columna de opinión
Los recursos están, conocimientos y tecnologías están, las personas están. La decisión la tendremos que tomar entre quienes tienen el poder económico, político y social.
Juan Carlos Viveros Kobus,, ingeniero comercial, asesor en desarrollo sostenible y humano
La emergencia sanitaria y la hecatombe económica del coronavirus siguen marcando la pauta noticiosa planetaria. El "huracán Covid 19" sopla con ráfagas huracanadas que dejan en evidencia la precariedad de la salud global y el desplome de productos internos brutos, así como el colapso de micro y pequeñas empresas, incluso de las más grandes también. Sin lugar a ninguna duda, un momento histórico del que algo habíamos oído, pero que jamás imaginamos nos tocaría vivir.
Grandes filósofos del mundo son citados en medios de comunicación masiva, tratando de explicar que está pasando, así como los posibles escenarios que se nos ciernen. Impactantes videos llegan desde China, mostrando una impresionante realidad de inteligencia artificial, big data, para el control de la población, ofertado como el gran remedio para superar la emergencia y que el gigante asiático "vendería" a los demás países como "la receta".
Los panoramas más desoladores hablan de un escenario post Covid con hambruna, incluso una especie de "guerra permanente", donde nuestro único destino será el "sobrevivir" en una sociedad política/económica de dictadura digital. Otros vislumbran una debacle "intencionada" para instaurar un nuevo orden mundial, una nueva economía, con alto nivel de automatización, 5G, internet de las cosas y dinero electrónico; un sistema donde somos reducidos a "consumidores", bajo total registro en la nube global de lo que pensamos, sentimos y preferimos.
Inquietud
Entre tantos augurios, nos preguntamos legítimamente, que sucederá en Chile. Por estos "lares", las frases que resuenan son el "retorno a una nueva normalidad ", o que la "forma de hacer las cosas" ya no será igual. Podríamos inferir de esto que ya hay una nueva manera decidida. Algo sabemos en Chile de modelos impuestos, creados en otras latitudes y luego implementados sin nuestra aprobación ni conocimiento.
Ante tanto análisis y proyección, en su mayoría abrumadores, podemos señalar que la realidad histórica nos muestra de manera evidente que desde el caos emana el orden o dicho "a la chilota" después de un temporal siempre viene la calma. Ello es una verdad innegable, así lo comprueban también las eternas llegadas de coloridas primaveras, luego de crudos inviernos o resplandecientes amaneceres, tras largas noches oscuras.
Reconociendo ese legado de sabiduría ancestral, en estas islas milenarias, no sabemos qué rumbo tomara esta sociedad moderna, enfrentada a sus propias contradicciones y miedos. Lo que, si sabemos, es que el alma humana es libre, siempre lo fue y lo será. Desde esa libertad tenemos un derecho universal, que es el derecho a expresar lo que sentimos, lo que pensamos, decimos y hacemos. Enfrentados a tamaña incertidumbre, se nos abre una inmensa oportunidad, cual es la disyuntiva de "volver para ser los mismos o volver renovados".
Para ir cerrando este espacio, debo decirles, con los pies bien puestos en la tierra, que no me preocupa tanto el virus; la humanidad siempre los ha derrotado. Me ocupa principalmente que como Homo Sapiens, empecemos a pensar con el corazón. Quizás no somos la mayoría, pero en el mundo, somos millones. Desde esa nueva mente que siente, podemos convertir esta gran crisis en una mayor oportunidad y como mágica alquimia, transmutar los tristes augurios en una "reactivación transformadora", donde el desarrollo sostenible en lo social, económico, ambiental y cultural sea la piedra angular del modelo. ¡Lo tenemos todo!
Para no correr el riesgo de parecer utópico, dejo claro que el camino que vayamos a elegir depende de todos. Los recursos están, conocimientos y tecnologías están, las personas están. La decisión la tendremos que tomar entre quienes tienen el poder económico, político, tecnológico, social y cada una, uno de nosotros.
Con total certeza, si despertamos a paradigmas como solidaridad, colaboración y participación, estaremos a tiempo de construir un modelo más sostenible y humano. Si algo sabemos, es que caminante no hay camino, se hace camino al andar. Si algo nos regala nuestra cultura ancestral, es que lo que sembremos hemos de cosechar.