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Chiloé vivió el día más frío en lo que va del año: -2,5 grados en Quilquico

Para hoy y mañana se esperan lluvias débiles en la provincia.
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Redacción

En una semana en que sucedió una temprana nevada en la Cordillera del Piuchén, la zona más alta del Archipiélago de Chiloé, ayer ocurrieron las mínimas más bajas de lo que va del año en la provincia.

Considerando la Red Agrometeorológica del INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias), la temperatura más gélida se registró en la estación del sector rural castreño de Quilquico, con -2,5 grados centígrados. Cerca estuvieron los -2,1°C de Butalcura, en la comuna de Dalcahue, donde -al igual que la anterior localidad- hubo termómetros bajo cero el jueves.

En tanto, en las dos únicas estaciones en líneas que aparecen en el sitio Meteochile.cl, de la Dirección Meteorológica de Chile, las mínimas de este viernes fueron de -1,8 a las 7.36 horas en el Aeródromo de Quellón, mientras que en el Liceo Polivalente de Ancud fue sobre cero, con 3,3 grados a las 8:03.

La situación de la madrugada y mañana de ayer no pasó desapercibida por los usuarios de redes sociales. "La mañana de este viernes 29 de abril sin duda ha sido una de las más heladas de este 2022, sobre todo en las zonas altas de Chiloé, en donde incluso se han registrado nevadas", tuiteó @DonMigueB.

El Movimiento Defendamos Chiloé subió una nueva foto con un paisaje insular cubierto de blanco. "Sigue nevando en las zonas altas de Chiloé, Cordillera de Piuchen (San Pedro)", indicó, replicando en otro tuit que estas montañas no superan los 900 metros sobre el nivel del mar, bastante más bajas que las de los Andes.

Consultada la administración del Parque Eólico San Pedro, Dalcahue, si había nevado nuevamente en el sector -jueves o viernes- se reiteró que ello pasó solo el martes y miércoles.

Tal nivel de frío no se presentaría este fin de semana, según la DMC, pues se esperan precipitaciones débiles en Chiloé, especialmente en la tarde y noche de hoy y la madrugada dominical. Las extremas rondarían los 2 y 14 grados en las principales ciudades de la Isla Grande.

columna de opinión

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Violencia escolar, el peor de los mundos

Si bien la presencialidad en las salas de clases es una buena noticia, una medida que esperábamos y solicitábamos hace muchos meses atrás, la realidad es que el retorno ha estado marcado por una ola de violencia que no es reciente, sino que viene desarrollándose hace varios años ya.

Vemos con dolor situaciones como el suicidio de un joven en Santa Cruz dentro de su propio liceo, abusos entre estudiantes, la quema de buses en las protestas del INBA, tomas que terminan en destrucción de inmobiliario público y privado, golpizas y enfrentamientos con carabineros, entre muchas otras.

¿Qué está sucediendo? El largo confinamiento, la ausencia de presencialidad escolar y la alteración de los vínculos naturales han exacerbado indudablemente los comportamientos disruptivos. Eso es una parte. La violencia viene desde hace rato y sus variables se extienden sobre aspectos más amplios y enrevesados. No está fácil trabajar en muchas escuelas; profesores sobrepasados, sin el respaldo para la toma de decisiones; directivos que invierten tiempo en una ingente burocracia, a costa del abandono de las tareas de liderazgo, indispensables para la gestión; padres que colaboran poco, desalineados; abandono de reglas y traspaso del peso al colegio, y expectativa de que en la escuela se resolverán los asuntos por generación espontánea.

Aquí hay varios problemas de fondo y como docente lo reconozco: la ausencia de colegas en las aulas es cada vez más grave, los jóvenes con buenos puntajes de hoy no quieren estudiar esta carrera y los entiendo; la infraestructura en muchos establecimientos educacionales es paupérrima, sobre todo fuera de la capital; la alimentación es insuficiente, y varios puntos más en los cuales no alcanzo a profundizar. Sin embargo, a pesar de todo esto, hay que ser enfático en destacar que "la violencia no es el camino".

Trabajo formativo

El trabajo formativo se realiza, en primer lugar, desde exigencias y normas claras, con sanciones incluidas y proporcionadas a las acciones, necesarias para la integridad y el bien de toda comunidad. En este sentido, cada uno de sus integrantes asume con responsabilidad ese compromiso de sobrevivencia básico, generando un ecosistema seguro. Y cada vez que, por alguna razón, esta condición se ve alterada, la misma comunidad aplica los procedimientos para restablecerla, donde los padres o tutores tienen un rol central, aún con limitaciones culturales y de instrucción. Ellos, primeros educadores, no deben dejar en solitario a la escuela, que colabora en la formación de sus hijos. La autoridad, con las herramientas que le son propias, debe apoyar y secundar estas condiciones básicas desde la normativa y las políticas.

La educación escolar no puede estar al vaivén de la delincuencia, la vorágine de fuerzas incontrolables, ser una guardería o un cuartel. La escuela se merece el mayor de los respaldos. Ahí se forja el futuro que necesita condiciones de respeto esenciales para hacerlo. No la dejemos a la deriva, porque su caída arrastraría finalmente a todos, la familia, la sociedad, la vida. El peor de los mundos.

"Aquí hay varios problemas de fondo y como docente lo reconozco: la ausencia de colegas en las aulas es cada vez más grave, los jóvenes con buenos puntajes de hoy no quieren estudiar esta carrera y los entiendo; la infraestructura en muchos establecimientos educacionales es paupérrima, sobre todo fuera de la capital; la alimentación es insuficiente, y varios puntos más en los cuales no alcanzo a profundizar. Sin embargo, a pesar de todo esto, hay que ser enfático en destacar que "la violencia no es el camino".

Manuel Dannemann Correa, secretario general de Aseduch (Asociación de Educadores de Chile)