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La pasión y las dificultades del coleccionista más austral de Chile

Con la llegada de sus hijos, Mario Lanza retomó la pasión por los autitos de juguetes que tuvo en su niñez. Hoy busca hasta por catálogo cómo sumar piezas a su colección, junto a otras que luce en su quincho familiar.
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Alfonso Levet G.

La primera colección de autitos en miniatura que tuvo Mario Lanza Tomckoviack, de niño, llegó a alcanzar cerca de 800 unidades, pero con los años se fueron perdiendo poco a poco.

"Cuando tenía unos ocho años mi papá siempre me regalaba autitos", recuerda el puntarenense, que fue comerciante por más de 30 años y actualmente está dedicado al transporte privado de pasajeros, pero siempre con la pasión por los automóviles y en una ciudad caracterizada por su devoción al deporte tuerca.

De los primeros autitos que tuvo, la mayoría los regaló, y otros se perdieron, pero cuando se convirtió en papá, el gusto por el clásico juguete regresó en gloria y majestad, y con él, el impulso para reiniciar su recopilación.

Costumbre familiar

Según Mario, la dedicación a juntar piezas viene de su papá, que llegó a tener más de mil discos de vinilo, o long plays, como parte de su colección.

"Esta nueva pasión nació junto con mi hijo Diego, cuando nació; ahí empezamos a regalarle autitos, y empezamos a coleccionar entre los dos", relata el magallánico.

Con la llegada de su segundo hijo, Javier, la colección fue creciendo aún más, aunque igual que cuando él mismo fue niño, poco a poco fueron perdiendo el interés, "ellos ya no coleccionan, pero yo sí he seguido coleccionando con todo".

Actualmente, el tesoro luce en las paredes del quincho que Mario tiene en su casa.

En un trabajo paciente y delicado, el coleccionista ha ido ubicando las unidades en repisas diseñadas especialmente para las dimensiones de sus pequeños autitos, de tal manera que cada uno de los espacios está destinado a nada más que un ejemplar.

"Un caballero que trabajaba en una funeraria, que era maestro carpintero de los antiguos, y que confeccionaba las urnas, me hizo las cinco repisas en las que están distribuidos", detalla.

Modelos especiales

Entre los clásicos hay autos chicos, algunos un poco más grandes, y camiones a escala que también ha ido reuniendo con los años. "Debo tener mil 280 a mil 300, contando todo, deben ser como mil 350", comparte.

En días complicados, el quincho y su colección de autitos son su refugio, "tú te vas a reír, pero cuando estoy bajoneado, o mal, este es mi espacio (...), a veces muevo los autos, los ordeno por color, o los limpio y quedo 'light', me relaja".

Muchos fueron comprados, otros regalados; lo cierto es que cada autito tiene su historia, pero el favorito de Mario está clarísimo.

"Tengo la réplica del auto con el que Eliseo Salazar corrió las 24 horas de Le Mans", comenta.

Mario, fanático de las carreras, explica su devoción por el histórico piloto nacional: "Creo que nosotros no valoramos a los ídolos, y para mí uno de los grandes ídolos que tiene Chile es justamente Eliseo Salazar".

Aunque no ha tenido la oportunidad de conocerlo, asegura que en los viajes que ha hecho a Argentina para disfrutar del Turismo Carretera, ha notado un mayor reconocimiento del público trasandino hacia el legendario piloto.

"Para mí es un gallo que ha roto todos los esquemas, está a otro nivel y es muy poco valorado aquí en Chile, en Argentina lo adoran, entonces es un auto muy especial, porque para mí Eliseo es un crack", sentencia el magallánico.

De más está decir que la colección de autitos se roba todas las miradas de quienes llegan al quincho familiar para compartir un momento de diversión.

"A los amigos de mis hijos les llama la atención, a los amigos de mi trabajo, con quienes siempre nos juntamos acá, a mis compañeros de octavo básico también, ya que tenemos la posibilidad de juntarnos unas o dos veces al año, y lo hacemos acá", confidencia.

Otras colecciones

Pero la de autos no es la única colección que ha ido ganando espacios en las paredes del quincho, también hay numerosos jockeys, llaveros y lápices.

La colección de gorras, relata, nació por cariño a su suegro, que tenía guardados unos 50 jockeys en una caja.

"Yo hice mi quincho, pasaron los años y falleció mi suegro. Mi suegra me pasó los gorros, y yo en honor a él, que fue una persona a la que quise mucho, me decidí a colgarlos, para que él esté presente aquí en el quincho", cuenta emocionado.

Entre esos, Mario también tiene uno que para él es el más especial. "Me lo trajeron de Brasil, es un gorro auténtico de Ayrton Senna; es que soy fanático del automovilismo desde chiquitito, mi papá corrió en auto en la década del '50, aunque yo no alcancé a verlo".

Otra colección vistosa es la de los llaveros, que también tuvo inicio en un regalo, y que se ha ido incrementando rápidamente hasta superar las mil 400 unidades.

"Un amigo, Marcos Rispoli, en un momento me dijo 'te tengo un regalo', y me trajo una caja de zapatos con 300 o 400 llaveros, así que los empecé a poner en el quincho, y desde ahí en adelante todos empezaron a regalarme nuevos llaveros", detalla.

Los llaveros, al igual que varios de los gorros, lucen en las paredes y vigas del quincho, aunque los espacios para nuevas adquisiciones se han ido acabando.

Dificultades

El coleccionista cuenta que "organizo dentro de lo posible, pero me falta espacio, no tengo dónde poner más autitos y camiones, pero cuando de repente me regalan cosas, las cuelgo en el quincho, pero me gustaría tener un lugar más amplio para exhibir los jockeys, por ejemplo".

Vivir en uno de los extremos del país no ha sido impedimento para continuar comprando constantemente nuevos juguetes.

"Ayer mismo estuve visitando una juguetería para ver qué había llegado, también estuve revisando los catálogos con los modelos 2020 que van a sacar las diferentes marcas", enfatiza Lanza.

Aunque en Punta Arenas hay zona franca, también aprovecha sus viajes a Santiago para encontrar algún modelo escaso. "En general se encuentra lo mismo, pero con paciencia; lo que sí es cosa de suerte, porque los autitos en algún momento estuvieron más caros en Punta Arenas que en Santiago".

Uno de los pasatiempos más recientes que tiene es salir con un grupo en motos pequeñas, asunto que salió de una humorada.

"Había un grupo de motoqueros que salía en Harley Davidson, y a nosotros nos gustaban las motos y empezamos a salir; nos pusimos 'Los Masetas del Viento', porque es una frase muy típica de Magallanes, como que 'eres penca', y nos pusimos así", añade.

Hombre decidido, Mario ya tiene claro su próximo desafío, aunque lejos de las colecciones: "Algo pendiente es venirme desde Estados Unidos (Alaska) a la Patagonia en moto con mi señora o con un amigo... y ya tengo un amigo con el que estamos pensando lo mismo".

"Organizo dentro de lo posible, pero me falta espacio, no tengo dónde poner más autitos".

Mario Lanza,

coleccionista."