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Calderas de un barco y unos muros son los sobrevivientes del terremoto que cumple 150 años

El devastador fenómeno del 13 de agosto de 1868 que tuvo además un tsunami, destruyó gran parte de las construcciones de la época en la ciudad de Arica.
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Denizard Gallardo - La Estrella de Arica.

Los restos de las calderas del barco estadounidense, Wateree (hoy en playa Las Machas) y las ruinas de una iglesia en calle Baquedano, son los mudos testigos de lo que dejó el terremoto y tsunami del 13 de agosto de 1868.

A 150 años del demoledor fenómeno de la naturaleza, son varios los que no quieren que la fecha pase inadvertida, como una manera de afrontar que Chile es un país sísmico y hay que seguir desarrollando la cultura de la prevención.

Juan Carlos Gamboa, presidente del Comité de Protección del Patrimonio Histórico, Cultural y Ecológico de Arica, se ha dedicado a la recopilación de aquellos impactantes hechos históricos.

"A las 5 de la tarde de este lunes nuevamente se escucharán las sirenas ya que es el momento en que se produjo el devastador terremoto entre 8,5 y 9 grados con una duración de entre cinco a siete minutos, donde la gente que sobrevivió pensaba que era el fin del mundo", expone Gamboa.

El presidente del Comité Histórico, agrega que según el relato de los sobrevivientes, aquellos ariqueños o gente que estaba de paso "el crujir de la tierra era terrible, tétrico y ensordecedor; la ciudad se cubrió de polvo y éste al desaparecer, dejó ver que todas las edificaciones estaban en el suelo; mucha gente fue a pedir auxilio a la playa, a los barcos que estaban en la bahía".

Lo más terrible estaba por venir, porque "cuando llega la primera ola desaparece la gente que pedía auxilio, y los demás arrancaban al Morro con gritos de desesperación. Quienes lograron salvarse y contar lo sucedido, como el comandante del barco Wateree, y el cónsul de Inglaterra, resaltaron que la importancia del Wateree es que fue el único barco que se salvó y quedó varado a metros de la costa".

El mítico barco sirvió como hospital para así ayudar a la comunidad y lo que vino después fue algo caótico por las enfermedades, pestes y tantas cosas que "llegó el momento de cerrar las fronteras, no se podía entrar ni salir de Arica, la mortandad fue considerable, por eso queremos recordar estos hechos como una manera de que permanezcan en la memoria colectiva", manifiesta Gamboa.

Iglesias

En dicha época la religiosidad era algo muy presente y el terremoto causó la caída de la mayoría de los templos.

Eduardo Hoyos, exarquitecto de la Municipalidad de Arica e investigador autodidacta de la historia regional, cuenta que "en Arica para el tiempo del terremoto de 1868 había cuatro importantes templos, los cuales resultaron destruidos, pero quedando vestigios hasta hoy en el caso de la iglesia que estaba en calle Baquedano".

Agrega que para la fecha el templo principal era la Basílica de Arica con dos campanarios, una construcción histórica donde incluso se despidieron los restos del mariscal y ex Presidente de Perú, Ramón Castilla, nacido en Tarapacá, y que fue enviado a Lima tras el ceremonial.

Las otras iglesias eran las de San Francisco, La Merced y la de San Juan de Dios. Esta última -señala Hoyos- fue la que resistió y sus ruinas se aprecian todavía al fondo del estacionamiento de vehículos en calle Baquedano de esta ciudad.

"Los restos corresponden a la Iglesia de San Juan de Dios, de los sacerdotes llamados los 'Hermanos Hospitalarios' porque administraban los hospitales de las ciudades. Las ruinas corresponden a una construcción del año 1620 aproximadamente que se cayó con el terremoto de 1868, el que hizo desaparecer todas las construcciones de la ciudad", reafirma.

"Ese lugar data incluso de la Colonia, y fue iglesia, convento y hospital, pero éstos dos últimos eran construcciones de adobe y por eso no resistieron el terremoto, pero en cambio la iglesia era de piedra", afirma el investigador.

Pero este evento telúrico no sólo afectó al sur del Perú en esos años, además fue percibido de forma distinta entre Lambayeque por el norte y Valdivia por el sur, e incluso hasta Cochabamba en Bolivia. Seguido al movimiento principal, el tsunami arrasó las costas entre Pisco e Iquique y cruzó el océano Pacífico, llegando incluso a California, Hawaii, las Filipinas, Australia, Nueva Zelanda y Japón.

Testimonios

En su libro "Tránsitos Historiográficos, Arica y su hinterland (siglos XVI al XX)", el académico de la UTA, Elías Pizarro, expone que "los relatos más conocidos del terremoto y maremoto del jueves 13 de agosto de 1868 han llegado a nosotros por medio de una traducción hecha por Abraham J. Joseph, tomada de la afamada revista The National Geographic Magazine (Washington, enero:1912) y que se publicó en la Revista Sol de Norte (Arica, 1961); es el relato hecho por el contraalmirante L. G. Billings, de la Armada de Estados Unidos de Norteamérica y que a la fecha de los acontecimientos descritos formaba parte de la tripulación del barco Wateree, anclado en Arica, por tanto, sería un testigo presencial de los hechos que nos presenta".

También está la versión que dio a conocer la Enciclopedia de Arica (1972) que corresponde a Francisco Vidal Gormaz quien fuera capitán de navío de la Marina de Chile y director de la Oficina Hidrográfica de Santiago, y que se puede considerar la versión chilena del terremoto de 1868; lleva la fecha de 1900, mucho antes que la versión norteamericana.

"Es importante señalar que entre 1961 y 1972 la traducción realizada por don Abraham J. Joseph se divulgó en sus principales contenidos mediante las reproducciones hechas por los escritores Alfredo Wormald C. (1968) y Luis Urzúa U. (1969)", señala Pizarro.

En los testimonios del terremoto y tsunami se relata que "una imponente Aduana, erguida cerca de la orilla del mar, está construida en piedra y presenta una distinguida apariencia desde cubierta, y a lo lejos hacia atrás una iglesia con dos altísimos campanarios. Estos dos edificios eran los únicos cuyos exteriores impresionaban".

Pero, "al amanecer, la visión de lo ocurrido desgarraba el corazón. Tan solo dos casas quedaron paradas en todo Arica, y estaban tan mutiladas que eran insostenibles".

En los registros históricos que poseen se establece que Arica tenía alrededor de mil 500 a 2000 habitantes en aquella época.

Por esos años, las construcciones eran mayoritariamente de adobe y el fenómeno causó muertos y heridos.

Instrucciones

Los tripulantes de las naves ancladas en el puerto fueron testigos del terremoto y sus oficiales dieron instrucciones de cerrar escotillas y afianzar las cuerdas de seguridad.

El "América", uno de los barcos que estaban en la rada ariqueña, levó anclas y se dispuso a zarpar a aguas más profundas. La población sobreviviente se agrupó en los muelles y empezaron a pedir ayuda a los tripulantes para que socorrieran a los atrapados.

La isla de El Alacrán (hoy península) que contenía el fortín con dos cañones a la entrada de la rada, se hundió con todo sus emplazamientos y una ola de entre 8 a 15 metros pasó por entre los navíos, cortando las amarras del Fredonia y retrocediendo al América.

El Wateree alcanzó a soltar el ancla, y la misma ola de paso hundió el muelle con las personas que pedían auxilio a las naves amarradas.

Súbitamente, el mar se retiró y dejó apoyados a los navíos sobre sus quillas, en el fondo sin agua del puerto. Los tripulantes contemplaron atónitos el fenómeno al ver que cientos de peces se retorcían en el fondo rocoso del muelle. 15 minutos más tarde, el mar volvió como una marea irresistible que levantó a los barcos, los cuales fueron arrastrados hacia un lado del Morro de Arica.

Los navíos arrastrados fueron transportados por la marea y tocaron fondo. Aquellos que tenían quilla redonda empezaron a girar sobre sí mismos. En la ciudad, los escombros y cadáveres eran un solo amasijo, colocados detrás del Morro. El mar no afectó a aquellas casas que estaban en el lado trasero del Morro, pegadas a la pared de los cerros.

Lo peor es que llegada la noche, hubo otro maremoto de menor intensidad que el inicial, así que no se produjeron mayores daños de los ya hechos.

La ayuda llegó tres semanas después a Arica, primero desde Tacna, donde el alcalde Nicolás Freyre distribuyó a los damnificados víveres y ropa; después directamente la ayuda provino del gobierno peruano.

Posteriormente, se iniciaría la reconstrucción de Arica y 150 años después se sigue escribiendo la historia.