Primer 10%: un voto humanitario
Pasó un año desde que aprobamos en el Senado el proyecto de ley que permitía el primer retiro de los fondos previsionales. A esas alturas nadie suponía que la pandemia se extendería por tanto tiempo, ni mucho menos que sería necesario aprobar nuevas iniciativas similares.
Siempre dijimos que esta iniciativa no nos gustaba, porque a la larga genera un daño irreparable a millones de personas en sus futuras pensiones, pero en ese momento la necesidad era tal que se hacía necesario aprobar este proyecto asumiendo todos los costos que ello implicaba. Algunos se molestaron, nos acusaron de hacer triquiñuelas; nos trataron de populistas, de demagógicos y anticiparon verdaderos efectos apocalípticos para nuestro país; pero la realidad fue otra, y se comprobó que ese primer retiro fue importante para reactivar la economía que se encontraba por el suelo a raíz de los extensos confinamientos que vivía buena parte del país.
Siento que en ese momento pudimos dar a nuestro sector una lección de humanidad, que le permitiera a nuestro Gobierno colocarse en el lugar del otro y que entendiera la gravedad de las consecuencias que esta pandemia estaba dejando en millones de hogares, muchos de ellos de Chiloé y que, como bien sabemos, ha sido particularmente golpeada por este coronavirus. Luego de eso, hubo un cambio, y más pronto que tarde, comenzaron a llegar ayudas reales, como los aumentos en el IFE que posteriormente terminaron siendo universales.
El tiempo nos dio la razón, luego de eso vino el segundo y tercer retiros, pero es otra historia. En aquella ocasión dimos un voto humanitario y cristiano, que permitió que millones de familias pudieran enfrentar la pandemia. Hoy, cuando ya ha pasado un año, tengo la plena convicción que en ese momento tomamos la decisión correcta y, de la misma forma, es hora de comenzar a retomar la normalidad y buscar los mecanismos que permitan restituir el dinero con el que millones de personas pudieron autoayudarse.