columna de opinión
Chiloé Región, un paso atrás para la descentralización
Mañana la Comisión de Descentralización, Equidad y Justicia Territorial de la Convención Constitucional sesionará en la ciudad de Ancud. Esta instancia potencia la idea instaurada hace años sobre "Chiloé Región", mostrándose como una tentación y oportunidad para algunos políticos de nuestra isla. Sin embargo, la propuesta no deja de ser un atractivo eslogan facilista que no va al fondo de los problemas territoriales.
La idea de convertir a Chiloé una región sigue la retórica de años, la cual busca fragmentar los territorios para la creación de nuevas regiones en nombre de una falsa quimera descentralizadora. Esta se presenta además como una medida contraria a la evidencia o estudios actuales, por lo que ni siquiera se puede discutir de manera racional sobre esta pretensión política de división territorial. Es importante, por lo demás, no olvidar que los últimos pasos e intentos descentralizadores del país, no han sido capaces de articular una fórmula que permita otorgar mayor autonomía, control y transparencia o mejoras en mecanismos de gobernanza en las diferentes unidades territoriales, junto a estímulos de inversión regional, o incluso disminuir brechas.
En sintonía al estudio elaborado por Fundación P!ensa, denominado "Macrorregiones: una propuesta para el proceso constituyente", destacan valiosos aportes para una nueva configuración territorial. Avanzar principalmente en, al menos, siete macrorregiones, que permitiría no solo robustecer los presupuestos regionales, sino también otorgar mayor autonomía y así dotar de mayores atribuciones a las autoridades regionales, las cuales podrían nutrirse de una mayor población votante, es decir, el peso político que tenga una región dependerá del tamaño de su población respecto a otras regiones y mejorar la calidad de la democracia en tanto a la carrera por el poder. En ese sentido, se vuelve necesario subir a rango constitucional las macrorregiones para su mejor aplicabilidad en largo plazo.
Seguir fragmentando o atomizando las regiones solo logrará aumentar el centralismo de la Región Metropolitana de Santiago, en desmedro de las demás regiones. Incluso, degrada el desarrollo político, económico y administrativo que poseen, a costa de aumentar la burocracia estatal, sin ninguna garantía real sobre los efectos positivos que pudiera tener una nueva división de la Región de Los Lagos.
Por otra parte, nuestra región, incluida la provincia de Chiloé, debe propender a aumentar su competitividad, con incentivos reales a la actividad privada y colaboración de la sociedad civil. Mejorar la conectividad, salud, empleo u otros, pues no basta simplemente con pensar que por crear una nueva región habrá una mayor inyección de recursos, como indica Lars Feld: "La descentralización fiscal no da lugar a un mayor crecimiento económico, ya que el crecimiento económico es mucho más impulsado por factores distintos de los impuestos y el gasto, por ejemplo, aumentos en los avances tecnológicos y la mejora del capital humano".
Disminuir las brechas territoriales implica grandes esfuerzos, pero también es una cosa de incentivos, siendo varios de ellos ajenos a un proceso de atomización territorial. Sin embargo, se necesita de una amplia discusión técnica, como también tener políticos responsables; no podemos hacer de un sendero de buenas intenciones un jardín de la demagogia.
"La idea de convertir a Chiloé una región sigue la retórica de años, la cual busca fragmentar los territorios para la creación de nuevas regiones en nombre de una falsa quimera descentralizadora (...). Disminuir las brechas territoriales implica grandes esfuerzos, pero también es una cosa de incentivos, siendo varios de ellos ajenos a un proceso de atomización territorial. Sin embargo, se necesita de una amplia discusión técnica, como también tener políticos responsables; no podemos hacer de un sendero de buenas intenciones un jardín de la demagogia".
Sebastián Millán Calisto,, colaborador asociado de Ciudadano Austral