40 horas: gradualidad y adaptabilidad
El anhelo de muchos trabajadores de disponer de más tiempo para sus familias, para descansar o para hacer lo que quieran, está más cerca de ser una realidad. En la Comisión de Trabajo del Senado aprobamos el proyecto de jornada laboral de 40 horas semanales.
A priori se podría pensar que un proyecto de estas características es de fácil resolución. "¿Quién podría oponerse a una iniciativa como esta?", pensarían algunos, pero en lo concreto fue mucho más complejo, ya que una determinación de este tipo debe generar equilibrio, para que al final del día el costo no lo pague el trabajador.
Para que el proyecto de jornada laboral 40 horas sea un real beneficio debe ir acompañado de gradualidad y adaptabilidad. El objetivo es que podamos resguardar el empleo y la productividad, más aún en tiempos de crisis e incertidumbre.
Valoramos que el Gobierno haya entendido que este proyecto debe ser gradual, flexible y adaptarse a los diversos sectores productivos. Sabemos que una determinación de este tipo puede ser compleja para las pymes o para los pequeños emprendimientos. Sin ir más lejos, nuestra región tiene particularidades laborales, como es el caso de quienes trabajan embarcados o en el rubro del transporte, con jornadas de trabajo especiales.
Un aspecto ancla de este proyecto es la posibilidad de establecer, de común acuerdo, que la jornada de 40 horas se cumpla en un promedio de hasta 4 semanas, con un máximo de 45 horas semanales. Esto entrega una serie de posibilidades tanto al trabajador como al empleador que permitirán capitalizar de mejor forma este beneficio y adaptarse a las diferentes necesidades de los sectores productivos.
Esperamos que este espíritu de diálogo serio y constructivo que se logró en este proyecto esté presente en la discusión por la reforma previsional, y comenzar a dar solución a una de las principales angustias de millones de chilenos.