Convivencia escolar: ¿nos podremos educar?
Durante estos días hemos sido testigos de un inusitado aumento en la violencia escolar. Hemos sido testigos de riñas, agresiones con armas blancas y amenazas de índole sexual. El espacio que nosotros esperamos fuera un lugar de protección para nuestros hijos e hijas nos ha levantado más inquietudes que certezas. Escuché a un responsable de convivencia escolar, quien declaraba sentirse viviendo en la posguerra, después de un complejísimo período de pandemia durante la cual nuestros niños, niñas y adolescentes (NNA) se vieron enfrentados a la carencia de socialización, esencial para el desarrollo de las normas mínimas de convivencia. Urge hacer algo, pero ¿da lo mismo lo que se haga?
Un famoso basquetbolista comentaba que cuando una persona tiene una mala técnica para lanzar al aro, y práctica mucho, se puede volver un experto en lanzar mal. Este ejemplo se aplica a la forma en la que implementamos políticas públicas, muchas veces carentes de la necesaria evidencia para estar seguros que lo que hacemos aporta al desarrollo, y no se transforma en una medida iatrogénica. Por supuesto, que urge hacer algo, pero también urge que tomemos estas medidas con la mayor responsabilidad posible y que implementemos aquello que ya cuente con fuertes fundamentos basados en la ciencia. En un paralelo a la salud y la pandemia, la vacuna contra el covid solo se utilizó cuando existieron los ensayos clínicos que respaldaron su seguridad y su eficacia, y los organismos competentes, nos invitaron a evitar soluciones milagrosas sin ningún respaldo científico.
En el ánimo de aportar en este proceso de construcción de una socialización nueva, la Fundación San Carlos de Maipo, creada por la Sociedad del Canal de Maipo, recopiló un conjunto de estrategias o prácticas basadas en evidencia, que aportan a la disminución de los factores de riesgo y el aumento de los factores protectores que están a la base de conductas problemáticas, tan complejas como la violencia o el consumo de sustancias. Prácticas como saludar a los alumnos en forma personalizada antes de entrar a la sala, o priorizar interacciones positivas sobre negativas en una razón de 5 a 1, son estrategias que ya cuentan con evidencia a nivel internacional y que, por lo tanto, nos dan un contexto para saber que lo que implementemos va a tener resultados positivos. La invitación que queremos dejar como fundación a las diferentes comunidades escolares del país es a incorporar este tipo de prácticas y elegir aquellas que le hagan más sentido. Así esperamos que un nuevo tipo de interrelación aparezca, una que aporte al desarrollo y despliegue de todo el potencial de cada uno de nuestros NNA.