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Hijo de Enrique Maluenda compone una salsa para honrar a la cultura chilota

"Pincoya" es el nombre del tema en que el artista radicado en Estados Unidos aprovecha de recordar sus raíces chilenas inspirándose en la mitología del Archipiélago.
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Carmen Luz Santis González

"Soy hijo del mar y ella es su doncella, yo no sé si no oigo su cantar" es uno de los versos que comparte el tema musical "Pincoya", un homenaje a esta criatura mitológica en clave de salsa y que fue compuesto a miles de kilómetros de Chiloé.

Precisamente como un tributo al Archipiélago, Gonzalo Maluenda, ejecutivo chileno y también artista con residencia en Estados Unidos, compuso esta pieza que cuenta la búsqueda persistente de un pescador que se desvive por encontrar a la hija del Millalobo y hermana del Pincoy y la Sirena.

Con el apoyo de los también nacionales Roberto Collío, Cristian Aguilar, Juan Castro, Daniel Gamboa, José Moraga y Óscar Cuevas esta canción vio la luz, en la que el creador aprovecha de resaltar sus vínculos con Chile, siendo hijo del reconocido Enrique Maluenda, uno de los comunicadores más famosos que ha dado la televisión y radio de nuestro país y que también hizo carrera en Perú y Puerto Rico, donde Gonzalo pasó parte de su infancia.

Así lo confirmó el descendiente del animador del "Festival de la una". "El haber salido de Chile y vivir una nueva cultura me dio una gran visión sobre la mía y de donde vengo", expuso, junto con aseverar que en ese recordado programa de TVN también tuvo cabida la cultura chilota.

Además, gracias a que su padre debutó hace unos años como youtuber, con "El festival de Enrique Maluenda", aumentó el interés del salsero por el Archipiélago, territorio que fue parte de un episodio de ese proyecto en que además se presentó el grupo folclórico ancuditano Los Vargas, que también inspiró a Gonzalo pero en otro estilo musical.

ligazón con el mar

"La vida junto al mar está estrechamente ligada en la Isla, entonces siempre tuve esta idea de un pescador enamorado de la Pincoya", cuenta desde el hemisferio norte Maluenda hijo subrayando su aprecio por la cultura chilota.

Así surgió la canción del mismo nombre que el personaje mitológico, disponible en YouTube en un video acompañado de postales de Ancud, Achao, Chonchi, Curaco de Vélez, Quellón, Pureo, Dalcahue, Quemchi, Lliuco, Cucao y Chacao en sus más de cuatro minutos de duración. Fue subida este verano al canal @gonzalomaluenda1426, donde hay videos de textos hablados y hasta una canción en bossa nova.

"(Siento) Una gran admiración por la subcultura chilota, sobre todo la mitología de Chiloé, pienso que es riquísima, bella y, según yo, veo un gran sentido social a la mitología chilota", cerró Gonzalo Maluenda desde el estado de Kentucky.

Hijo de Enrique Maluenda compone una salsa para honrar a la cultura chilota

"Pincoya" es el nombre del tema en que el artista radicado en Estados Unidos aprovecha de recordar sus raíces chilenas inspirándose en la mitología del Archipiélago.
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Carmen Luz Santis González

"Soy hijo del mar y ella es su doncella, yo no sé si no oigo su cantar" es uno de los versos que comparte el tema musical "Pincoya", un homenaje a esta criatura mitológica en clave de salsa y que fue compuesto a miles de kilómetros de Chiloé.

Precisamente como un tributo al Archipiélago, Gonzalo Maluenda, ejecutivo chileno y también artista con residencia en Estados Unidos, compuso esta pieza que cuenta la búsqueda persistente de un pescador que se desvive por encontrar a la hija del Millalobo y hermana del Pincoy y la Sirena.

Con el apoyo de los también nacionales Roberto Collío, Cristian Aguilar, Juan Castro, Daniel Gamboa, José Moraga y Óscar Cuevas esta canción vio la luz, en la que el creador aprovecha de resaltar sus vínculos con Chile, siendo hijo del reconocido Enrique Maluenda, uno de los comunicadores más famosos que ha dado la televisión y radio de nuestro país y que también hizo carrera en Perú y Puerto Rico, donde Gonzalo pasó parte de su infancia.

Así lo confirmó el descendiente del animador del "Festival de la una". "El haber salido de Chile y vivir una nueva cultura me dio una gran visión sobre la mía y de donde vengo", expuso, junto con aseverar que en ese recordado programa de TVN también tuvo cabida la cultura chilota.

Además, gracias a que su padre debutó hace unos años como youtuber, con "El festival de Enrique Maluenda", aumentó el interés del salsero por el Archipiélago, territorio que fue parte de un episodio de ese proyecto en que además se presentó el grupo folclórico ancuditano Los Vargas, que también inspiró a Gonzalo pero en otro estilo musical.

ligazón con el mar

"La vida junto al mar está estrechamente ligada en la Isla, entonces siempre tuve esta idea de un pescador enamorado de la Pincoya", cuenta desde el hemisferio norte Maluenda hijo subrayando su aprecio por la cultura chilota.

Así surgió la canción del mismo nombre que el personaje mitológico, disponible en YouTube en un video acompañado de postales de Ancud, Achao, Chonchi, Curaco de Vélez, Quellón, Pureo, Dalcahue, Quemchi, Lliuco, Cucao y Chacao en sus más de cuatro minutos de duración. Fue subida este verano al canal @gonzalomaluenda1426, donde hay videos de textos hablados y hasta una canción en bossa nova.

"(Siento) Una gran admiración por la subcultura chilota, sobre todo la mitología de Chiloé, pienso que es riquísima, bella y, según yo, veo un gran sentido social a la mitología chilota", cerró Gonzalo Maluenda desde el estado de Kentucky.

columna de opinión

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El valor de una olla

"Tenemos alimentos, nos ha llegado ayuda: lo que no tenemos son ollas, cucharones, platos, para cocinarlos", comentaba una madre, parada sobre lo que se salvó del radier sobre el cual estaba su casa en el pueblo de Santa Juana, provincia de Concepción, recién ocurridos los megaincendios.

La falta de una olla puede no parecer dramática frente a las ya más de 450 mil hectáreas, fundamentalmente en las regiones de Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía a causa del fuego, que ha alcanzado una intensidad muchísimo mayor que la vista el año 2017 y con un nivel de afectación que no cesa.

Pero lo es.

Forma parte del desamparo en que han quedado las familias, con sus vidas y sus rutinas laborales, domésticas, cotidianas, absolutamente trastornadas.

La falta de agua -un tremendo tema que ya está derivando en problemas de salud pública, como las infecciones urinarias que están campeando entre las mujeres de las zonas devastadas-; de conectividad -se han quemado antenas de celulares y son muchos los que han perdido sus aparatos en medio de las evacuaciones, así como los autos en que se movilizaban-; de papeles para hacer trámites claves -hemos visto cientos de casos de cédulas de identidad, licencias de conducir y toda suerte de documentos convertidos en cenizas-, son realidades que limitan la necesaria y rápida reconstrucción. Más, cuando los incendios no amainan. Y la urgencia está en apagarlos.

Los números esta semana hablan de más de 2 mil casas destruidas, 7 mil damnificados, 24 personas muertas y 26 grandes quemados. Esto es personas que han resultado con el 70 por ciento de su cuerpo quemado, quienes en la evacuación han sido alcanzados por las llamas, como les sucedió a un adolescente y su abuela en Teodoro Schmidt, en La Araucanía.

Traumas así de profundos -como la muerte de un ser querido, el verlo quemarse, la destrucción de lo material y lo inmaterial, como los recuerdos consumidos por las llamas-, requieren con urgencia de una primera ayuda de emergencia. Esa es parte de lo que busca lograr nuestra campaña "Juntos x Chile, mil millones para mil hogares": entregar apoyo social de primera respuesta a familias en situación de vulnerabilidad que lo requieren para enfrentar la emergencia.

Esto implica en lo concreto vincularlos con las redes territoriales; entregar información relevante; facilitar la entrega de ayuda material para la satisfacción de necesidades básicas, y, quizás lo más importante, dar contención emocional de primera respuesta y derivación a especialistas. Esta tarea está a cargo de un coordinador, dos trabajadores sociales y cinco monitores de nuestra fundación que estarán trabajando en terreno en las regiones del centro sur donde tenemos presencia.

Y volviendo a la falta de ollas y utensilios, que no es para nada un tema trivial, Hogar de Cristo, tal como hicimos para los megaincendios de 2017 en el país, habilitaremos interiormente las viviendas de emergencia con un kit que incluye una mesa de comedor con 4 sillas, un refrigerador de 175 litros, un microondas, un hervidor, toallas y vasos que complementarán los enseres que incluyen las casas provistas por el Estado.

Resurgir de las cenizas no es fácil, superar, como el ave fénix, un suceso traumático que trastoca la vida y la parte dramáticamente en un antes-después, el apoyo y la empatía de otros es clave. El sentir que no están solos en su desgracia.

Los psicólogos hablan del crecimiento postraumático, que son cambios de carácter positivo que las personas pueden llegar a experimentar tras haber vivido una tragedia como la actual. Para conseguir ese efecto virtuoso post catástrofe es vital estar todos #JuntosXChile. Por ese Chile quemado que requiere ayuda.

"La falta de una olla puede no parecer dramática frente a las ya más de 450 mil hectáreas, fundamental-mente en las regiones de Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía a causa del fuego, que ha alcanzado una intensidad muchísimo mayor que la vista el año 2017 y con un nivel de afectación que no cesa. Pero lo es. Forma parte del desamparo en que han quedado las familias, con sus vidas y sus rutinas...".

Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo (HC)

columna de opinión

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El valor de una olla

"Tenemos alimentos, nos ha llegado ayuda: lo que no tenemos son ollas, cucharones, platos, para cocinarlos", comentaba una madre, parada sobre lo que se salvó del radier sobre el cual estaba su casa en el pueblo de Santa Juana, provincia de Concepción, recién ocurridos los megaincendios.

La falta de una olla puede no parecer dramática frente a las ya más de 450 mil hectáreas, fundamentalmente en las regiones de Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía a causa del fuego, que ha alcanzado una intensidad muchísimo mayor que la vista el año 2017 y con un nivel de afectación que no cesa.

Pero lo es.

Forma parte del desamparo en que han quedado las familias, con sus vidas y sus rutinas laborales, domésticas, cotidianas, absolutamente trastornadas.

La falta de agua -un tremendo tema que ya está derivando en problemas de salud pública, como las infecciones urinarias que están campeando entre las mujeres de las zonas devastadas-; de conectividad -se han quemado antenas de celulares y son muchos los que han perdido sus aparatos en medio de las evacuaciones, así como los autos en que se movilizaban-; de papeles para hacer trámites claves -hemos visto cientos de casos de cédulas de identidad, licencias de conducir y toda suerte de documentos convertidos en cenizas-, son realidades que limitan la necesaria y rápida reconstrucción. Más, cuando los incendios no amainan. Y la urgencia está en apagarlos.

Los números esta semana hablan de más de 2 mil casas destruidas, 7 mil damnificados, 24 personas muertas y 26 grandes quemados. Esto es personas que han resultado con el 70 por ciento de su cuerpo quemado, quienes en la evacuación han sido alcanzados por las llamas, como les sucedió a un adolescente y su abuela en Teodoro Schmidt, en La Araucanía.

Traumas así de profundos -como la muerte de un ser querido, el verlo quemarse, la destrucción de lo material y lo inmaterial, como los recuerdos consumidos por las llamas-, requieren con urgencia de una primera ayuda de emergencia. Esa es parte de lo que busca lograr nuestra campaña "Juntos x Chile, mil millones para mil hogares": entregar apoyo social de primera respuesta a familias en situación de vulnerabilidad que lo requieren para enfrentar la emergencia.

Esto implica en lo concreto vincularlos con las redes territoriales; entregar información relevante; facilitar la entrega de ayuda material para la satisfacción de necesidades básicas, y, quizás lo más importante, dar contención emocional de primera respuesta y derivación a especialistas. Esta tarea está a cargo de un coordinador, dos trabajadores sociales y cinco monitores de nuestra fundación que estarán trabajando en terreno en las regiones del centro sur donde tenemos presencia.

Y volviendo a la falta de ollas y utensilios, que no es para nada un tema trivial, Hogar de Cristo, tal como hicimos para los megaincendios de 2017 en el país, habilitaremos interiormente las viviendas de emergencia con un kit que incluye una mesa de comedor con 4 sillas, un refrigerador de 175 litros, un microondas, un hervidor, toallas y vasos que complementarán los enseres que incluyen las casas provistas por el Estado.

Resurgir de las cenizas no es fácil, superar, como el ave fénix, un suceso traumático que trastoca la vida y la parte dramáticamente en un antes-después, el apoyo y la empatía de otros es clave. El sentir que no están solos en su desgracia.

Los psicólogos hablan del crecimiento postraumático, que son cambios de carácter positivo que las personas pueden llegar a experimentar tras haber vivido una tragedia como la actual. Para conseguir ese efecto virtuoso post catástrofe es vital estar todos #JuntosXChile. Por ese Chile quemado que requiere ayuda.

"La falta de una olla puede no parecer dramática frente a las ya más de 450 mil hectáreas, fundamental-mente en las regiones de Maule, Ñuble, Biobío y La Araucanía a causa del fuego, que ha alcanzado una intensidad muchísimo mayor que la vista el año 2017 y con un nivel de afectación que no cesa. Pero lo es. Forma parte del desamparo en que han quedado las familias, con sus vidas y sus rutinas...".

Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo (HC)