columna
Lo que la pandemia nos recordó sobre la inclusión
Este año ha estado lleno de cambios, desafíos y oportunidades. Como profesionales, que apoyamos a los alumnos con necesidad educativas especiales, tuvimos que reinventarnos y, al mismo tiempo, volver a lo esencial y a preguntamos ¿cómo estamos haciendo nuestras terapias? ¿Cómo ayudamos a nuestros niños y niñas a ser realmente incluidos, aceptados y valorados por su entorno?
La teleterapia recordó la importancia de lo que sabemos cómo profesionales desde nuestra formación académica, pero que muchas veces no le damos el peso suficiente: el rol de la familia como coterapeuta y de cómo nuestro apoyo a los niños y niñas, solo va a poder tener un real impacto cuando, además de intervenirlos a ellos, debemos volver a los padres y familiares en nuestros mejores coterapeutas.
La terapia fonoaudiológica, muchas veces, es extensa. En algunas condiciones comunicativas, el ideal es más de una sesión a la semana, generando un gasto mensual importante para las familias, las cuales además deben asistir a otros profesionales. Por lo tanto, qué importante es no solo incluir a las familias a las terapias como espectadores o realizadores de "tareas", sino que realmente volverlos coterapeutas y trabajar con ellos, tanto como trabajamos con los niños y niñas que atendemos. De esa forma, podremos lograr un real impacto en la terapia ya que estaremos enriqueciendo directamente en el contexto real, en el cual está inmerso un niño, su familia.
Probablemente al lograr que nuestros padres sean los mejores coterapeutas, podremos lograr que el niño tengo un real proceso de inclusión partiendo por su familia empoderada, lo cual posteriormente nos ayudará a impactar en sus otros contextos: colegio, amigos y entorno.
Dayna Damiani Arias, académica de la Escuela Fonoaudiología, U. Andrés Bello