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Tres actividades (no sexuales) para potenciar la intimidad
El sexo puede ser riquísimo, pero ¿alguna vez te has encontrado un billete de $5.000 en el bolsillo de un pantalón viejo? o ¿le has pedido a alguien que te rasque la espalda y logra encontrar el punto exacto donde te pica? Más allá del sexo, hay muchos otros placeres en la vida, cosas que nos hacen sentir bien, nos tranquilizan o simplemente nos sacan una sonrisa.
Cuando se trata de relaciones, ¿alguna vez has trabajado deliberadamente en el vínculo íntimo que compartes con tu pareja? Esa conexión en una relación es a menudo la fuerza impulsora detrás del buen sexo, pero también es lo que te hace sentir seguridad y protección.
Cuando se habla de "intimidad", hay una tendencia a pensar en sexo. Aquí hay tres actividades para ayudarte a potenciar la sensación de cercanía con tu pareja fuera de la cama.
Microafectos: un microafecto es un pequeño gesto o acción que transmite nuestro amor y aprecio por alguien. Podría ser físico: tomarse de la mano, abrazarse, mantener el contacto visual o tocarse suavemente durante el día. O bien, podría ser verbal: diciéndole que l@ quieres, tirando algún piropo, dándole las gracias o preguntándole cómo le fue en el día.
Muchas veces son las pequeñas acciones las que se suman para marcar una diferencia real y los microafectos en las relaciones hacen precisamente eso.
Bailar: no necesitas ser Michael Jackson o los Power Peralta para bailar en el living de la casa con tu pareja. Los únicos requisitos son la voluntad de hacerlo y una buena cuota de sentido del humor.
Un estudio publicado en Biology Letters destaca cómo bailar puede fortalecer los lazos sociales, mejorando el estado de ánimo, la confianza y, lo que es más importante, la intimidad.
Conversaciones vulnerables: en 1997, Arthur Aron, psicólogo social y director del Laboratorio de Relaciones Interpersonales de la Universidad de Stony Brook, se propuso aprender sobre la vulnerabilidad y su conexión con la intimidad. Juntó a parejas de estudiantes que no se conocían y les dio 45 minutos para hacerse preguntas: a la mitad se les dieron preguntas que eran concretas y superficiales, y a la otra mitad se les dieron preguntas que iban en orden creciente de profundidad.
Lo que vieron los investigadores fue que el segundo grupo formó un vínculo mucho más profundo, muchos se hicieron amigos más allá del estudio, ¡y dos participantes incluso se comprometieron!
Hay algo realmente especial en construir una relación en la que se pueda ser completamente vulnerable el uno con el otro. Cuando esto sucede, se crea una base segura y de confianza. Entonces, podrías profundizar un poco más en tus conversaciones y ver lo que descubres.
Rodrigo Jarpa/@rodrigojarpa, Magíster en Psicología Clínica y Doctor en Sexualidad Humana