal a esta aventura, pero siempre marcados por la calma de hallarlos bien", confesó este papá.

Expedición

Cuando las fuerzas de todos estaban volviendo, un grupo expedicionario integrado por cuatro deportistas dalcahuinos llegó junto a Carabineros hasta el hogar del lugareño. Este constituía el primer contingente resuelto a atravesar los bosques, sortear las quebradas y superar la densa vegetación para dar con el paradero de quienes se pensaba estaban extraviados.

Claudio Muñoz, Bata Krüger, Renato Bórquez y Richard Urra arribaron en un jeep dispuestos a ubicar a los jóvenes. Así lo consignó este último, quien incluso atravesó el río a pie para llegar hasta la casa de Carlos Nonque y reunir antecedentes. "El agua me pasó el pecho, estaba peligroso", reconoció, agregando que en la vivienda del campesino le dijeron que todos estaban donde Arístides.

Tras regresar a este inmueble y poder tomar contacto con todos, el avezado corredor de trail pudo conocer las peripecias que pasó la pareja hasta encontrarse a salvo.

"Lucas nunca pensó en el operativo que se estaba formando, que iba a llegar el GOPE de Carabineros y que salimos nosotros. Ahí me dijo que llegó hasta el refugio de La Ventana, no alcanzó a llegar hasta la playa. En el lugar pudo descansar y recuperarse, hasta había comida ya que los muchachos del grupo Tragando Barro había dejado víveres cuando pasaron hace unos dos meses", detalló.

Las condiciones del tiempo y la difícil geografía explican el tiempo que tardaron los pololos para tomar contacto en este punto habitado. Sin embargo, lograron completar la travesía, no sin antes vivir más de un susto.

Es más, como el mismo Urra señaló, a los jóvenes les pasó el denominado "Mal de Abtao" que muchos excursionistas que están realizando sus primeras armas en el senderismo extremo sufren comúnmente. "Ellos estaban equipados, pero con los días el peso se hizo mayor y debieron dejar algunas cosas, como la carpa. Por eso, se dice el 'Mal de Abtao', en el cual dejan todo botado para poder caminar con mayor facilidad", concluyó.

Ya durante la madrugada de este sábado, los jóvenes fueron remitidos por parte de una patrulla de Carabineros hasta el Hospital Augusto Riffart de la capital chilota, donde constataron lesiones. Más allá del cansancio y el frío, permanecían en buen estado. Pocas señales físicas, aunque esta experiencia límite sí los marcará.

"Ya estaban todos temerosos (en la familia), casi entrando en pánico por lo que le podría pasar".

Cristian Romero,, padre del excursionista."

Cierre

El fiscal jefe de Castro, Enrique Canales, indicó que con el hallazgo de los jóvenes la indagatoria del caso concluye. Eso sí, "se espera el informe policial respectivo de la Bicrim (Brigada de Investigación Criminal), a la que se instruyeron las diligencias y estuvo en el lugar", aclaró. En tanto, el jefe provincial de la Conaf, Hernán Rivera, reiteró el llamado de autoprotección para todos los excursionistas que se aventuran en esta zona que conduce al Parque Nacional Chiloé. Sostuvo que se debe registrar la ruta y el tiempo de la expedición, como también ir con todos los medios de seguridad necesarios.

"Llegaron bien, me dijeron que no les faltó nada, pero estaban mojados de los hombros para abajo".

Arístides Nonque,, vecino que recibió a los jóvenes en su casa en la ruta a Abtao."

29 años tiene Makarena Andrade quien junto a Lucas vivieron una experiencia límite.