Pandemia también afecta la restauración de iglesias isleñas
Las faenas en la iglesia más famosa de las 16 que son el conjunto del Patrimonio de la Humanidad, San Francisco de Castro, podrían retomarse este mes, tras una detención desde marzo. También interrumpido está el proyecto del edificio religioso de San Juan, Dalcahue.
Detenido desde marzo y a la espera de retomar en este mes, siempre que el clima y la pandemia lo permita, está el proyecto de refacción en la Iglesia San Francisco de Castro y que considera básicamente un mejoramiento de la techumbre.
El monto total de la iniciativa ejecutada por el Convento Franciscano asciende a $106.888.150, de los cuales 96 millones fueron aportados por el Fondo del Patrimonio Cultural 2019.
Tal obra considera la reparación de los tabiques del cimborrio, tanto a nivel estructural como revestimientos y terminaciones; el aplome de las columnatas, y la reparación de los puntales exteriores. El cimborrio es un elemento arquitectónico en forma de torre erigido sobre el crucero de un templo que permite iluminar y ventilar el interior.
"Es una iglesia bastante compleja por su estructura", afirma el director ejecutivo de la Fundación de las Iglesias Patrimoniales (FIP) de Chiloé, Patricio Álvarez, recalcando la detención "por la situación del coronavirus".
"También tenemos un problema complejo en Chiloé con los suministros, muchos proveedores no están enviando, por ejemplo, tejuelas", sumó el representante del organismo no gubernamental cuyo directorio es presidido por el obispo de Ancud, Juan María Agurto.
Diseñada por el italiano Eduardo Provasoli, la iglesia terminó de edificarse en 1912 y su actual intervención lleva cerca de 40% de avance. Ya en el 2018 hubo un cambio de la techumbre, acota la arquitecta Katerine Araya, quien expresa que durante la anterior labor quedaron al descubierto los mencionados problemas.
"Empezamos en febrero, con buen tiempo centramos el trabajo en lo más alto: en los tambores, en reparar algunas ventanas (…). Y a finales de marzo suspendimos por la emergencia sanitaria", comparte la profesional.
"A partir del 1 de julio vamos a retomar con una cuadrilla más reducida (de carpinteros isleños); empezamos sobre todo en el aplome de columnata y los puntales", añade con la esperanza de que en los días de buen tiempo atmosférico se trabaje en el cimborrio, "siempre evaluando semana a semana el tema de la pandemia".
En el mejor de los casos restarían unos dos meses de faenas. "El cimborrio quedó a medio terminar y ha habido tanta lluvia que se está mojando mucho por dentro y está dañando la estructura interna (de la iglesia)", apunta el padre Julio Campos, párroco de la Parroquia Apóstol Santiago, consciente de un actual "invierno duro" y de que las condiciones climáticas podrían retardar las labores del mejoramiento.
Aun en pandemia y sin oficios religiosos, el templo está abriendo de lunes a sábado de 9.30 a 14 horas y los domingos de 9 a 17 horas, "como un modo de contención" para los fieles, reseña el franciscano.
Poblado dalcahuino
Otra iniciativa pendiente es la restauración del piso y culata de la Iglesia San Juan Bautista del pueblo dalcahuino homónimo, con una inversión inicial del mismo fondo del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural por 151 millones de pesos, más un desembolso extra para arqueología.
"En realidad, las faenas están suspendidas de antes (del coronavirus), porque en el subsuelo hay un sitio arqueológico", justifica Araya, contando que por ello se debió pedir un permiso adicional al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
Estas últimas labores, que deberá efectuar en forma intensiva un equipo profesional de Santiago, se requieren para iniciar la ejecución del proyecto propiamente tal, el que debió partir en marzo para una duración de unos cinco meses, estando a cargo de la misma fundación.
El templo presenta un serio problema de hundimientos diferenciados que debe resolverse reemplazando piezas en mal estado del sistema constructivo tradicional, y además se tienen que solucionar las filtraciones hídricas en la culata del inmueble.
Tal intervención se retomará una vez que el CMN entregue la autorización que aguarda la fundación en tiempos de pandemia, situación que eventualmente ha retrasado el proceso. "Según investigaciones, todo el pueblo de San Juan está sobre un conchal (prehispánico); la iglesia estaría sobre conchales, primero, y también habría cuerpos, porque era muy común en Chiloé enterrar allí a personas muy reconocidas de la comunidad", expone Patricio Álvarez.
La fuente de la FIP menciona que "lo único que pudimos hacer en el verano fue instalar los cercos de perfección" y llevar algunos materiales, recordando que el templo también sufrió daños en el pórtico en diciembre del año pasado, tras el choque de un camión de una empresa involucrada en la construcción de la costanera de San Juan.
La arquitecta Araya manifiesta que por tres vías se canalizaron los recursos para costear lo adicional por la arqueología, que de unos 10 millones del proyecto inicial sumó otros $37 millones. "Todos los trabajos de excavaciones los tienen que hacer los arqueólogos, que era algo que no teníamos contemplado cuando postulamos el proyecto", cierra.
Y a la espera actual de avances de las dos iniciativas, el próximo 30 de noviembre se conmemorarán 20 años desde que el comité respectivo de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) declaró 14 iglesias chilotas como Patrimonio de la Humanidad, incluyendo la castreña y la sanjuanina. Otras dos se sumaron al sitio en el 2001.
"También tenemos un problema complejo en Chiloé con los suministros, muchos proveedores no están enviando, por ejemplo, tejuelas".
Patricio Álvarez, director, ejecutivo de la Fundación de las Iglesias Patrimoniales de Chiloé.
30 de noviembre de 2000: el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco incorpora a su listado a 14 iglesias de Chiloé. En 2001 se sumaron otras dos al sitio.