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La fe en tiempos de coronavirus: si los fieles no van a la iglesia, el cura Véliz "va" a sus casas

Recién se cumplen los primeros días de confinamiento voluntario y en San Antonio la Iglesia Católica suspendió todas sus actividades, incluso las de Semana Santa. Aquí la crónica del sacerdote local que implementó las misasonline.
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Juan Gilberto Hernández O.

Antes de empezar, es necesario advertir que está crónica termina con un mensaje místico de esperanza. Ya verán.

En la esquina de calle Centenario con Bombero Molina, en pleno centro de la ciudad de San Antonio, en la Región de Valparaíso, hay un camión militar desde el que bajan hombres armados. Se entra al supermercado por turnos, igual que a las sucursales bancarias. Casi no hay comerciantes ambulantes. Apenas un par de estoicas ensaladeras y una excavación con maquinaria pesada le da un toque todavía más dramático al corazón comercial del puerto, en la primera semana de encierro preventivo y voluntario por emergencia sanitaria.

No hay estudiantes en la calle y la Parroquia San Antonio de Padua, la principal de esta ciudad, está cerrada. Cartulinas blancas pegadas en el muro de la centenaria iglesia local anuncian, con plumón negro, que todas las misas están suspendidas, incluso las de Semana Santa. Aparece un teléfono para consulta y un llamado: "Siga las misas y oraciones por Facebook". ¿En serio?

Imposible pasar de largo. Primero, porque para miles de personas en este pueblo el refugio espiritual es más que necesario por estos atribulados días, y, segundo, porque hay que reconocer la audacia del cura párroco Vicente Véliz, que vio en el confinamiento hogareño una oportunidad para llegar por otros medios con el mensaje de Dios a su rebaño. Dicho de otro modo: si los fieles no van a la iglesia, el cura Véliz "va" a sus casas.

"Como sacerdote y como parroquia hemos creado un Facebook para transmitir las celebraciones de la misa y curiosamente la cantidad de personas que se conectan en vivo es mucho más que la que teníamos en los templos. Creo que esta nueva forma de poder llegar a la comunidad se refleja también en la necesidad de la gente de tener una palabra de aliento espiritual", dice el sacerdote, con quien conversamos en la "iglesia de campaña" que se montó en el gimnasio junto a la parroquia. Pasa que justo antes del necesario aislamiento social comenzaron los trabajos de remodelación del templo y hubo que habilitar un espacio de emergencia para las misas.

Claro que ahora el panorama es otro, y bien lo sabe el padre Véliz. "Para mí como sacerdote esta pandemia representa un desafío porque nos hemos privado de la celebración del culto como una medida de precaución y el desafío que viene ahora es buscar nuevas formas, nuevas herramientas para llenar ese vacío que lleva la ausencia física. Y ahí se plantea la oportunidad de llegar a personas que físicamente no frecuentaban la iglesia".

Por eso en vez de encerrarse a rezar y hacer penitencias para que todo esto pase, el cura párroco de San Antonio decidió pasar a la vanguardia y aprovechó la misma tecnología que tanto ha alejado a los fieles de la iglesia para darle al siglo XXI un poco de su propia medicina. Misas a distancia, oración vía internet, la homilía por Facebook Live.

"Nuestra parroquia asumió el desafío de poder llegar a las personas que no pueden venir al templo de San Antonio y creamos la página de Facebook "Parroquia San Antonio de Padua Puerto". Desde ahí, en directo de lunes a sábado, a las 18.30 horas, rezamos el 'rosario por Chile' para liberarnos de esta pandemia y a las 19 horas, también de lunes a sábado, hacemos la transmisión en directo del oficio de la santa misa. Luego, el domingo, a las 11.30 de la mañana, tenemos el rezo del santo rosario y, a las 12 horas, la celebración de la misa para que nos puedan seguir", explica Vicente Véliz mientras se entusiasma mostrando el altar que se hizo especialmente para estas transmisiones en vivo, con sonido e iluminación propia.

Tomar conciencia

Muy gentil, pero no menos preocupado, agrega que "lo importante es que podamos tomar conciencia, aprender de lo que no hicieron en otros lugares y recoger las buenas medidas que han tomado en otros países para que no tengamos que seguir lamentando nuevas víctimas. Por eso no tenemos que esperar que las pérdidas aumenten para tomar acciones preventivas".

"Hemos visto con impacto cómo esta pandemia comenzó muy lejos de nosotros y poco a poco se fue acercando. Esto para los sanantoninos es igual que cuando empezamos a ver en el mar que se levanta la camanchaca y de a poco empieza a llegar a la ciudad, y pensamos que es de paso pero de pronto nos damos cuenta que se va quedando", reflexiona el cura párroco con el tono amable que lo caracteriza.

-¿Ya no basta con rezar?

-Van de la mano la oración y la acción. ¿Cómo rezamos? Siguiendo la información que los medios de comunicación nos presentan. ¿Cómo actuamos? Quedándonos en casa siendo responsables con el autocuidado y con el cuidado de nuestro entorno. Ambas cosas van de la mano y son importantes porque erróneamente podríamos suspender las misas y no hacer nada; sin embargo, la suspensión de misas nos llevó a ser creativos y actualizarnos con las redes sociales. Y así no nos quedamos solamente en la oración, vamos también a la acción", recomienda el sacerdote.

Antes de terminar la conversación le pedimos a este pastor un mensaje para los sanantoninos más allá de las creencias religiosas. Un mensaje a la comunidad local en tiempos de crisis.

"Mi mensaje tiene una sola palabra: esperanza. Cuando el ser humano pierde la esperanza se empieza a hundir. La esperanza implica creer en el mañana, en esperar el mañana y, por lo tanto, tiene que inundar el corazón de todos los sanantoninos. ¿Cómo se espera? Creyendo que somos responsables hoy día. Mañana nuestros niños volverán a jugar en las plazas, volveremos a encontrarnos y a mirarnos y volveremos a abrazarnos de una manera mucho más fraternal, con más cariño por nuestro prójimo".

Puede ser una mera coincidencia cósmica pero en esta parte de la conversación con el sacerdote, el cielo nublado del otoño que recién empieza, se abrió para dejar entrar un rayo de luz que iluminó el lugar. La luz tenue disipó las sombras en la "iglesia de campaña" y el mensaje de esperanza quedó inevitablemente marcado por este capricho climático que se metió por una alta ventana.

Ya se dijo al principio que esta crónica terminaba con un mensaje místico. Y es que sin importar lo que cada uno crea, o por nublado que se vea el panorama, ahora más que nunca toca mantener viva esa luz que llamamos esperanza.