Zona Típica: cambiar una puerta nunca fue tan difícil
La determinación del Ministerio de las Culturas de declarar Zona Típica el casco histórico de Castro es un profundo error. Quizás a primera vista uno podría alegrarse por el interés del Estado por resguardar y proteger el basto patrimonio que tiene nuestro Archipiélago, pero la realidad es que termina ocurriendo todo lo contrario.
La declaración de Zona Típica o Pintoresca protege ciertos lugares de nuestras ciudades de algunos efectos negativos, como el abuso inmobiliario, las construcciones en altura y todo aquello que pudiese perjudicar el valor arquitectónico del sector. Suena muy deseable que nuestros barrios sean protegidos de las amenazas que supone la mal llamada modernidad, de este modo una Zona Típica sería como vivir en un oasis, pero entonces ¿por qué muchos vecinos no quieren este oasis?
La respuesta la encontramos en los problemas que supone para los propios habitantes del sector el mantener sus propiedades. El legítimo mejoramiento de las viviendas, cambiar ventanas, puertas e incluso pintar la fachada solo será posible mediante la elevación de proyectos al Consejo de Monumentos Nacionales para que, con esa agilidad tan característica del Estado, autoricen las modificaciones. Es más, a la hora de hacer cambios estructurales, se requerirá hacerlo con los mismos materiales, o bien restaurar lo que ya está. Esto será prácticamente imposible considerando lo escaso de algunas maderas y el costo que significará.
En otras zonas típicas, es común ver casas al borde del colapso producto de la imposibilidad de repararlas, lo que terminará transformando el oasis del que hablábamos en una zona de exclusión, casi como un Chernóbil inmobiliario.
Los decretos del Consejo de Monumentos Nacionales son prácticamente escritura en piedra y solo podrán ser cambiados en la medida que todos rememos para el lado, buscando fórmulas menos tóxicas para la protección de nuestro patrimonio.