Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Servicios
  • Estrellas

La viruela: una endemia que era más asesina que las guerras

Durante cuatro siglos este virus alteró la vida de nuestro país, causando miles de víctimas mortales. Muchos fallecieron por negarse a ser vacunados. La enfermedad ya está erradicada de la faz del planeta.
E-mail Compartir

Juan Guillermo Prado - La Estrella de Valparaíso

Un virus causa la viruela, una enfermedad contagiosa capaz de desfigurar y que aproximadamente en un 10% de los casos es mortal. Se cree que surgió en Egipto hace unos tres mil años y desde allí se extendió por el planeta.

Llegó a América con Cristóbal Colón y sus carabelas, alterando la vida de los aborígenes. Esta peste contribuyó al declive del Imperio Azteca. Sus habitantes, sin defensas naturales, sucumbieron a este mal. Se calcula que la epidemia causó la muerte tres millones de indígenas luego de que Hernán Cortés desembarcara en 1519.

La viruela también ocasionó la muerte del último emperador inca Huayna Cápac y eliminó a gran parte de la población de este imperio, cuya capital era Cusco y que abarcaba desde Colombia, por el norte, cruzaba la cordillera llegando a Bolivia y el norte de Argentina, y Chile por el sur, hasta el río Maule.

El Mayor Enemigo

de los Mapuches

Más al sur estaban los mapuche, que dieron una guerra de tres siglos a las tropas hispanas, pero también fueron afectados por esta mortal plaga. Un discurso del médico y diputado Adolfo Murillo en el hemiciclo de la Cámara de Diputados, el 6 de julio de 1883, cuando se debatía la ley de vacunación obligatoria, describió dramáticamente lo que significó esta peste al pueblo mapuche: "La viruela era uno de los azotes más temidos en los pasados siglos, fue traída por los españoles a América desde los primeros años de la Conquista, y Chile ha sido uno de los países que más tributo le ha pagado. No fueron, por cierto, los arcabuces de los españoles, ni sus afilados sables, los que más víctimas hicieron entre los bravos araucanos durante la dilatada epopeya de la conquista. No fueron tampoco las alineadas columnas de sus ejércitos ni sus aguerridos soldados los que pusieron miedo a esos heroicos indígenas… Lo que les infundió pavoroso espanto fueron las epidemias de viruela que arrasaban sus filas y paralizaban su indómito empuje. La viruela fue el peor azote y el mayor enemigo de los legendarios defensores del suelo chileno".

No se sabe cuándo surgió en nuestro país el primer brote epidémico. Historiadores como Diego Barros Arana aseguran que apareció en La Serena en 1561, en el navío que traía al gobernador Francisco de Villagra, y de allí se extendió por todo el territorio nacional.

La viruela se transformó en una endemia, esto es, una enfermedad que se presenta con regularidad en una determina región o país. En Chile hubo en el siglo XVI cuatro epidemias; siete en el siglo siguiente; ocho en el siglo XVIII, y en el siglo XIX tres, solo en la primera década.

En 1793, según Benjamín Vicuña Mackenna, fue tan horrorosa la peste, "cuyos estragos llegaron al punto de no encontrarse acarreadores para los muertos, ni brazos para sepultureros, oímos hablar más de una vez a los ancianos en nuestra niñez".

En un informe del Cabildo de Santiago de 3 de julio de 1806 se indica: "Que la epidemia de viruelas que diezmaba la ciudad, en ese invierno, fue la más terrible de todas y la mayor de las conocidas en el mundo".

En 1765 fray Pedro Manuel Chaparro inició inoculaciones con pus de las pústulas de los variolosos para prevenirla. Fueron unas cinco mil personas las que recibieron este tratamiento y ninguna murió. En 1796 el médico británico Edward Jenner descubrió la vacuna, al observar a las personas infectadas de viruela por ordeñar el ganado vacuno. En 1805, el padre Chaparro inmunizó a unas ocho mil personas en Santiago y en 1808 llegó Manuel Grajales, enviado por el rey de España, quien inoculó en Valparaíso, Santiago y otras ciudades del valle central.

Pero la viruela no desaparecía. En "La Aurora de Chile" del 7 de enero de 1813, mencionaba que 244 personas ingresaron al Hospital San Juan de Dios, de las cuales 32 mueren a causa de la viruela. La gente era reacia a vacunarse. El abogado y diputado del primer Congreso Nacional Manuel de Salas, autor de la Ley de Libertad de Vientres, primer paso para la abolición de la esclavitud, escribió en 1811 a la Junta de Gobierno que sus preocupaciones eran: "El hospicio de indigentes, la vacuna y la academia de matemáticas…". Su hija Antonia, madre de diez hijos, en 1820, causó estupor en la sociedad santiaguina, al llevar a su casa en el Fundo San Rafael, en el llano de Maipo, a cinco menesterosos atacados de viruela, que vivían en un rancho inmundo. Ella personalmente los atendió y todos recuperaron la salud.

El Presidente José Joaquín Prieto, en su mensaje presidencial de 1 de junio de 1832, el primero de la historia patria, expresó: "Me es doloroso, como seguramente lo será a vosotros, volver los ojos a nuestros campos desolados y a nuestras poblaciones afligidas… por el antiguo azote de las viruelas, cuyas apariciones periódicas han sido siempre señaladas por una mortalidad extraordinaria…".

Más Muertos que en

la Guerra del Pacífico

Entre los años 1840 y 1858 fallecieron 18.333 personas de viruela, solo en los hospitales del país. Eran tantas las víctimas que en las afueras de las ciudades y pueblos se improvisaron cementerios para inhumar a quienes perecían de este mal.

Como los hospitales no tenían capacidad para atender a los variolosos, se erigieron lazaretos, lugares provisorios donde se atendía a los enfermos. En el sector norte de Santiago se estableció, en 1874, el Lazareto del Salvador, al lado del Cementerio General; por una puerta lateral se llevaba a los muertos a una fosa común. Con el tiempo se transformó en el Hospital San José. El historiador Gonzalo Vial Correa denominó a Chile como "el país de los muertos".

Entre 1879 y 1883 se desarrolló la Guerra del Pacífico. Murieron de viruela en esos años 16.300 personas y los marinos y militares fallecidos fueron poco más de 9.500. En 1889 la cifra de difuntos bajó como nunca: ese año fueron solo 294.

Pero la viruela reapareció por una circunstancia fortuita. En 1890 desembarcaron en Talcahuano inmigrantes españoles atacados de viruela, que viajaban en los barcos Burgundia y Orotava. Desde ahí se repartió el contagio entre las ciudades de Los Ángeles y Santiago, y hubo ese año 6.776 muertos.

En 1886, el Presidente José Manuel Balmaceda envió al Congreso un proyecto de ley sobre vacuna obligatoria que fue rechazado, pues "atentaba contra los derechos individuales de las personas".

En 1891 Chile vivió una cruenta Guerra Civil que llevó al suicidio de Balmaceda. En este conflicto murieron poco menos de diez mil personas, 2.569 en la batalla de Concón y 5.163 en Placilla, más los muertos por asesinatos y matanzas como fue la de Lo Cañas, en la comuna de La Florida. Pero ese año fenecieron de viruela 6.012 enfermos.

La cantidad de víctimas comenzó a bajar y en 1899 solo hubo nueve muertos. Pero en el año del centenario, 1910, fueron 1.900 y al año siguiente subieron a 4.473 los fallecidos. De allí comenzó a bajar el número de víctimas.

El Fin del Cacique

de los Tehuelches

El cacique Mulato, cuyo nombre indígena era Chumjaluwün, fue el último gran jefe de los tehuelches de la Patagonia. En 1905 el Gobierno subastó tierras de su pueblo adjudicándolas a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. El cacique Mulato viajó con su familia a entrevistarse con el Presidente Germán Riesco. Solo recibió palabras de cortesía.

Al regresar a la Patagonia, su sobrina Anita se contagió en Valparaíso, muriendo antes de llegar a Punta Arenas. El mal se propagó a su familia, muriendo el cacique y sus más cercanos. Con ello terminó una de las familias más importantes de la etnia aónikenk. Lo que no pudieron las balas de los cazadores de indios, lo hizo esta plaga.

En 1918 se promulgó el Código Sanitario que impuso multas a quienes se negaban a ser vacunados. En 1923 se manifestó la última epidemia para luego aparecer en casos aislados.

En 1949 el Presidente Gabriel González Videla anunciaba que no había habido casos de viruela. Sin embargo, en 1950 se desarrolló una epidemia de alastrim, una forma benigna de esta dolencia. Ese año, se inició una intensa campaña de vacunación que abarcó al 90% de la población.

En 1959 fue erradicada la viruela del nuestropaís. En 1977, se conoció el último caso de viruela en Somalia, África. En 1978, por accidente en un laboratorio de Gran Bretaña, una fotógrafa médica contrajo el virus y murió el 11 de septiembre de dicho año. Fue la última víctima registrada por este mal. La Organización Mundial de la Salud anunció en 1980 la eliminación total de la viruela en el mundo.

"Me es doloroso volver los ojos a nuestros campos desolados y a nuestras poblaciones afligidas por el antiguo azote de las viruelas".

Presidente José Joaquín, Prieto en 1832.

"No fueron, por cierto, los arcabuces de los españoles, ni sus afilados sables, los que más víctimas hicieron entre los bravos araucanos durante la dilatada epopeya de la conquista".

Adolfo Murillo,, médico y diputado, en 1883.

"Atentaba contra los derechos individuales de las personas".

Congreso Nacional, rechazando el proyecto de ley sobre vacuna obligatoria del Presente José Manuel Balmaceda, enviado en 1886.

1959: años en que la patología infecciosa fue erradicada en nuestro país.

1980: la enfermedad causada por el patógeno Variola virus fue erradicada en el mundo.