Infraestructura hospitalaria, una deuda con Chiloé
Tal como lo demostró la pandemia del covid-19 en nuestro país, la red salud primaria y hospitalaria necesita ser reforzada para la atención oportuna y eficaz de la población, en cuanto dotarla de infraestructura moderna y acogedora, medios técnicos e insumos suficientes, además de personal y profesionales idóneos, con un compromiso a toda prueba por sus pacientes.
En Chiloé estamos viviendo todavía un proceso de modernización de la infraestructura hospitalaria en Ancud, Quellón y esperamos avanzar próximamente también en Castro y Queilen. Este último caso del hospital comunitario resulta verdaderamente lamentable, ya que tras el incendio que lo afectó en 2014, la comunidad queilina ha esperado los últimos 7 años para ver culminada una obra que ha pasado por cuatro licitaciones fracasadas y que ciertamente debe ser reevaluada en cuanto a su presupuesto estimado.
En contraste, los seis mil habitantes de Queilen solo cuentan hoy con un recinto habilitado en containers que, por cierto, no responde a las necesidades, a las condiciones ni a criterios de dignidad que requieren y merecen los vecinos y vecinas de esta comuna chilota.
Además de la infraestructura, tan necesaria en la provincia, necesitamos que nuestros principales centros de salud en los sectores insulares tengan la capacidad de responder ante emergencias en un territorio donde las dificultades de conectividad son evidentes y cotidianas. Frente a esta realidad, en los últimos días se aprobó en la Cámara de Diputados un proyecto de resolución de mi autoría que, entre otros aspectos, solicita al Presidente de la República que instruya a la Subsecretaría de Redes Asistenciales para que se implemente una mayor dotación de lanchas ambulancia en sectores como Quemchi, Curaco de Vélez, Quinchao, Castro y que además abarque zonas de Calbuco e islas Desertores, en la comuna de Chaitén.
En forma específica hemos realizado esta solicitud desde la Cámara Baja para que se implemente un plan nacional de vigilancia y control, que a su vez refuerce la prevención, el diagnóstico y el tratamiento en pacientes con síndrome cardiopulmonar por hantavirus, enfermedad transmitida al ser humano por roedores silvestres y que tan solo este año ha sido causante de cinco fallecimientos y 24 contagios, más de la mitad de los cuales se registraron en las regiones de Los Lagos y Los Ríos.
El alto número de casos que se constatan cada año, la alta letalidad que presenta este virus y que es cercana al 40%, sumado al mayor riesgo de contraer el virus en la época peak para el turismo, como es el verano, son factores que justifican los esfuerzos que estamos realizando desde el Congreso por dotar de los adelantos necesarios a la red de salud hospitalaria.
Un ejemplo concreto lo vivimos en Osorno y Puerto Montt, donde por falta de equipos de oxigenación por membrana extracorpórea, pacientes contagiados con hantavirus han tenido que ser derivados a ciudades más distantes en busca de la adecuada atención. Sin duda que mejorar la salud y calidad de vida de nuestras vecinas y vecinos justifica con creces todo este esfuerzo.