columna
La Era Digital: ¿estamos preparados?
La Era Digital, donde la tecnología y la conectividad otorgada por internet han impulsado avances notables durante el último tiempo, ha logrado trascender a áreas inimaginables, abriendo una gama de nuevos usos en la actualidad. En este contexto los avances han tomado un ritmo vertiginoso y nuestra sociedad solicita de forma acelerada la resolución de problemas. Si bien es cierto, muchos de nosotros crecimos y nos desarrollamos en un mundo análogo y de mucha artesanía, el cambio de paradigma es obligatorio, si no, no somos competitivos. ¿Estamos preparados?
La globalización somete a contextos complejos a cada arista de la sociedad. Es así como los mercados se vuelven dinámicos, los procesos fluidos e incesantes, los estados inestables, las migraciones constantes, la industrialización incansable, y el medio ambiente se resiente frente a la acción del hombre y sus ganas de vivir sin pensar en un futuro. Es así como la vida social ha experimentado cambios sustantivos, causando estragos en la cotidianidad para nosotros conocida. Actualmente, la economía se hace cargo de gran parte de las consecuencias de la globalización, desde el ámbito político, con corrupciones que deterioran la democracia, como en un punto la confusión de la riqueza como signo de progreso, considerando incluso la rentabilidad sobre la productividad, lo que desemboca en lo que se conoce como desigualdad. Este panorama hizo que hace un par de meses fuéramos testigos del "estallido social" del 18 de octubre de 2019, donde los jóvenes forzaron a una crisis que desembocó en un cambio radical en nuestro entorno.
La tecnología y las comunicaciones son la piedra angular de esta época globalizada. La información es omnipresente y de fácil acceso, considerando incluso un cambio en el paradigma de la educación. La innovación propia del ser humano y los países que la consideran como elemento fundamental para la prosperidad de los ciudadanos, la integran en su economía productiva, dejando de lado el trabajo no cualificado y la transferencia de commodities. Chile, en ese sentido, nunca ha tenido su "Revolución Industrial" y tal vez nunca la tenga. Se caracteriza por ser un país exportador de materias primas con pesca y agricultura artesanal. Tibiamente el sector de servicios se crea un espacio, donde el libre mercado imperante genera empleo precario y una seguridad social deficiente.