Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Clasificados
  • Deportes
  • Servicios
  • Estrellas

El auge de las ollas comunes en Chiloé para paliar el hambre en los tiempos de esta pandemia

La solidaridad del chilote ha surgido de nuevo ante esta crisis sanitaria. Tres son las ollas comunes que funcionan activamente en Castro, en Dalcahue se iniciará una este próximo viernes y Ancud ya ha liderado dos de estas ayudas.
E-mail Compartir

María Eugenia Núñez G.

La pandemia del Covid-19 no solo ha ocasionado que miles de personas en todo el país estén contagiadas, sino que muchas también pierdan sus empleos, aumentando y transparentando los niveles de pobreza.

Sin embargo, esta crisis sanitaria ha enrostrado también la solidaridad, bajo el lema que "solo el pueblo ayuda al pueblo". A nivel país son muchas las ollas comunes que han nacido para enfrentar el hambre y la cesantía.

En Chiloé esta ayuda desinteresada surgida en el seno de las propias comunidades más populares, que ha sido protagonista de otras etapas de nuestra historia local, como en el terremoto del año 1960 o el 'Mayo Chilote' del 2016. Hoy vuelve a ser una importante articulación social con la creación de tres de ellas en Castro, dos en Ancud y una que debutará en pocos días más en Dalcahue.

En la capital provincial estas tres ollas funcionan, respectivamente, en Gamboa, en la sede del Deportivo Comercio; otra en la sede social de avenida Galvarino Riveros, más la que se ubica en el recinto vecinal de la población Inés de Bazán.

Tales iniciativas, la mayoría lideradas por mujeres, han traído de vuelta la forma de alimentarse de manera colectiva ante un escenario de desempleo y precarización laboral.

"Nosotros empezamos en marzo, se entrega comida los días miércoles y domingo, son alrededor de 140 raciones, algunas de ellas las entregamos a domicilio, principalmente a los adultos mayores y la gente en situación de calle que están cerca de calle Magallanes, el resto va con su ollita a buscar a la sede", consigna la dirigenta social Doris Chiguay, quien inició en Castro esta acción solidaria junto a otras dos vecinas.

Financiada por recursos propios y con la ayuda de algunos privados, la líder social explica que no ha sido fácil seguir con esta ayuda, pues los recursos escasean "y el bolsillo está colapsando", enfatizando que se seguirá trabajando en pro de quienes hoy más los necesitan.

Asimismo, detalla que algunas personas llegan desde temprano a la sede, "a quienes les ofrecemos un café mientras esperan por el almuerzo" y que, además, ante la pandemia han tomado todas las medidas sanitarias correspondientes.

Otra de estas ollas comunes castreñas es la ubicada en la sede social de la Inés de Bazán, que es liderada por seis dirigentas sociales, las que apoyadas por los aportes que realizan negocios del sector, pobladores y privados, entregan comida los martes y sábados.

"Viendo la necesidad que existe no podíamos estar indiferentes; fue así y siguiendo también el ejemplo de la señora Doris (Chiguay) que inició las ollas comunes en Castro, nos organizamos y la primera entrega de raciones la hicimos el 17 de mayo, fueron 83; hoy ya vamos en los 170 platos", indica la presidenta de la Junta de Vecinos La Campiña, María Trujillo.

Contando con el apoyo también de la Oficina de Asuntos Comunitarios de la Segunda Comisaría de Carabineros de Castro, esta olla común se ha transformado en una verdadera minga para salir adelante.

"Una señora nos dona la fruta para los almuerzos, también hicimos una campaña de papas y juntamos 81 bolsas, otra familia nos donó carne y así hemos estado. Algunas personas y guardando la distancia social, van a buscar con su olla el alimento, y a otras -que es la mayoría- lo llevamos a sus casas, como son abuelitos y postrados; en otras partes se lo dejamos a los presidentes de las juntas de vecinos y ellos lo reparten, como es el caso del campamento Los Álamos", precisa la castreña.

Agrega "que esta pandemia ha aumentado la necesidad de la gente, hay personas que perdieron sus empleos, gente de clase media que hoy se ha visto en la necesidad de recurrir a las ollas comunes, hay extranjeros también a quienes también se les ayuda; trataremos de mantener esta olla el tiempo que sea necesario, ojalá más personas se sumaran a esta iniciativa en Castro".

La tercera olla común de la capital insular está en el sector de Gamboa y es liderada por una iglesia evangélica. Esta ayuda social se entrega los miércoles y sábado.

comenzar y retomar

En tanto, en Dalcahue, la villa Suyai hará su primera olla común el próximo viernes 12 de junio.

"Ya tenemos 30 personas anotadas y esperamos llegar a unas 50, la idea nuestra es repartir las raciones, la ayuda es para las personas que realmente la están pasando muy mal económicamente hablando, que tienen carencias; además entregaremos comida también a las personas en situación de calle", apunta la presidenta de esta unidad vecinal, Marcia Velázquez.

Suma que "nos hemos conseguido aportes y la primera comida será mariscos, empezaremos una vez a la semana y esperamos sumar un día más, pero todo ello dependerá de las cooperaciones que logremos reunir".

Más al norte, las ollas comunes debutaron hace una semana; la primera de ellas se hizo el sábado pasado en la población Padre Hurtado, en Pudeto Bajo.

"Somos una organización de mujeres de la Red Shamar del Ministerio Jesucristo Rey, quienes siempre hemos realizados ayuda social, esta vez hicimos una olla común porque sabemos que hay personas que lo necesitan, por ello nos contactamos con el presidente de esa junta vecinal y nos coordinamos para poder entregar las raciones que fueron cien", expresa la líder de este colectivo, Marcela Llanquilef.

Integrada por 27 mujeres, esta agrupación social costeó esta olla común que ya sirvió porotos con riendas y sopaipillas.

"Para hacer la olla común tomamos los cuidados sanitarios correspondientes, nuestra idea es seguir apoyando a los vecinos que los necesitan, ya hemos entregado cajas de víveres, también esperamos hacer una once comunitaria, ojalá podamos sumar redes de trabajo para sacar esta ayuda adelante", aclara la isleña.

Una segunda olla común se realizó el pasado miércoles, en la población Cruz Roja, también en Pudeto Bajo, esta vez a cargo de la comunidad Wiñoy Newen y voluntarias.

Historia

El investigador chilote Renato Cárdenas consigna que las ollas comunes en Chiloé reflejan la forma de trabajar y vivir colectivamente, en ayudar a quien lo necesita desinteresadamente, no por caridad.

"En Chiloé hemos construido una historia económica y social a punta de mingas, medanes y días cambiados. El trabajo se paga con retribución laboral. Aquí una olla común es algo natural, tan natural como un caldero de reitimiento o un perol de cazuela de gallina para una minga", asevera el escritor.

Del mismo modo, reflexiona que "para el terremoto del '60 se hicieron ollas comunes en la Plaza de (Armas de) Castro y en muchos lugares de la ciudad, de Chiloé y de todo el sur de Chile. Se volvió a levantar esta idea durante la crisis de la dictadura a comienzos de los '80. Aquí, a los pies de la feria de calle Magallanes, en los patios de la familia Barría".

Añade que "reapareció en el levantamiento de mayo de 2016 (20 días) para asistir a quienes bloqueaban los caminos de la Isla Grande con barricadas para llamar la atención al Gobierno por el desastre ecológico que habían provocado las salmoneras y la marea roja que contaminaba nuestros mares. Hoy se vuelve a organizar la población para tener comida en ollas comunes".

Por su parte, Daniella Gac, socióloga e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo Regional y Políticas Públicas (Ceder) de la Universidad de Los Lagos, menciona sobre la irrupción de las ollas comunes que apuntan a un "modelo de colaboración o solidaridad de las personas para enfrentar este momento de crisis económico, frente a la pandemia".

"Viene a reinstalar una práctica que ha estado presente en diversos momentos de crisis de la historia de Chile, como parte de las estrategias de sobrevivencia que los sectores de menos recursos de nuestra sociedad utilizan para enfrentar estos eventos. Un aspecto importante de relevar es la relevancia que adquieren las mujeres como gestoras, operadoras y movilizadoras de estas instancias", puntualiza la experta.

Aclara que en cada momento histórico en las que se han instalado han existido características particulares a considerar. "Las ollas comunes actuales se caracterizan por el importante rol que han tenido el uso de redes sociales para articularse entre las organizaciones sociales y grupos de personas particulares, las que establecen redes de solidaridad para apoyarse frente a contexto social de desprovisión de recursos, desprotección social y vulnerabilidad social económica, de un número cada vez más significativo de la población. Es importante señalar la relevancia que tuvo el refortalecimiento del tejido social de las comunidades territoriales, barriales y poblaciones de nuestro país como consecuencia del estallido social y el trabajo de cabildos ciudadanos gestados en ese marco", afirma la magíster en Desarrollo Urbano.

Gac enfatiza que la magnitud y la cantidad de organizaciones sociales que han impulsado a escala local las ollas comunes, que son posibles de contabilizar actualmente, tienen estrecha relación con la vulnerabilidad del sistema de provisión y seguridad alimentaria en nuestro país.

"Viene a poner en evidencia situaciones de hambre o escasez de alimentos que vivían aproximadamente medio millón de personas en nuestro país, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y que en el actual momento que atraviesa el país se han multiplicado de manera ostensible, dando cuenta que los apoyos estatales en sus diversas escalas territoriales no tienen herramientas efectivas para garantizar el acceso a los alimentos para toda la población de nuestro país. Razón por la cual no queda más alternativa que generar sistemas de abastecimiento que surgen de la autogestión ciudadana", subraya la también doctora en Ciencias Sociales.

La experta cierra que "lo que se hace urgente es diseñar medidas que permitan instalar políticas de distribución de recursos y alimentos, donde es urgente establecer canales estatales fluidos entre el nivel central y el nivel local".

"La olla común apunta al modelo de colaboración o solidaridad de las personas para enfrentar este momento de crisis económico frente a la pandemia (del Covid-19)".

Daniella Gac,, socióloga de ULagos.

"Para el terremoto de 1960 se hicieron ollas comunes en la Plaza de Castro y en muchos lugares de la ciudad, de Chiloé y de todo el sur de Chile".

Renato Cárdenas,, investigador chilote.

"Una señora nos dona la fruta para los almuerzos, también hicimos una capaña de papas y juntamos 81 bolsas, otra familia nos donó carne y así hemos estado".

María Trujillo,, dirigente social de Castro.

Marcela Llanquilef,, líder social de Ancud.

"Para hacer la olla común en Ancud tomamos los cuidados sanitarios correspondientes; nuestra idea es seguir apoyando a los vecinos que los necesitan".

El 12 de junio la villa Suyai de la comuna de Dalcahue realizará su primera olla común.

3 ollas comunes funcionan en Castro: Inés de Bázan, Gamboa y Galvarino Riveros.

22 de mayo de 1960 fue el terremoto. Tras ello hubo una recordada olla común en la plaza de Castro.

2 ollas comunes se han realizado en la comuna de Ancud en el populoso sector de Pudeto Bajo.