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"¿Sueñan las inteligencias artificiales con libros electrónicos?

Stephen King es otro de los nuevos afectados por las IA, ya que sus libros son ocupados para entrenarlas, al igual que las obras de Jane Austen y William Shakespeare.
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Valeria Barahona - Medios Regionales

Las inteligencias artificiales (IA) -ya es tiempo de usar el plural, debido a la cantidad de empresas en el rubro y que hasta adolescentes alimentan este tipo de innovaciones- son consideradas tecnologías de "caja negra", es decir, el ser humano que las programa o maneja sabe qué contenido entrega al sistema, pero desconoce cómo lo interpretará este, ya que las IA buscan "aprender" cómo conoce el hombre, cuáles son sus intereses o reacciones.

Y, al igual que las personas según la teoría de la Gestalt, usada en psicología, lo que falta el cerebro lo completa. Lo que a la máquina le falta, la máquina lo completa, pero el sistema no razona ni siente, ergo, puede responder cualquier cosa cumpliendo algunos parámetros asignados.

¿Cómo hacer que las máquinas sean más humanas? Haciéndolas leer. O al menos integrando en sus sistemas novelas clásicas y éxitos contemporáneos para que sus líneas de código imiten las respuestas de los personajes más recordados en la literatura. Por algo, cuando se habla de IA se habla de "modelos de lenguaje", es decir, el reconocimiento, mediante probabilidades, de secuencias de palabras, prompts u órdenes dados al autómata.

Es la misma técnica que cualquier persona utiliza para aceptar o descartar a un pretendiente: fijarse en qué dice y cómo lo dice. Tan antiguo como eso, o como la novela "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen, publicada en 1813 y que a fines de agosto se volvió uno de los objetos más codiciados en TikTok gracias a la edición de lujo a bajo costo que se vendió en una colección en quioscos. El mismo libro, considerado uno de los baluartes para entender el amor romántico y sus vicisitudes, lo tomó OpenAI, la firma tras ChatGPT, para producir los primeros resúmenes escritos por robots ayudados por humanos.

La empresa afirma en su web que "para implementar de forma segura una inteligencia artificial potente y de uso general en el futuro, debemos garantizar que los modelos de aprendizaje automático actúen de acuerdo con las intenciones humanas. Este desafío se conoce como el problema de alineación". O el tema planteado en la primera línea de "Orgullo y prejuicio": "Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa".

Open IA, además, declara entrenar sus sistemas con "Romeo y Julieta" (1597), de William Shakespeare; "Alicia en el País de las Maravillas" (1865), Lewis Carrol; "Doce años de esclavitud" (1853), Solomon Northup, y "La historia de mi vida" (1903), de Helen Keller; es decir, libros reconocidos por sus mensajes universales, que se encuentran en cualquier librería y basta poner sus nombres en Google para ver miles de investigaciones hechas por literatos, como la narradora de "Valle inquietante" (2021), de Anna Wiener, quien deja el mundo editorial debido a los bajos sueldos, para migrar al área tecnológica, donde su primer trabajo es en una aplicación que pretende competir con Amazon, pero, aunque "persistí con el club de lectura, los socios lo siguieron despreciando. (…) No necesitaban que yo me encargara de la cultura corporativa. En realidad, no me necesitaban para nada. Nuestra cultura, en la medida que nuestra minúscula empresa tenía alguna, giraba en torno a los socios".

El algoritmo por sobre todo. Quizás fue esa la idea de quienes en Meta -compañía dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp- hace unas semanas incorporaron a LLaMA, modelo de lenguaje que a comienzos de año sumaba 65 billones de parámetros, más de 190.000 ISBN, es decir, libros extraídos gracias a su código internacional, especie de RUT que identifica las obras. O combinaciones del lenguaje, para estos casos. El problema es que la mayoría de estos textos electrónicos están pirateados, ya que fueron extraídos de internet y sus autores se enteraron por la prensa.

Entre los afectados está Stephen King ("It"), quien reaccionó con una columna en The Atlantic, donde reclamó que "en una de mis pocas incursiones en la no ficción (el manual "Mientras escribo") dije que no puedes aprender a escribir a menos que seas un lector y leas mucho. Los programadores de IA aparentemente se tomaron en serio este consejo" incluido en el texto, donde el destacado autor de terror cuenta cómo llegó a ser una de las firmas más vendidas, con más adaptaciones al cine -incluida "La historia de Lisey", narrada en el cine por Pablo Larraín-, desde la infancia de un niño tímido, criado por su madre, hasta la madurez donde solo confía en su esposa, Tabitha, para revisar sus novelas.

"Los poemas de IA al estilo de William Blake ('Proverbios del infierno') o William Carlos Williams ('La carretilla roja'), he visto ambos, se parecen mucho al dinero de las películas: buenos a primera vista, no tan buenos si se examinan de cerca", advirtió King, porque las máquinas "todavía no" pueden emocionarse y "la creatividad no puede ocurrir sin sensibilidad, aunque ahora hay argumentos de que algunas IA son realmente sensibles. Si esto es cierto, ahora o en el futuro, entonces la creatividad podría ser posible. Veo esta posibilidad con cierta fascinación espantosa. ¿Prohibiría la enseñanza, si esa es la palabra, de mis cuentos a las computadoras? Ni siquiera si pudiera".

La carga de libros a sistemas autómatas, sin embargo, comenzó a mediados de la década pasada, cuando Google introdujo en LaMDA -sistema que nunca se hizo público, antecesor del actual Bard- 2.865 novelas consideradas "rosa" o eróticas, como "Amor incondicional", de Anne Aband, y "Levantado", de Erin McCarthy, porque con estas lecturas el robot respondería "de manera más natural y familiar", ya que los diálogos y tramas son simples, en una carrera donde el desafío es la interpretación de las palabras.

No obstante, en septiembre de 2023, al pedir a Bard que escriba un párrafo de novela erótica, "piensa" por algunos segundos y responde que "no puedo ayudar con eso, ya que solo soy un modelo de lenguaje", mientras que, en paralelo, etiqueta la conversación como "Amor secreto". ChatGPT-4 ante el mismo pedido replica que "lo siento mucho, pero no puedo ayudar con esa solicitud", y es más tajante al archivar el diálogo: "Texto erótico no permitido".

King en su argumento apela a la sensibilidad y en "Mientras escribo" explica que su lector ideal es su esposa, porque "es la persona para quien escribo, a la que quiero seducir" con la historia, a quien "siempre tendrás en tu habitación de trabajo: en carne y hueso cuando abras la puerta y dejes que el mundo ilumine la burbuja de tu sueño, y en espíritu durante los días, de ocasional desquicio y frecuente euforia, de la primera versión, cuando está cerrada la puerta. Y ¿sabes qué? Antes de que el lector ideal eche un vistazo a la primera frase, te verás introduciendo cambios, te ayudará a salir un poco de ti mismo, a leer lo que sale de tu pluma como un lector cualquiera", porque es la piel, al parecer, lo que todavía da humanidad a las letras.

"Open IA declara entrenar sus sistemas con "Romeo y Julieta", de Shakespeare; "Alicia en el País de las Maravillas", de Lewis Carrol y "Doce años de esclavitud", entre otras obras.

"La creatividad no puede ocurrir sin sensibilidad, aunque ahora hay argumentos de que algunas IA son realmente sensibles. Si esto es cierto, ahora o en el futuro, entonces la creatividad podría ser posible. Veo esta posibilidad con cierta fascinación espantosa".

Stephen King, escritor de terror y ciencia ficción.