Redacción La Estrella
Nadie ha estado ajeno a la contingencia que se vive en el país y uno de ellos es el expárroco de Colo Mariano Puga.
El sacerdote a través de una carta que ha sido difundida por distintos medios entregó su visión de la problemática y también llamó a transformar la plaza en un baile chilote.
"El despertar no tiene que morir nunca más" se denomina la misiva del religioso en la que critica la conducción de la crisis, así como el rol que ha jugado la iglesia.
Parte del texto dice: "Aburrido hasta el tuétano. Despierto en la mañana y lo primero que me encuentro es con la parálisis política que da cuenta de falta de liderazgo. Discursos fomes, repetitivos, sin creatividad y estúpidos".
Agrega que "somos dictadura y prisioneros de Pinochet, prisioneros de nosotros mismos, de nuestras propias prisiones, de nuestros propios odios. Ese pueblo tiene el derecho a destruirlo todo porque todo le han destruido, habrá que preguntarse: ¿qué cariño le hemos tenido, qué hogar les hemos brindado? ¿Qué amor les hemos dado? ¿Qué he hecho yo por afectar para mejor sus vidas?".
En otra parte de la carta sostiene que "la Iglesia no es capaz de estar en sintonía con las demandas del pueblo porque dejó de ser pueblo, no entendemos a la gente ni a Jesús, más bien lo sacrificamos, lo destruimos, lo deshumanizamos, lo pisoteamos y lo transformamos en un rito de muertos, de misas convencionales, de ritos justificadores (...)".
Asimismo, escribió que "y me vuelvo a mí y me pregunto qué significa darme por entero. Anda Mariano, me dice Jesús, véndete, entrégate a los demás, sé mi colaborador, aunque nadie te entienda, aunque ni Dios sienta que está contigo, no me atrevo si quiera pedirte algo Señor, pero yo sé que todos vamos a pasar por ahí. En esto, empecé a ponerme creativo y entonces si pudiera estar ahí entre la gente que está levantando su voz y poniendo el cuerpo, levantaría una tarima en Plaza Italia, agarraría a todos los acordeonistas y guitarristas e invitaría a bailar a la gente, a hacer de esa plaza un gran centro de baile en donde cada una y uno pueda mirar pal lado e invitar a otros que nunca han cantado, que nunca ha reído".
¿A quién invitarías a bailar tú?", añadió, sumando que "a mí me gustaría sacar a los paralíticos, a los ciegos, a los cabros volaos o alcoholizados, a los esquizofrénicos, a los negados en su condición u opción de vida, a los postergados y olvidados, a los que deben taparse la cara para contribuir con su cuota de violencia. Me gustaría invitarles a ellas y a ellos. Están tan cerca de nosotros y los despreciamos y nunca nadie les ha preguntado por qué de su vida o quiénes son. Transformaríamos la plaza en una fiesta donde nos tomaríamos de la mano con los que son pisoteados y haríamos de Chile, al menos por un rato, un baile chilote".
88 años tiene el sacerdote diocesano que está afectado por un cáncer linfático.