Recalcan la importancia de preservar las poblaciones chilotas de los cetáceos en el Día Mundial de las Ballenas 2022
Esperan compromiso de la próxima ministra del Medio Ambiente para dar cumplimiento a compromisos internacionales suscritos por el Estado para la protección de la fauna y el mar.
Ayer se celebró en todo el orbe el Día Mundial de las Ballenas, recordando que desde 1980 cada tercer sábado de febrero se conmemora esta fecha gracias a la iniciativa de Greg Kauffman, fundador de Pacific Whale Foundation.
Si bien la fecha se suele confundir con que el 23 de julio de 1986 la Comisión Ballenera Internacional (CBI) decidió proclamar el Día Mundial Contra la Caza de las Ballenas, el propósito es el mismo: preservar a estos cetáceos de múltiples amenazas, considerando que varias especies en diversos momentos de la historia han estado en riesgo de extinguirse por persecución indiscriminada.
Las ballenas han sido muy apetecidas comercialmente debido a los distintos productos que se pueden obtener de ellas: carnes, grasas y materia prima para productos de belleza. Además, en el siglo XIX la caza de estos cetáceos creció muchísimo, ya que se perfeccionaron las tecnologías para darles muerte, como los arpones.
En el caso de Chile, desde el siglo XVIII, empresas extranjeras que venían de Francia, Estados Unidos e Inglaterra mayormente comenzaron a cazar ballenas, les siguieron nacionales y no se detuvieron hasta que el país se adhirió a la CBI. Aterrizando la realidad de estas majestuosas criaturas al plano local, en Chiloé estos animales encuentran aparentemente refugios "perfectos".
En el caso puntual de la ballena azul, también llamada rorcual gigante o alfaguara (Balaenoptera musculus), alrededor de 300 ejemplares vienen a alimentarse y cuidar a sus crías anualmente en las aguas del golfo Corcovado. Pero también se les ven en el noroeste de la Isla, en Ancud, donde este verano se han registrado asombrosos avistamientos de especies como jorobadas (Megaptera novaeangliae).
Aunque hasta el momento no hay pruebas suficientes que aclaren las razones de por qué aquellos mamíferos viajan hasta el Archipiélago, se sabe que la oceanografía de esta parte del país produce una mezcla entre las aguas dulces procedentes especialmente de ríos y montañas con las oceánicas encerradas en fiordos y canales, ambas cargadas de nutrientes. Esa combinación tendría consecuencias benéficas.
En el 2001 nació el Centro de Conservación Cetacea para promover la participación activa e informada, así como la cooperación entre organizaciones, instituciones y personas para encontrar soluciones en conjunto a las crecientes amenazas que enfrentan los cetáceos.
Al respecto Bárbara Galletti, presidenta de dicha entidad, explica la relevancia que tiene el Archipiélago la vida de estos seres: "Las aguas principalmente del noroeste de Chiloé son visitadas frecuentemente por distintas especies de ballenas, principalmente la ballena azul, es un área de alimentación muy importante, y en el noroeste de Chiloé, aproximadamente entre la altura de Osorno y Cucao, se encuentra la mayor concentración de ballenas azules del hemisferio sur, así de importante es para esta especie".
En tal sentido, la profesional alerta que "es una especie en peligro, es la ballena más grande de todas y se alimenta todos los años en estas costas por la alta productividad de estas aguas en esta época".
Galletti suma que este mamífero es clave para la salud de los océanos, ya que su excremento enriquece distintos ecosistemas marinos y también su presencia en ellos regula la presencia de plancton con su alimentación. "El kril es su principal alimento y esta es un área de florecimiento muy importante de fitoplancton y eso atrae justamente al kril; esto es muy importante no solo para la conservación de la especie, sino para la salud de los ecosistemas porque las ballenas contribuyen enormemente a proveer servicios ecosistémicos y mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos".
La fuente añade que "la caca de las ballenas fertiliza los océanos, a través del aporte de nutrientes como nitrógeno, fósforo que permite el crecimiento de algas".
AMENAZAS
Además de las especies mencionadas, varias otras viven al menos durante alguna época del año en el Archipiélago, sin obviar a otros cetáceos.
En general, todos ellos pueden verse amenazados con acciones que podrían perjudicar a las poblaciones, como por ejemplo la contaminación acústica de las propias embarcaciones. A ello se une el turismo de observación de estas criaturas, pero para que esta actividad no ponga en riesgo a estos vertebrados, es una obligación el cumplir con las medidas establecidas por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura en cuanto a las distancias mínimas de observación (de 100 a 300 metros dependiendo la especie), dado que la cercanía de las naves perturba sus actividades, lo que podría disminuir el número de visitas de ballenas hasta Chiloé.
"La zona no solo es frecuentada por la ballena azul que es la que más frecuenta esta zona en esta época, también este año ha habido muchas ballenas jorobadas en este sector, que es otra especie que frecuenta estas aguas, pero no es tan regular como la ballena azul; otra especie muy importante que es la población de ballena franca austral, que se ha registrado a los alrededores de Chiloé, y esta población que se encuentra entre Chile y Perú está en peligro crítico, quedan menos de 50 animales maduros", relata Galletti.
Si bien estos mamíferos acuáticos ya no se ven altamente amenazados por la caza como hace décadas atrás, actualmente enfrentan otro gran problema: la contaminación marítima provocada principalmente por los desechos plásticos. Se estima que 8 millones de toneladas de este material terminan en el mar cada año.
Son diversas las organizaciones civiles que constantemente laboran en adoptar prácticas favorables para la preservación de esta y otras especies marinas.
"Nuestra ecorregión marina Chiloé-Taitao es un lugar de esperanza para la biodiversidad del planeta. En particular un ecosistema único, un hábitat de ballenas como la ballena azul, jorobada y sei que en torno al golfo del Corcovado, golfo de Ancud e isla Guafo encuentran un maritorio de alimentación prioritario para su protección y puesta en valor", sostiene Juan Carlos Viveros, integrante del Movimiento Defendamos Chiloé.
En cuanto a iniciativas concretas, el activista hizo hincapié en que se hace imprescindible fomentar prácticas productivas acuícolas que favorezcan la conservación del ecosistema, la prevención y mitigación de impactos en las zonas de influencia de las operaciones de estas empresas.
Es por esto "que en este Día Mundial de las Ballenas, Defendamos Chiloé está enviando una carta a la nueva ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas, donde pedimos que los compromisos internacionales que asumió Chile en el Acuerdo de París y sucesivas COP (Conferencia de las Partes, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), los NDC (contribuciones determinadas a nivel nacional) en materia de áreas marinas protegidas comiencen a trabajarse de verdad, cosa que lamentablemente en el saliente Gobierno no ocurrió".
Según el profesional ancuditano, es "de suma importancia que de una vez por todas entendamos que la protección y luego restauración de ecosistemas como los de las ballenas no solo son una solución a la actual emergencia climática, sino además una enorme fuente de empleo y de actividad económica, pero de manera sostenible".
Recalca Viveros que "la acuicultura intensiva tiene bajo amenaza a estas especies únicas, es hora de resolver todo esto".
Por su parte, el asesor ejecutivo de Mission Blue -iniciativa de protección de los océanos a través de áreas protegidas- Maximiliano Bello, dice que "las ballenas son un ejemplo de que podemos cambiar. Hubo un momento en que fue una industria gigantesca alrededor del planeta, que llevó a las ballenas prácticamente a su desaparición. Varias especies aún todavía no se recuperan bien, pero muchas de ellas sí lo han logrado, lo que nos demuestra que efectivamente tomando rumbos diferentes, podemos finalmente traer de vuelta a animales tan icónicos como estos".
El profesional chileno considerado la mano derecha de Sylvia Earle, la afamada científica marina e impulsora de Mission Blue, sentencia que "hoy los grandes problemas de las ballenas son el tráfico marítimo y la posibilidad que no puedan alimentarse. Seguimos utilizando de mala forma su alimentación: el kril y peces que son parte de la cadena y que son necesarios para ellas y el crecimiento de la especie".
Bárbara Galletti, presidenta del Centro de Conservación Cetacea.
"La zona no solo es frecuentada por la azul que es la que más frecuenta esta zona en esta época, también ha habido muchas jorobadas".
"La protección y la restauración de ecosistemas como los de las ballenas no solo son una solución a la emergencia climática".
Juan Carlos Viveros, vocero de Defendamos Chiloé.
"Hubo un momento en que fue una industria gigantesca que llevó a las ballenas prácticamente a su desaparición".
Maximiliano Bello,, asesor de Mission Blue.