María Teresa Villafrade
"Estoy todavía en proceso de reconocimiento cultural, del lenguaje y del cómo relacionarse con los chilotes. Claramente en Chiloé hay una cultura muy rica, muy centrada en el gozo, en lo cotidiano, en la buena mesa. Yo que vengo de la cultura de desierto, me impresiono de ver la cantidad de cosas que se ponen arriba de la mesa. Chiloé tiene también elementos muy parecidos a mi tierra: la magia y la mitología, lo religioso combinado con lo tradicional, por lo que se me ha hecho muy fácil adaptarme", confiesa con entusiasmo entre milcaos, chapaleles y kuchen de frambuesas, acompañado con mate que nos ofrece en las oficinas del Programa para Adultos Mayores de Ancud.
A sus 52 años, Antonio Cortés, psicólogo de profesión, separado y padre de un hijo que estudia Arquitectura en Valparaíso, se declara un hombre "ligero de equipaje" y por ello no tuvo ningún problema en desarmar su casa en Arica en una semana para asentarse en Chiloé y asumir como nuevo jefe de operación social territorial del Hogar de Cristo, con base en Castro, pero con movilidad por toda la isla.
A su cargo tiene ahora los cuatro programas y 30 trabajadores de la institución que desde hace tres décadas opera en Chiloé en favor de su población más vulnerable y en ámbitos como las personas en situación de calle, los adultos mayores y la discapacidad mental.
Reconoce, eso sí, que está en una sociedad muy compacta en la que la gente se conoce mucho, por lo tanto, los mismos chilotes le advirtieron que todo debe hacerlo con mucho respeto y que lo más probable es que todo el mundo se entere.
Paraderos sos
Uno de los aspectos que le ha llamado la atención del Archipiélago son los paraderos de micros, que acá se transforman en objetos urbanos que no pasan inadvertidos para nadie. "Son tremendamente importantes porque a menudo se convierten en los refugios de las personas en situación de calle o con discapacidad mental y de todos aquellos que están en la marginalidad absoluta", explica.
Para este sicólogo especializado en consumo problemático de alcohol y otras drogas son dos los problemas más serios de Chile: la precariedad en que viven los adultos mayores y el alcoholismo. "En ambos casos, todo se agudiza aquí por el clima, porque vivimos en Plan de Invierno permanente todo el año. No son temas estacionales", precisa.
Respecto a los primeros, resulta fundamental la implementación de los Programas de Atención Domiciliaria Adulto Mayor (Padam) del Hogar de Cristo en Ancud, Castro y Quellón, ya que permiten detectar y visibilizar a los adultos mayores que viven en abandono y extrema vulnerabilidad, acompañarlos y revincularlos con las redes de salud, familiares y atención social.
"Logramos que un anciano que andaba deambulando por las calles se fuera a su ciudad, lo vino a buscar un hermano. Los adultos mayores marginados más extremos son los de calle, porque los que participan del Programa Domiciliario al menos tienen un techo, aunque estén abandonados o se hayan abandonado a sí mismos. Creo que se necesitan, eso sí, residencias de acogida para aquellos que ya no pueden valerse por sí mismo. No existe ningún Establecimiento de Larga Estadía para Adulto Mayor (Eleam) en Chiloé y esa es una carencia importante", acota Cortés.
Considera que uno de los desafíos más serios que deberá abordar es el consumo problemático de alcohol. "En nuestras hospederías, el 90 por ciento de las personas en situación de calle está asociado al consumo de alcohol y de manera severa. Acá todavía no se ve mucho la pasta base y otras drogas. El vino es lo que más se consume y, además, está asociado al componente calórico porque sirve para saciar el hambre y el frío. Yo trabajé 12 años en Conace, que hoy es ahora es Senda, y claramente faltan mayores políticas públicas para el problema de la salud mental, específicamente la asociada al consumo del alcohol. Es urgente un centro de rehabilitación, en Ancud solo hay una comunidad terapéutica que tiene su costo".
"El 90% de las personas en situación de calle está asociado al consumo de alcohol".
Antonio Cortés, psicólogo."