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Las llamas generan una huella imborrable en el norte de la Isla

Incendios forestales como estructurales causaron impacto en Ancud.
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Nelson Soto Asencio

Este año para la comuna de Ancud fue nefasto en término de pérdidas por el fuego, que no solo arrasó con bosque nativo, sino que también cobró vidas y una serie de inmuebles de alto valor arquitectónico, obligando a bomberos de esta y otras comunas a sumarse para atacar las llamas.

Febrero concentró tres siniestros forestales que afectaron la vegetación del norte de la Isla producto de las altas temperaturas que alcanzaron los 34 grados. Sectores como Lapahué, Aguas Buenas, Tepual, Chaquihual, fueron escenario para que 250 hectáreas de bosques y pastizales fueran consumidas, oportunidad en que se decretó alerta roja para esta comuna.

Más de 200 efectivos, entre voluntarios bomberiles y brigadistas de la Conaf trabajaron en el combate del fuego.

Los incendios no quedaron allí. En mayo una trágica muerte encontró en su hogar un adulto mayor identificado como José Segundo Ampuero Maldonado (76), quien se encontraba postrado. Su hogar ubicado en la Villa Esperanza de Ancud se incendió. 40 voluntarios se desplegaron para combatir el fuego, pero no pudieron hacer nada para salvar al abuelo.

En agosto, 13 damnificados -10 adultos y 3 menores-, más dos viviendas totalmente destruidas y otra con daños, fue el saldo de un gigantesco siniestro ocurrido en la calle Antonio Burr en población Goleta Sebastiana. Una jornada donde también fue protagonista el temporal de viento que ayudó a que los inmuebles ardieran rápidamente.

Noviembre: cuatro viviendas fueron arrasadas por el fuego, tres de ellas en Villa Nueva Galicia. A las emergencias concurrieron varias compañías de Bomberos para evitar la propagación a más casas del sector, quedando ocho personas afectadas a quienes se les entregó ayuda de primera necesidad. Daños estructurales en un cien por ciento dejó en una casa de dos pisos en Villa Esperanza la otra alerta.

Otro siniestro de gran magnitud sucedió la noche del 29 de agosto, cuando cuatro inmuebles fueron afectados por las llamas dejando millonarias pérdidas. Dos bomberos lesionados y 24 personas damnificadas, entre ellos ocho niños, fue el saldo de la alarma en pleno casco histórico de esta ciudad.

Se trató de cuatro viviendas antiguas las que quedaron hechas escombros, partiendo el fuego en la conocida vidriería Dupré, sin que nada se pudiera hacer a pesar de estar todas las compañías bomberiles de la comuna trabajaron en el lugar. El desastre obligó a las autoridades a ir en ayuda de los damnificados.

Mercado

En tanto, el 10 de diciembre pasado un incendio consumió el 30 por ciento del Mercado Municipal de Ancud recibiendo un duro golpe la alicaída economía de los locatararios. El fuego destruyó parte del segundo y tercer piso del inmueble donde trabajan vendedores de artesanía y pescadería, siendo un restaurant el más afectado.

Las llamas comenzaron cerca de las 6 de la mañana y fueron vistas por vecinos quienes avisaron oportunamente a bomberos quienes evitaron que sea consumida en su totalidad el recinto. En la ocasión, también llegaron voluntarios de la localidad de Chacao a ayudar.

Queilen: crisis del agua cumplió su tercer año

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Nunca hubo tanto calor en Chiloé, al menos en los registros oficiales, como las temperaturas que se presentaron el lunes 4 de febrero de este año en buena parte del sur austral de Chile e incluso la Patagonia argentina.

Los 34 grados a la sombra de Mocopulli y los 34,3 de Quellón se empinan como las máximas históricas en las estaciones que mantiene ahí la Dirección Meteorológica de Chile.

¿Volverá a sentirse en 2020 una ola de calor tan intensa como la del 2 al 4 de febrero de este 2019? No se sabe, aunque la ciencia pronosticó un verano más seco y más cálido de lo normal desde Arica hasta Aysén.

Una incertidumbre que es temor en campos e incluso sectores urbanos ante la falta de agua en nuestras islas, escasez que se dispara en temporada estival, aunque no es restrictiva a esta estación.

El 2019 cerrará con un enorme déficit de agua caída, según la estación de mayor tiempo de monitoreo en Chiloé: la de Quellón. Apenas se contabilizaban el viernes 1,290 milímetros; el año normal es de 2.100 mm.

Agua con una alta concentración de cloruro de sodio que impedía su consumo es el escenario que enfrentó desde junio del 2016, la población de Queilen urbano.

Este año y a objeto de darle una solución a esta crisis sanitaria, la Dirección de Obras Hidráulicas del MOP financió por $460 millones la construcción de un nuevo sistema de agua potable rural (APR) para una población de 3.500 personas.

Con las obras terminadas y entregadas al comité que administra este servicio, un nuevo revés sufrió el proyecto, cuando pese a funcionar el sistema, el líquido no logra ser cristalino.

Una encuesta para conocer con exactitud cuántas son las casas del poblado en cuyas cañerías el agua presenta una cierta tonalidad, realizó el municipio queilino en noviembre. A ello se sumó también la compra de nuevos filtros por parte del APR para mejorar el servicio y las constantes mediciones de la calidad del líquido por la Autoridad Sanitaria.

Ante ello la prohibición de consumo de agua por parte de la Seremi de Salud se mantiene hasta este 31 de diciembre por configurar un riesgo para la salud de las personas y el municipio sigue dotando de agua a la población en estanques.