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Moreira valora regulación a biocombustibles sólidos, pero teme impactos en la oferta por alza en los precios

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La leña, durante décadas, ha sido el combustible predilecto en la región para calefaccionar hogares. Sin embargo, el pellet ha ganado espacio durante los últimos años, especialmente por su valor (más barato que la leña), facilidad en el uso y las bajas emisiones de material particulado.

En el Congreso, se encuentra en comisión mixta un proyecto de ley que busca regular estos mercados, que entre otras cosas promete elevar el estándar de calidad del producto y asegurar su disponibilidad, principalmente durante los meses de mayor demanda.

Además, el proyecto de ley busca que todo biocombustible sólido que se comercialice en el país cumpla con especificaciones técnicas mínimas de calidad.

Las especificaciones técnicas mínimas de calidad tendrán por finalidad que los biocombustibles sólidos provean energía térmica de forma eficiente y limpia.

Para estos efectos, el Ministerio de Energía podrá considerar normas chilenas u otras internacionales ampliamente reconocidas que sean aplicables y deberá requerir la opinión de las instituciones y organismos que tengan competencia normativa o de ejecución en materias de biomasa, entre éstos, del Ministerio de Agricultura".

Negativo

En este sentido, el senador por la Región de Los Lagos, Iván Moreira (UDI), se mostró a favor de aumentar la regulación, pero expuso que las constantes alzas en los combustibles podrían generar impactos negativos en la demanda de estos biocombustibles, asegurando que es urgente entregar mayores subsidios para evitar que esto se transforme en una carga para los hogares.

"Según el proyecto que se encuentra en comisión mixta, pronto a votarse, efectivamente la leña y el pellet entran en la categoría de biocombustibles sólidos. Apoyamos la idea de aumentar la regulación, pero, por otro lado, evidentemente sube el precio de los combustibles y genera impactos en la oferta, y en momento de crisis económica, de una gran inflación, puede terminar siendo el remedio peor que la enfermedad".

"Lo que se requiere es un apoyo urgente del gobierno para ayudar a subvencionar el precio, por cuanto el subsidio actual a la leña es totalmente insuficiente. Los autores del proyecto tienen buenas intenciones, pero sin subsidios solo será una carga para los ya agobiados habitantes de la Región de Los Lagos y del sur de nuestro país", aclaró.

La iniciativa cobra especial relevancia de cara al próximo invierno, a fin de evitar problemas de abastecimiento como los de este año y que afectaron principalmente a la industria del pellet, produciéndose quiebre de stock en varias comunas del sur del país.

columna de opinión

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¿Hubo justicia para las niñas de la Anita?

Como sicóloga y perito forense con años de experiencia, sé que es imprescindible que la justicia penal sea condenatoria con los victimarios, pero al mismo tiempo reparatoria con las víctimas.

El jueves 8 de septiembre nos enteramos que el Tribunal de Juicio Oral de Valparaíso declaró culpables a los dos hombres que montaron una red de explotación sexual comercial en torno a la residencia Anita Cruchaga en Viña del Mar. Fueron tres meses de juicio, pero desde que iniciamos las primeras denuncias han pasado cuatro años. Las niñas ya son mujeres.

Hoy tenemos este fallo inédito; es primera vez que el delito se llama como lo que es: explotación sexual comercial de menores de edad, y no "prostitución infantil", como se le decía siempre erróneamente. Esto, sin duda, sienta un precedente y nos alegra. Fuimos varios los profesionales que veíamos a las niñas como víctimas y buscamos defenderlas de estos siniestros delincuentes, y debemos sentirnos satisfechos. Pero lo dramático del caso es que muchas de las chicas que declararon en la causa incluso hoy no se consideran víctimas aunque les duele hasta el aliento, como canta Serrat.

Para sanar una herida hay que verla, saber dónde está, por qué duele. Si no la ves, te hace daño, pero no la puedes curar. Eso es lo que pasó con las adolescentes que fueron explotadas por estos hombres.

Las niñas en residencias de protección con tremendas historias de vulneraciones y abusos, particularmente sexuales, acarrean un nivel de daño tal, que, si no son tratadas por la sociedad y todo el sistema de protección con una perspectiva de género, seguirán reproduciendo el nefasto modelo patriarcal. Ese que llevó incluso a sus madres a hacer la vista gorda cuando un padrastro o una pareja ocasional abusó de ellas, que fue en muchos casos lo mismo que les pasó a ellas con sus madres, hoy las abuelas.

Para muchas de estas niñas, triunfar en la vida, salir adelante, es conseguir un hombre que las quiera, armar "familia", quedar embarazadas, ceder a sus deseos. Por ese malentendido amor, son capaces de entregarse a otros, si él se los pide. Es un falso consentimiento el que ellas entregan, porque no tienen conciencia del abuso del que son víctimas, ya que su sí está mediado por sus historias de daño, abandono, abuso. Y eso lo sabían los explotadores de las niñas de la Anita Cruchaga.

Con regalos, falso cariño, fiestas, droga, las iban envolviendo en una espiral de manipulación y deterioro. Y el sistema no ayudó a pararlos a tiempo. Porque para actuar en consecuencia con la gravedad del delito, todos -Carabineros, PDI, Cesfam, hospitales, colegios, tribunales, vecinos- debieron entender de inmediato que eran víctimas y no "cabras sueltas" que se portaban mal. Por eso creo que aquí hubo condena, sí, pero no reparación. Y que esas niñas, que hoy son mujeres con distintas suertes (incluida una que tiene un hijo de su explotador y otra que murió de sobredosis en la calle) siguen sin tener justicia.

"Las niñas en residencias de protección con tremendas historias de vulneraciones y abusos, particularmente sexuales, acarrean un nivel de daño tal, que, si no son tratadas por la sociedad y todo el sistema de protección con una perspectiva de género, seguirán reproduciendo el nefasto modelo patriarcal. Ese que llevó incluso a sus madres a hacer la vista gorda cuando un padrastro o una pareja ocasional abusó de ellas, que fue en muchos casos lo mismo que les pasó a ellas con sus madres, hoy las abuelas".

Por Carolina González, jefa de operación social Hogar de Cristo Valparaíso