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Gasto escolar varía $240 mil entre un colegio público y un plantel privado

Estudio de precios detectó diferencias en útiles, uniformes y textos para este año.
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L. R. C. - Medios Regionales

A una semana del inicio de las clases, los padres que envíen a sus hijos a colegios particulares gastarán $240.284 más en útiles, textos y uniformes que quienes lo hagan a establecimientos públicos, según concluyó un estudio de precios elaborado por el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) y aplicado en todas las regiones del país.

Según el trabajo, las familias con hijos en planteles públicos desembolsarán en estos tres aspectos $103.085; si es particular subvencionado gastarán $180.981, y si es de particulares pagados destinarán $343.369.

El servicio recordó que los alumnos de escuelas públicas cuentan con textos gratuitos y becas de la Junaeb para acceder a útiles. A ellos se suman aportes directos de algunos municipios para sus habitantes, beneficios que reducen los gastos familiares.

El estudio se elaboró con información de 37 establecimientos, 90 cursos y 278 materiales. Para ello cotizó 650 mil productos en 41 locales, que cuentan con 816 puntos de venta en el país.

El ítem más caro son los textos, con una mediana de precios de $193.670 por lista, considerando entre cinco y ocho libros según el nivel.

La cotización para los uniformes, en tanto, incluyó siete prendas por género, detectando la ropa para niños es 10% más cara. En los colegios particulares y subvencionados el valor promedio ascendió a $79.814, y en los recintos públicos llegó a $73.004.

En los uniformes el precio medio de los productos resultó más económico en supermercados, mientras que las tiendas de retail tenían valores mayores en cotonas, delantales y pantalones de buzo.

Para los útiles escolares los precios más bajos se encontraron en las librerías, mientras que los más altos se ubicaron en el retail.

El Sernac agregó que las listas de útiles de colegios particulares subvencionados tiene una cantidad mayor de artículos de arte que puede encarecer el costo total entre 9,6%, en el caso de un tercero medio, hasta un 52% en una lista preescolar.

Para facilitar la búsqueda se habilitó en el sitio web Sernac.cl una aplicación con los valores disponibles.

Gasto escolar varía $240 mil entre un colegio público y un plantel privado

Estudio de precios detectó diferencias en útiles, uniformes y textos para este año.
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L. R. C. - Medios Regionales

A una semana del inicio de las clases, los padres que envíen a sus hijos a colegios particulares gastarán $240.284 más en útiles, textos y uniformes que quienes lo hagan a establecimientos públicos, según concluyó un estudio de precios elaborado por el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) y aplicado en todas las regiones del país.

Según el trabajo, las familias con hijos en planteles públicos desembolsarán en estos tres aspectos $103.085; si es particular subvencionado gastarán $180.981, y si es de particulares pagados destinarán $343.369.

El servicio recordó que los alumnos de escuelas públicas cuentan con textos gratuitos y becas de la Junaeb para acceder a útiles. A ellos se suman aportes directos de algunos municipios para sus habitantes, beneficios que reducen los gastos familiares.

El estudio se elaboró con información de 37 establecimientos, 90 cursos y 278 materiales. Para ello cotizó 650 mil productos en 41 locales, que cuentan con 816 puntos de venta en el país.

El ítem más caro son los textos, con una mediana de precios de $193.670 por lista, considerando entre cinco y ocho libros según el nivel.

La cotización para los uniformes, en tanto, incluyó siete prendas por género, detectando la ropa para niños es 10% más cara. En los colegios particulares y subvencionados el valor promedio ascendió a $79.814, y en los recintos públicos llegó a $73.004.

En los uniformes el precio medio de los productos resultó más económico en supermercados, mientras que las tiendas de retail tenían valores mayores en cotonas, delantales y pantalones de buzo.

Para los útiles escolares los precios más bajos se encontraron en las librerías, mientras que los más altos se ubicaron en el retail.

El Sernac agregó que las listas de útiles de colegios particulares subvencionados tiene una cantidad mayor de artículos de arte que puede encarecer el costo total entre 9,6%, en el caso de un tercero medio, hasta un 52% en una lista preescolar.

Para facilitar la búsqueda se habilitó en el sitio web Sernac.cl una aplicación con los valores disponibles.

columna de opinión

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No a las soluciones parches

"Plan para erradicar las carpas y rucos" titulaba un medio sobre la iniciativa del Gobierno para recuperar los espacios públicos del eje Alameda-Providencia, en Santiago. Lamentable, porque lo que debemos erradicar es la extrema pobreza y exclusión de nuestra sociedad.

"Recuperar el espacio público" es un eufemismo para aludir a la eliminación de las personas en situación de calle que se han instalado en el sector.

El ministro de Desarrollo Social y Familkia, Giorgio Jackson, ha señalado que las personas "erradicadas" serán trasladadas a albergues y residencias y se les brindará una respuesta integral. Como Hogar de Cristo estamos de acuerdo con prestar ayuda a las personas, pero la situación de quienes viven en carpas o rucos no se resuelve con albergues ni con iniciativas asistenciales, que ha sido la respuesta del Estado siempre. Esos son simplemente "parches" para un problema complejo que muchas veces invisibilizamos, porque nos parece inabordable.

La real solución al problema de las personas en situación de calle -y la evidencia internacional lo afirma- pasa por contar en primer lugar con una vivienda y, luego, con acompañamientos psicosociales e incluso con apoyo terapéutico.

Vivir en situación de calle es, sin duda, una de las mayores expresiones de vulneración de derechos humanos, ya que se trata de personas privadas de hogar, techo, red de apoyo, salud, trabajo, educación, alimentación, abrigo, higiene… El dolor, la vulnerabilidad, el miedo, la discriminación, la violencia e incluso la muerte son parte del día a día de estas personas. Muchas viven en esa realidad debido a traumas complejos que se arrastran desde la infancia, historias de violencia, maltrato y desamor. En ese contexto, el consumo de alcohol y drogas sirve para adormecer la angustia y la frustración; es una medida de escape e incluso de autocuidado.

voluntades

Es posible superar la situación de calle, pero para ello se requiere de una voluntad política y social decidida que no vemos. Un indicio de esto es que no contamos siquiera con un catastro actualizado de cuántas personas están viviendo en la calle, lo que es básico ya que las soluciones son diversas para un grupo heterogéneo, donde conviven hombres y mujeres solos, niños, familias, migrantes, adultos mayores, jóvenes. La diversidad de edades, condiciones físicas y mentales, tiempo de permanencia en calle es enorme. El Registro Social de Hogares (RSH) señala que hay unas 20 mil personas en todo el país; nosotros estimamos que son más de 30 mil.

Para abordar seriamente el tema, el Estado debe integrar sus servicios y actuar de manera coordinada, lo que la mayoría de las veces no ocurre. Esto no es solo tarea del Ministerio de Desarrollo Social, también involucra a los ministerios de Vivienda, Salud, Educación, Trabajo, Interior y Relaciones Exteriores. En cada territorio los municipios deberían ser claves en privilegiar en sus servicios a la población más excluida y deberían tener las herramientas para proyectar soluciones habitacionales integradas a escala y trabajar con organizaciones del tercer sector en una estrategia de superación, con metas definidas para que un tiempo ojalá próximo nadie más duerma en la calle o, al menos, se disminuya de manera considerable esta vergonzosa situación.

Y para ello no es el asistencialismo añejo el que nos ayudará, sino políticas basadas en estándares mínimos de derechos humanos y de reconocimiento de la dignidad de todo ser humano.

"Vivir en situación de calle es, sin duda, una de las mayores expresiones de vulneración de derechos humanos, ya que se trata de personas privadas de hogar, techo, red de apoyo, salud, trabajo, educación, alimentación, abrigo, higiene… El dolor, la vulnerabilidad, el miedo, la discriminación, la violencia e incluso la muerte son parte del día a día de estas personas. Muchas viven en esa realidad debido a traumas complejos que se arrastran desde la infancia...".

Andrés Millar Deuma, director de inclusión social del Hogar de Cristo (HC)

columna de opinión

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No a las soluciones parches

"Plan para erradicar las carpas y rucos" titulaba un medio sobre la iniciativa del Gobierno para recuperar los espacios públicos del eje Alameda-Providencia, en Santiago. Lamentable, porque lo que debemos erradicar es la extrema pobreza y exclusión de nuestra sociedad.

"Recuperar el espacio público" es un eufemismo para aludir a la eliminación de las personas en situación de calle que se han instalado en el sector.

El ministro de Desarrollo Social y Familkia, Giorgio Jackson, ha señalado que las personas "erradicadas" serán trasladadas a albergues y residencias y se les brindará una respuesta integral. Como Hogar de Cristo estamos de acuerdo con prestar ayuda a las personas, pero la situación de quienes viven en carpas o rucos no se resuelve con albergues ni con iniciativas asistenciales, que ha sido la respuesta del Estado siempre. Esos son simplemente "parches" para un problema complejo que muchas veces invisibilizamos, porque nos parece inabordable.

La real solución al problema de las personas en situación de calle -y la evidencia internacional lo afirma- pasa por contar en primer lugar con una vivienda y, luego, con acompañamientos psicosociales e incluso con apoyo terapéutico.

Vivir en situación de calle es, sin duda, una de las mayores expresiones de vulneración de derechos humanos, ya que se trata de personas privadas de hogar, techo, red de apoyo, salud, trabajo, educación, alimentación, abrigo, higiene… El dolor, la vulnerabilidad, el miedo, la discriminación, la violencia e incluso la muerte son parte del día a día de estas personas. Muchas viven en esa realidad debido a traumas complejos que se arrastran desde la infancia, historias de violencia, maltrato y desamor. En ese contexto, el consumo de alcohol y drogas sirve para adormecer la angustia y la frustración; es una medida de escape e incluso de autocuidado.

voluntades

Es posible superar la situación de calle, pero para ello se requiere de una voluntad política y social decidida que no vemos. Un indicio de esto es que no contamos siquiera con un catastro actualizado de cuántas personas están viviendo en la calle, lo que es básico ya que las soluciones son diversas para un grupo heterogéneo, donde conviven hombres y mujeres solos, niños, familias, migrantes, adultos mayores, jóvenes. La diversidad de edades, condiciones físicas y mentales, tiempo de permanencia en calle es enorme. El Registro Social de Hogares (RSH) señala que hay unas 20 mil personas en todo el país; nosotros estimamos que son más de 30 mil.

Para abordar seriamente el tema, el Estado debe integrar sus servicios y actuar de manera coordinada, lo que la mayoría de las veces no ocurre. Esto no es solo tarea del Ministerio de Desarrollo Social, también involucra a los ministerios de Vivienda, Salud, Educación, Trabajo, Interior y Relaciones Exteriores. En cada territorio los municipios deberían ser claves en privilegiar en sus servicios a la población más excluida y deberían tener las herramientas para proyectar soluciones habitacionales integradas a escala y trabajar con organizaciones del tercer sector en una estrategia de superación, con metas definidas para que un tiempo ojalá próximo nadie más duerma en la calle o, al menos, se disminuya de manera considerable esta vergonzosa situación.

Y para ello no es el asistencialismo añejo el que nos ayudará, sino políticas basadas en estándares mínimos de derechos humanos y de reconocimiento de la dignidad de todo ser humano.

"Vivir en situación de calle es, sin duda, una de las mayores expresiones de vulneración de derechos humanos, ya que se trata de personas privadas de hogar, techo, red de apoyo, salud, trabajo, educación, alimentación, abrigo, higiene… El dolor, la vulnerabilidad, el miedo, la discriminación, la violencia e incluso la muerte son parte del día a día de estas personas. Muchas viven en esa realidad debido a traumas complejos que se arrastran desde la infancia...".

Andrés Millar Deuma, director de inclusión social del Hogar de Cristo (HC)