Ciencia y política: en busca del eslabón perdido
El divorcio entre ciencia y política es un fenómeno que hoy más que nunca se visibiliza a la hora de enfrentar amenazas planetarias como el cambio climático, la pandemia, el deterioro de los ecosistemas naturales, crisis del sector alimentarios, entre otros. Claramente la conversación entre científicos, políticos y gobernantes, es débil y con constantes conflictos, lo que genera un deterioro de la efectividad en la toma de decisiones que afecta directamente el bienestar de la población.
Impactante es escuchar a la científica Maisa Rojas el pasado año a propósito de este divorcio en la temática del cambio climático: "Llevamos 30 años negociando y no hay grandes cambios; todas las COP han sido un fracaso" refiriéndose a que la COP25 organizada por Chile fue un fracaso para el mundo, porque las emisiones contaminantes siguen siendo crecientes.
O escuchar a la presidenta del Colegio Médico Itkia Sitches, a propósito de este divorcio en la temática de covid 19: "Las únicas veces que me escuchan es cuando efectivamente hago declaraciones un poco más altisonantes" y que la mesa social covid "no funciona, esa mesa social para llegar a acuerdos, no es una instancia que tenga poder, no corta nada, es una cuestión a la que voy pero me sirve como denuncia".
La relación ciencia, políticos y gobernantes enfrenta un gran desafío. Por un lado, se tiene que activar capital social para que, a través de la cooperación, confianza y reciprocidad, las universidades y centros de investigación se incorporen a los espacios donde se toman las decisiones. En segundo lugar, que los científicos aprendan a comunicar y articularse de una manera adecuada para influir en la política pública. Sin confianzas mutuas, el divorcio no tiene ninguna posibilidad de superarse. La urgencia de fortalecer la relación y la comunicación continua entre ciencia, política y gobierno es una necesidad imperante.
Lo anterior nos lleva a preguntarnos sobre el propósito de cada actor ¿Al servicio de quién están los políticos, gobernantes y científicos? El descontento social y las crecientes exigencias de participación ciudadana en el devenir de la sociedad, generan la urgencia de encontrar el eslabón perdido para poder trabajar de manera colectiva en la construcción del mundo que queremos, más justo socialmente, y más sustentable ambientalmente.
La ciencia no es la única participante en la toma de decisiones en el mundo político, sin embargo, si no se considera el conocimiento científico, se está desechando una herramienta poderosa para conocer la realidad y resolver los problemas. La Universidad de Los Lagos tiene el gran desafío de cambiar el modo en que se realiza ciencia en su entorno significante. Implementar un modelo de diálogo donde a través de la comunicación y coordinación, se puedan enfrentar la resolución de problemas de investigación en conjunto con los actores claves del territorio, es fundamental. Por esto es que el programa Redes Territoriales de Investigación busca generar una sinergia a través de la generación de preguntas científicas pertinentes regionalmente construidas con el mundo público, privado y la sociedad civil.
El camino está comenzando, pero ya existen evidencias concretas de que el capital social se está generando. La insostenibilidad del modo de funcionar actual ya está a la vista. ¿Qué esperamos entonces para actuar?
"El divorcio entre ciencia y política es un fenómeno que hoy más que nunca se visibiliza a la hora de enfrentar amenazas planetarias como el cambio climático, la pandemia, el deterioro de los ecosistemas naturales, crisis del sector alimentarios, entre otros. Claramente la conversación entre científicos, políticos y gobernantes, es débil y con constantes conflictos".
Sandra Ríos, directora, de investigación de la Universidad de Los Lagos, sede Chiloé