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Hambre emocional: qué es y cómo afecta a millones de personas

Expertas advierten que la salud mental y emocional puede influenciar en cuánto y qué es lo que se come.
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Ignacio Arriagada M. - Medios Regionales

Alimentarse es una necesidad básica del ser humano. Sin embargo, a veces, es difícil distinguir entre un hambre fisiológico, que es cuando el organismo necesita alimentos para ganar energía; y emocional, que es la propensión a ingerir comida en respuesta a las emociones.

En Chile, el hambre emocional es un concepto poco conocido, pero que en el último tiempo, dado los negativos índices de salud mental y emocional de los chilenos, está ganando espacio y dos especialistas explican los alcances de este fenómeno desde la perspectiva psicológica y nutricional.

"El hambre emocional ha sido asociado a una necesidad de ingerir alimentos en respuesta a estados afectivos, especialmente ansiedad y pena, lo que significa que no está ligado a la necesidad de introducir energía para poder funcionar y hacer determinadas actividades", explica Fernanda Díaz, psicóloga y directora del Centro Conducta Alimentaria (CECA) de la Universidad Adolfo Ibáñez.

Por su parte, Michelle Labbé, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UNAB, complementa con que "cuando comemos por motivos emocionales, estamos utilizando los alimentos para aliviar estos sentimientos negativos y sentirnos mejor, y no porque nuestro cuerpo lo requiera".

Los motivos

Los estados emocionales de una persona, como el estrés, la ansiedad, la preocupación, soledad, aburrimiento, entre otros, pueden influenciar notablemente en cuánto y qué es lo que se come.

Por ello, Labbé advierte que la ingesta emocional puede "llevar a elegir ciertos alimentos, generalmente altos en grasa, como pizza, papas fritas, etcétera; o ricos en azúcar, como chocolates, helados, dulces y postres; lo que conocemos como comidas confort, pues solemos relacionarlos con alegría o satisfacción".

De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Chile el 5% de la población padece depresión y más de un millón de personas sufre de ansiedad.

En ese contexto, la psicóloga de la UAI comenta que "cuando hay trastorno ansioso o depresivo, habitualmente alteran los hábitos alimenticios, tanto por una ingesta excesiva de los alimentos como una ingesta limitada de alimentos".

¿cómo evitarlo?

Para cambiar la relación negativa con la comida, ambas expertas recomiendan seguir la práctica de la alimentación consciente, que puede ayudarte a conectar tu cerebro y tu cuerpo para que reconozcas más fácilmente si tienes hambre fisiológica y detectar cuándo te sientes satisfecho o lleno.

"Al comer de forma más consciente estás poniendo la atención a tus motivaciones, a los pensamientos y emociones hacia la comida, a reconocer las situaciones que te impulsan comer, y las elecciones que estás tomando, y que normalmente no notarías", argumenta Labbé, quien es magíster en Nutrición Humana y Aplicada.

Para este propósito la académica da cuatro pasos prácticos para aplicar día a día:

1-Preguntarse antes de comer: ¿por qué lo estoy haciendo?

2-Realizar una lista de los alimentos que se van a preferir cuando se sufre de hambre emocional.

3-Maneja el ambiente: reconocer las situaciones que llevan a comer sin tener hambre fisiológica.

4-Comer con calma: las señales de saciedad tardan 20 minutos en llegar al cerebro.

"El hambre emocional ha sido asociado a una necesidad en respuesta a estados afectivos".

Fernanda Díaz, psicóloga.

La Cruz Roja advierte del peligro de usar la IA en decisiones militares

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Las inteligencias artificiales (IA) podrían permitir tomar mejores decisiones militares que minimicen riesgos para los civiles en conflictos armados, pero también ser fácilmente manipuladas con consecuencias devastadoras, advirtieron expertos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

En una publicación sobre el apoyo de las IA en las decisiones de los actores armados de una guerra, el asesor militar del CICR, Ruben Stewart, y la asesora jurídica, Georgia Hinds, aseguran que la integración de los IA-DSS (Sistemas de Soporte de Decisiones con IA) podría facilitar la recopilación y análisis de datos de internet sobre la presencia de civiles e infraestructuras no militares en zonas de conflicto, lo que permitiría a los comandantes militares incluir estas bases de datos entre los factores que tener cuenta a la hora de tomar decisiones sobre ataques.

Sin embargo, los especialistas enfatizan que es fundamental contrastar los datos recopilados para evitar el denominado "sesgo de automatización", considerado como la tendencia de los humanos a no evaluar de forma crítica la precisión del análisis de una IA, lo que puede conducir a diagnósticos inexactos con eventuales consecuencias letales.

Este índice de error crece en situaciones en las que el tiempo es un factor crítico, ya que el empleo de la inteligencia artificial para aumentar el ritmo de las decisiones militares puede suponer riesgos adicionales para los civiles al simplificar en exceso la selección de objetivos de ataque.