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Cataclismo del '60 partió

Megasismo del 22 de mayo de hace 60 años fue una sucesión de grandes movimientos telúricos en una franja de mil kilómetros entre la península de Taitao, Región de Aysén, y la península de Arauco, Biobío.
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Braulio Velásquez y Luis Durán - El Llanquihue

Acerca de esta catástrofe, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) consignaba: "Los terremotos del 22 de mayo pertenecen a la clase de los sismos máximos y pueden calificarse entre los más desastrosos que haya memoria en el mundo. La fuerza de los sismos seguidos de grandes maremotos ha provocado la destrucción total o parcial de miles de viviendas, que en un instante dejaron sin albergue a una gran parte de la población".

Fue además un evento de carácter global. El tsunami impactaba en localidades tan lejanas de la costa chilena como Nueva Zelanda, Hawái y Japón; incluso la pequeña Isla de Pascua sufrió el violento coletazo del océano que se encargó de desplazar a más de 100 metros de la base del ahu las estatuas de piedra de 50 toneladas de Tonkariki. Para tal fuerza no había memoria en la generación presente.

Determinados registros sismográficos indican, en realidad, que ese día hubo una serie de sismos. La ruptura de la corteza fue de tal magnitud alcanzando un frente de más de 1.000 kilómetros entre la península de Taitao y el golfo de Arauco. El impacto de los movimientos se sintió desde el Norte Chico al sur, produciéndose en el litoral alzamientos y hundimientos de la superficie terrestre de hasta 6 metros.

Hay versiones encontradas respecto de los horarios: el primero se habría producido a las 15.10 a la altura de la península de Lacuy, Chiloé, con una magnitud de momento de 8,5, posteriormente y con particular intensidad se sentiría un sismo de 9,5 de magnitud en la latitud de Valdivia. Instrumentos de última generación lograron consignar que "por primera vez fue posible medir la frecuencia de oscilación de la tierra, con un período de 53 minutos". Los volcanes andinos fueron perturbados y desencadenaron una serie de erupciones por período prolongado.

En consideración a la enorme destrucción generada por el sismo y con motivo de los 60 años de su ocurrencia, hemos considerado conveniente traer a la memoria para conocimiento de las actuales generaciones la desaparición de las comunidades de La Pasada y Quenuir en el río Maullín.

La Pasada, según una interesante publicación de la profesora Doris Díaz García, en aquella época, era una pequeña aldea, ubicada cerca del río Maullín, con casas de madera de mañío y tejuelas de alerce de líneas sobrias y sencillas pero cómodas y sólidas capaces de soportar por años las inclemencias del clima sureño.

"El día de la catástrofe pasadas las tres de la tarde comenzó a moverse levemente el piso pero rápidamente el movimiento telúrico adquirió una inusitada violencia y la tierra se estremecía como si experimentara extensas convulsiones", registró la docente.

Acotó: "Cuando ya había pasado unos 15 minutos de aquella indescriptible pesadilla, aparecieron varias personas corriendo y gritando que nos salvemos, porque venía del océano una ola gigantesca. Contagiados por el miedo y la desesperación, solo alcanzamos a empaquetar algunas especies de abrigo y nos refugiamos en la escuela que se encontraba a una leve altura superior al resto del terreno. Superado este inminente peligro y cuando algunos hombres y los carabineros se aprontaban para retornar al destruido poblado y tratar de recuperar algo, una mayor ola de mayor magnitud le impidió esta humanitaria iniciativa, al mismo tiempo que nos obligaba a pernoctar por la noche".

escritor

En la localidad de Quenuir Bajo, que se ubicaba en la desembocadura del río del mismo nombre con el Maullín, la devastación fue total. El escritor calbucano Esteban Barruel consigna en su libro "Memorias de Chiloé y pueblos septentrionales en el siglo XX", los testimonios de varios sobrevivientes; sus relatos son dramáticos y a la vez tristes, y junto a la pérdida material dan cuenta del tremendo impacto emocional del evento sísmico.

"En Quenuir murió o desapareció el 50% de sus habitantes, solo quedaron 4 casas en pie. Posteriormente se encontraron cadáveres en las costas de Chiloé y Valdivia y entre los que lograron identificarse merecen mencionarse a don Luis González y los Cornejos", relató Flor Barría Sánchez.

"En Quenuir Bajo, que estaba al lado de la playa, se salvaron muy pocas personas. Allí había de 200 a 300 personas. El problema fue tan grave que don René Serón, que había sepultado a su señora hacía poco más de un mes, encontró el cadáver enredado entre unos alambres. En el mismo cementerio, que se encontraba en un sector de arena, aparecieron ataúdes y restos óseos", recordó el antiguo vecino Antonio Águila.

Después de 60 años del terremoto y tsunami del 22 de mayo los sobrevivientes no dejan de rememorar a sus amigos, vecinos y parientes que perecieron ese día. Este artículo está dedicado a ellos también a las generaciones que vendrán que tienen que mantener en la memoria el recuerdo de sus mayores, ese día el paisaje humano y físico de las comunidades del río cambiaría para siempre.


con terremoto en Ancud

"Cuando ya había pasado unos 15 minutos de aquella indescriptible pesadilla, aparecieron varias personas corriendo y gritando que nos salvemos, porque venía del océano una ola gigantesca".

Doris Díaz,, profesora.