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Se buscan parientes de Fernanda, la tortuga que se creía extinta

Es la única de su especie conocida en el mundo, pero podría haber más como ella cerca de donde vive, en Galápagos, Ecuador. Una expedición científica irá en su búsqueda a fin de año a isla Fernandina.
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Agencias - Medios Regionales

Por más de un siglo se consideró a su especie extinta, pero Fernanda, la única tortuga gigante de Fernandina conocida en el mundo, vive y podría haber más como ella, ocultas en una de las islas Galápagos, Ecuador, donde una expedición científica saldrá a tratar de encontrarlas.

A la deshabitada y agreste Fernandina, la tercera isla más grande del archipiélago, que se encuentra a unos mil kilómetros de las costas continentales de Ecuador, esperan llegar con ese propósito científico de la organización Galápagos Conservancy y guardaparques del Parque Nacional Galápagos.

Si el clima lo permite, los expertos partirán a finales de año a Fernandina cargados de optimismo, pues tienen "evidencia que sugiere que, por lo menos, entre una y tres tortugas más están todavía en la isla", dijo a EFE Washington Tapia, director de Galápagos Conservancy.

"Hemos encontrado huellas, claramente de pata de tortuga, heces no muy antiguas en sitios muy diferentes a donde encontramos a Fernanda", mencionó en referencia al quelonio hallado en 2019.

La Universidad de Yale, en Estados Unidos, realizó estudios genéticos y la respectiva comparación del ADN (ácido desoxirribonucleico) con otro espécimen extraído de esa misma isla en 1906, por lo que se determinó que Fernanda pertenece a la especie Chelonoidis phantasticus, la tortuga gigante de Fernandina.

Por casualidad

El hallazgo de Fernanda ocurrió, "de alguna manera, de casualidad", consignó Tapia al comentar que el último día de la expedición de 2019 y, tras varias horas por "kilómetros de lava horrible", llegaron a una zona donde se divisaba vegetación.

Allí encontraron heces viejas de tortugas, una "cama" donde había dormido una de estos reptiles, y finalmente el guardaparque Jeffreys Málaga vio a Fernanda, un quelonio de "probablemente 80, 100 años, tal vez más", contó Tapia.

Presume que la tortuga se quedó encerrada en esa zona desde muy joven, y que la falta de alimento afectó su desarrollo pues pesaba 18,4 de los aproximadamente 30 kilos que corresponden a una hembra adulta tipo montura, y medía 54,3 centímetros de largo, cuando lo esperado oscila entre 60 y 65.

Ahora

Sometida a cuidados especiales en la isla Santa Cruz, Fernanda pesa ahora casi 28 kilos y ha crecido unos tres milímetros.

Es "muy sana", "no le gusta mucho la gente", y está aislada en un corral de seguridad sin acceso al público, donde recibe alimentación y agua, aunque no a diario, indicó la fuente.

Ello porque el Centro de Crianza del Parque Nacional Galápagos es una herramienta de conservación y no un zoológico, por lo que ofrece a las tortugas las condiciones más naturales posibles para que no pierdan capacidad de buscar su propio alimento. "El plan no es que permanezcan toda la vida en cautiverio", señaló Tapia.

Lola Villacreses, guía naturalista en Galápagos desde hace 22 años, aseguró que ahora hay unas 50.000 tortugas tipo cúpula y montura en todo el archipiélago ecuatoriano, donde antes había unas 350.000.

"Acá llegaban los galeones españoles a refugiarse porque los perseguían barcos piratas, y a abastecerse de víveres" -entre ellos, tortugas- y luego llegaron corsarios y balleneros, que también tenían a los quelonios en su dieta, repasó.

El ser humano introdujo distintos animales, entre ellos perros, que atacaban a las tortugas, afectadas, además, "por la matanza a finales de los 1800 e inicios de los 1900 para extraer su aceite para el alumbrado público de Guayaquil y Quito", añadió Tapia.

Piratas y balleneros se movían entre islas, por lo que cabe la posibilidad de que hayan trasladado tortugas a otros lugares, y por ello, solamente estudios genéticos determinarán la especie de los quelonios que eventualmente encuentren en Fernandina.

"aguja en un pajar"

En la expediciones hay que dormir en carpas y "caminar en un campo de lava gigante", reconoció Villacreses, mientras Tapia comentó que buscar "animales dispersos en más de 600 kilómetros de superficie agreste es como buscar una aguja en un pajar o un chip de teléfono en un parque muy grande".

Cada expedición dura diez días (dos de viaje y ocho de trabajo), incluye la participación de entre 20 y 30 personas, y cuesta alrededor de 60.000 dólares, pero en la de fin de año el valor se duplicará, pues usarán un helicóptero para los traslados.

Con pendientes de hasta 70 grados, la mayor parte de la alejada ínsula en la que ocurrirá la búsqueda está cubierta de lava, en muchos casos puntiaguda. "A veces cruzar un flujo de lava de un kilómetro nos puede tomar tres horas y un par de botas de las típicas de 'trekking' (senderismo) nos dura un solo día", narró la guía.

"Ahora la prioridad es encontrar más tortugas, cruzamos los dedos por que alguna sea macho", adelantó Tapia con la esperanza que Fernanda se pueda reproducir y prolongar la existencia de la especie, lo que pagaría con creces todo lo que se invierta en la expedición.

Actualmente existen 10 especies vivas de tortugas gigantes de las Galápagos, con dos extintas.