Secciones

Arequipa, la mágica ciudad blanca que es Patrimonio de la Humanidad

Ubicada en el sur del país, esta urbe se ha convertido en un importante polo turístico. La normativa es rigurosa a la hora de conservar el centro histórico, desde la limpieza a la publicidad.
E-mail Compartir

Juan Riquelme Díaz - El Líder de San Antonio

Al llegar al aeropuerto de Arequipa (75 minutos desde Lima) lo primero que llama la atención es un cartel que nos indica que está "prohibido apoyarse en la pared". Vaya sorpresa.

Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, Arequipa es la mayor urbe del sur del Perú y seduce a los turistas chilenos no solamente por el sillar -piedra de origen volcánico de la que está construida gran parte de la ciudad-, sino que también por su comida y la venta de lana de alpaca.

"Blanca ciudad de recia arquitectura mestiza, iglesias de sillar construidas sobre wacas y pirámides, bellas casonas coloniales, monasterios y sabiduría ancestral oculta en viejísimas villas dispersas en la verde y generosa campiña, allí donde respiras el cielo", dice una de las tantas promociones de hospedaje de esta ciudad de medio millón de habitantes.

En este recorrido, nos centraremos en el sillar y en cómo Arequipa se las arregla para ser una ciudad ejemplo de patrimonio en el continente y el planeta.

Patrimonio cuidado

En la foto inferior de esta página podrán ver una de las calles principales de Arequipa de noche. Como notarán, los carteles superiores de las tiendas mantienen una uniformidad. En Arequipa, los anuncios de colores -sea cual sea la marca- no están permitidos por regulación y quien abra una tienda debe respetarlo.

Es decir, mantener en el frontis la línea patrimonial de la ciudad, con sillar en su exterior, y letras en color negro y tipografías ad hoc, es una obligación. Y cuando decimos para todos, es para todos. No importa si se trata de una marca local o una tienda global: todos se deben sumar, porque la apuesta de la ciudad es mantenerse como Patrimonio de la Humanidad. Si a alguien no le gusta, no se instala y se acabó.

Esa uniformidad se ve también en los carros que venden golosinas en las esquinas y en los puestos ambulantes que operan en las noches. Nada queda al azar, en una ciudad en donde el patrimonio y el turismo asociado a este es siempre la prioridad.

Marisol Acosta, directora del PromPerú (la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo, equivalente a nuestro ProChile), destaca la importancia de nuestro país como fuente de origen de visitantes y la diversificación que han logrado los operadores turísticos de Arequipa.

"Ahora hay vuelos de Santiago-Arequipa, un turismo en sierra que ya está en los catálogos de viaje, hay destinos que se están descubriendo para cuatro o cinco días, todo un turismo urbano y gastronómico", cuenta la ejecutiva, quien aporta un dato no menor: el 70% de los chilenos que viaja a Perú, vuelve.

Atractivos

Arequipa, la 'Ciudad Blanca', se erige en las inmediaciones del volcán Misti y presenta un conjunto de joyas arquitectónicas moldeadas en sillar con armoniosos arcos, fachadas y cúpulas que vienen a ser la continuidad de la geografía que rodea la ciudad, ubicada a poco más de 2 mil 300 metros de altura.

Desde el centro de la urbe es posible impactarse con la Cordillera de los Andes y disfrutar de algunos puntos nevados. En sus calles, los principales atractivos son la Catedral (uno de los primeros monumentos religiosos del siglo XVII en la ciudad y construida en sillar, de estilo neoclásico), la Iglesia de la Compañía (conjunto de edificios levantados por los jesuitas para fines religiosos y vivienda), el Monasterio Santa Catalina (pequeña ciudadela amurallada con claustros, plazas, calles, techos de teja y suelos empedrados, construcción de 1580, levantada como centro de clausura absoluta para religiosas, hijas de las familias más distinguidas de la ciudad) y el centro histórico.

En todos lados, el sillar es protagonista. Aunque es en el Monasterio Santa Catalina donde se aprecia de distintas formas, pues allí la piedra se presenta en varios colores.

Tal edificación se construyó en 1579, a menos de 50 años de la llegada de los españoles y, desde sus inicios, mujeres de diversos estratos sociales ingresaron al lugar para servir como monjas de claustro y nunca más regresar a sus hogares.

Los continuos terremotos fueron determinando que el recinto cambiara y terminara por conformar una ciudadela de peculiares características, en donde las religiosas construían celdas privadas y llevaban una vida de clausura. Por ello, está cercada.

Tras las altas y gruesas murallas de sillar se preservan diseños y formas arquitectónicas que constituyen una excelente muestra de mestizaje de elementos españoles y nativos. El lugar, tras los terremotos de 1958 y 1960, fue restaurado y abierto al público el 15 de agosto de 1970, cuando se celebraron 430 años de la ciudad.

Tras el sillar

En uno de los días que estuvimos en Arequipa quisimos conocer el origen del sillar. Agua, lentes de sol, gorro y protector solar son fundamentales para llegar al lugar donde se extrae la roca.

Acompañado de José Corrales, el guía de turismo, llegamos donde Eusebio, uno de los maestros canteros más antiguos del cerro Colorado, donde se extrae la identidad de Arequipa. En el lugar, cada persona es dueña de metros y desde ahí extraen el sillar, el que luego venden a camiones que realizan la venta a las empresas constructoras.