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El entrenador que descubrió al 'blanco más rápido del orbe'

Alberto Labra fue el técnico de Sebastián Keitel por 20 años. Instaló al velocista en el quinto lugar del ránking mundial de los 200 metros planos.
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David Muñoz Castillo

Hace una década Alberto Labra (74) dejó Santiago para vivir en la tranquilidad de una parcela en el sector del Tranque, en San Juan. En la capital dejó un legado de 43 años formando atletas en el colegio Verbo Divino. Muchos fueron los deportistas que aprendieron del entrenador, pero sin duda el más destacado y mediático fue Sebastián Keitel.

Toda su vida estuvo ligado al deporte y aunque buscaba descansar, la atracción que siente por el atletismo lo llevó a interrumpir parcialmente el retiro.

Dos veces a la semana trabaja con Fernanda Mackenna en Santiago, la velocista chilena, y también entrena a Liliana Plaza. El año pasado, por ejemplo se fueron a Arequipa, Perú, los tres a la pretemporada.

Tal vez para Alberto Labra sea imposible romper el vínculo con un deporte que lo acompaña desde su infancia.

Nació en Santiago, vivía en Las Condes o "más arriba de no sé qué plaza", cuenta. La práctica del atletismo llegó en la adolescencia. "Como todo joven empecé en el colegio como alumno a los 16 años, un poco tardío el debut. A esa edad me empecé a entusiasmar con el atletismo. Previo al atletismo hice mucho básquetbol en el colegio, me gustaba y vóleibol también", aclara.

-¿Por qué comenzó tarde en el atletismo?

-El atletismo tal vez no es tan popular en algunos países, acá no lo es. Hoy mucha gente lo practica, ahora más que nunca, porque existe más implementación y apoyo de clubes y especialmente de colegios particulares, que fomentan el atletismo porque tienen la infraestructura. Eso ha desarrollado el atletismo en Chile. Los clubes más grandes se dedican a captar a alumnos de esos colegios y a su vez realizan torneos escolares como el atlético Santiago, el Atlético Francés y la Universidad Católica; y otros colegas que se dedican a hacer torneos vía auspicios para los niños más chicos, pero no es lo idea, pues produce un efecto negativo por la exigencia de los mismos padres.

-¿Cuál es ese efecto negativo?

-Los exigen mucho y se les pasa la mano. No es una historia de ahora, es desde siempre. La vida ahora es una competencia. No se tiene que llegar a los excesos.

Inicios en el atletismo

La carrera atlética de Alberto Labra tuvo una gran fuente de inspiración.

"Me inicié en el club Atlético Santiago y después por equis motivo mi padre nos hizo a todos socios del Stade Francais y ahí desarrollé mis actividades atléticas con mi querido amigo Orlando Guaita, él fue mi mentor y me apoyó en la parte técnica. Desgraciadamente falleció", recordó.

Labra aprendió con el copiapino pruebas como el lanzamiento de jabalina y las vallas.

"Competí por el Atlético Santiago y por el Stade Francais, pero no mucho, porque a los 20 años Orlando me llevó como su ayudante al Verbo Divino donde trabajé 43 años hasta que me retiré. Entré en 1967 con Orlando como ayudante. Ahí aprendí todo, mirando y escuchando, no molestando. Hay que tener buen ojo y buen oído, y también informarse y leer cosas", relató.

En el establecimiento educacional capitalino se desempeñó profesionalmente y se retiró con un largo listado de títulos en las competencias escolares.

-¿En el Verbo Divino descubrió a Sebastián Keitel?

-A él y a muchos más. Él fue el que más descolló a nivel nacional y luego internacional. Llegó a estar quinto en los 200 metros planos en el mundo, estuvo cercano al récord sudamericano.

La tarjeta de presentación de Alberto Labra dice que por seis años seguido sacó al Verbo Divino campeón escolar. "Muchos preguntan a quién le he ganado, ahí están esos títulos. Tal vez no los gané solo, sino que con mis alumnos, mucho mejor todavía", dice.

Destacados atletas nacionales como Nancy Cooper, madre de Fernanda Mackenna, los hermanos Edwards, Alfredo y Felipe, Andrés Lions, Luis Alberto Schneider, fueron alumnos del entrenador.

Labra se dedicó a las pruebas de velocidad y pista y ahí se encontró con Sebastián Keitel.

-¿Sebastián Keitel era alumno del Verbo Divino?

-Desde siempre, ahí lo conocí. Fue un tema de su madre, que un día lo llevó a la pista cuando estaba en cuarto básico. Era hijo del famoso Alberto Keitel, a quien lo conocía como atleta de la Escuela Naval, un gran velocista. Ahí se entusiasmó, tenía 10 años lo entrené hasta que salió del colegio y seguimos juntos como hasta los 30 años.

-Entonces traía el deporte en los genes…

-Claro, obviamente, por el padre, toda la familia deportista. Tenía los genes, pero además habilidades para todos los deportes, agarraba una raqueta le pegaba. Tenía muchas habilidades, existen muchos chicos así, pero están preocupados de otras cosas ahora. No tienen tanto espíritu como los antiguos.

Pero Sebastián Keitel tenía ese espíritu y durante su carrera consiguió muchos logros. "Obtuvimos muchos triunfos a nivel iberoamericano, panamericano, en el Mundial bajo techo donde salió tercero en Barcelona, también estuvo en los juegos de Atlanta, no pudo ir a Sidney, por una lesión, hubiese sido interesante", recuerda.

Keitel en 1998 fue considerado el "hombre blanco más rápido del mundo", ya que se ubicó quinto en el ránking mundial de los 200 metros. Los cuatro atletas que lo antecedían eran de raza negra.

"Fue una periodista de El Mercurio la autora de eso, quien nos ayudó mucho objetivamente. Pero eso cuánto duró, no sé un mes. Todavía se habla de eso", indica Labra sobre el apelativo de su pupilo.

-¿Para un blanco es más difícil competir contra deportistas de raza negra?

-Es una realidad, pero tampoco es tan así. Objetivamente la raza negra es mejor para velocidad que los blancos, son más rápidos. Tal vez Sebastián Keitel no tenía el biotipo ideal, pero esos son también mitos. Lo de él estaba en la cabeza, eso es lo que manda en cualquier deportista. Por eso decía que él tenía una cabeza distinta y la sabía usar. Él transformó el deporte en su vida y en su profesión y le fue bien en todos los aspectos.