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El artista "silencioso" que esculpe Chiloé en piedra cancagua

Sus creaciones se pueden apreciar en la Plaza de Armas de Ancud, ciudad donde busca dejar un legado con sus obras y enseñar a nuevas generaciones el amor por plasmar las bellezas culturales de la Isla en este material.
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César Cárdenas Ruiz

Ramón Octavio Pérez Gallardo, de 65 años de edad, conocido popularmente como "Moncho", es un ancuditano por adopción, que se ha hecho conocido en todo el Archipiélago, por sus figuras hechas en cancagua: piedra de origen volcánico y que se encuentra formando estratos de considerables extensiones en toda la costa del litoral de la parte norte de la Isla Grande.

El artesano creció en la ciudad de Quellón, pero a los cinco años por el trabajo de su padre, se trasladó hasta Ancud. En esta comuna se radicó y echó raíces. Su formación académica la inició en la Escuela Anexa y los concluyó en el antiguo recinto del Colegio Seminario Conciliar, ubicado en Plaza de Armas. En sus primeros años en la ciudad del Pudeto, Don Moncho, efectuó diversas ocupaciones de baja remuneración para poder mantener su hogar.

Camino

El artista "silencioso" como se autodenomina, señala que el arte de la piedra cancagua estuvo presente desde su niñez, esperando aflorar algún día. Fue así como el camino recorrido y su madurez, empezaron a vislumbrar tímidamente su veta artística.

"Todo parte por el amor al arte, a la escultura, la atracción a la escultura, eso me lleva a practicar en piedra cancagua, nuestra piedra cancagua, y de ahí saliendo resultados que gracias Dios gustaron, eso me dio el impulso para seguir", enfatiza.

Pérez afirma que nada habría sido posible sin el respaldo familiar. "Se fueron dando las cosas, se fueron presentando; lo importante de todo fue que tuve el apoyo de mi pareja, mucho, creyó en mí desde un principio, de que yo podía lograr algo, y aquí estamos, no me estoy haciendo rico, pero vivo de la piedra cancagua y como yo, me gustaría que muchos más vivieran de eso", aclara.

A través del cincel y la roca, a la fecha ha dado vida a miles de creaciones, en una arte ancestral, cuya materia prima se encuentra presente en muchas playas de la comuna.

"Yo le calculaba que son más de cinco mil figuras, más, porque yo más menos saco un promedio de tres figuras diarias hace siete años. Pongámosle 5 mil figuras, entre grandes y chicas que yo he hecho y estoy seguro de que es así", manifiesta.

De esta forma el isleño se ha ido consagrando poco a poco con obras de figuras mitológicas del Archipiélago, que hoy son parte del patrimonio cultural chilote, y que actualmente integran la remozada estructura de la Plaza de Armas ancuditana. Con su particular forma de ver la vida, este chilote se muestra totalmente agradecido de quienes lo han respaldado en su meteórica carrera.

Este artista visual esculpe sus vivencias día a día y los ancuditanos lo pueden ver en la entrada de la Casa de la Cultura, lugar que ocupa como su taller.

-¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

-Lo que más me gusta es que todos los días, todas las piedras son distintas. Las piedras son todas distintas y todos los días en cada escultura por chica que sea, la piedra te muestra otra cosa y la misma roca te va enseñando, vas aprendiendo de la misma piedra y tu manos se van agilizando con unos movimientos más finos, van saliendo cositas mejores, vas trasladando tu imaginación a la piedra con mayor facilidad, eso es constancia, hay que ser perseverante, al maestro lo hace la práctica.

-¿Qué significa para usted que sus figuras sean parte integral del principal centro neurálgico de la ciudad de Ancud, como lo es la Plaza de Armas?

-Lo tomo con una humildad grande, mucha humildad y a la vez con una satisfacción inmensa. No orgullo, una satisfacción grande de que puedo hacer algo mejor, es mi pueblo, es mi tierra, soy chilote. Hay que vivirlo viejo porque yo, tu sabes que en esto tengo siete años no más en este trabajo, y lo que va sucediendo para mí son primeras veces. Como el león que hice (León de la remozada Plazoleta Los Leones del Club de Leones), yo nunca había hecho un león, y ahí está el león.

-Todos los días lo vemos esculpiendo sus piedras, pero también en ocasiones cumple funciones de guía turístico para los visitantes que llegan hasta la Casa de la Cultura. ¿Cómo asume este improvisado trabajo?

-Esa es una de las satisfacciones grandes que me ha dado el trabajo de la piedra cancagua, poder atender a la gente que viene a pasear, darle una información correcta, porque yo le digo lo que hago, no puedo mentirle en nada porque yo soy chilote, y le digo lo que somos, nuestro arte, nuestra cultura. Los hago pasar, les hago anotar un registro, que eso se lo regalo al departamento de Turismo de la municipalidad y todo muy bien. Vienen de todas partes del mundo.

- Ha servido de fuente de inspiración para muchos niños y jóvenes que quieren aprender de este arte. Lo hemos visto como profesor en variadas oportunidades. ¿Cómo toma este desafío?

-Siempre estoy en contacto permanente sobre todo con niños, alumnas también que les gusta y sienten diferente la escultura a la pintura, una sensación distinta.

-¿Cuáles son sus retos futuros?

-Sería fabuloso hacer un paseo en Mutrico, a los pies de un gran Ten Ten Vilú, sería espectacular, extraordinario, pero bueno el tiempo lo dirá, sino lo hago yo, lo hará otro más adelante. La idea está largada, ahí está hecho el Ten Ten Vilú, hay que ponerle las facciones, eso es todo.