La educación municipal está siendo traspasada a los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) configurando nuevos territorios escolares. Diversos actores provinciales están preocupados por la implementación de este nuevo cambio, especialmente ante las dificultades administrativo-financieras que han surgido estos últimos años en algunos municipios y que responden al modelo de financiamiento y gestión imperante. Chiloé necesita el cambio, pero espera que este sea bien realizado, y para que aquello goce de altos estándares y baje los niveles de angustia que comienza a instalarse en algunas comunidades educativas, sugerimos medidas simultáneas de mediano plazo, que podrían abordarse antes y durante los primeros años de este nuevo traspaso para generar adhesión y no desencanto, mayores compromisos y no nuevas frustraciones.
Primero, creemos que hay que construir capacidades de gobernanza multinivel. La variedad de actores involucrados exige que los directivos tengan habilidades para coordinar territorialmente las intervenciones y potencialidades de apoyo desde la institucionalidad pública; liderazgo para la coordinación de atribuciones, articulación de expectativas y modalidades de trabajo en red que doten a la nueva institucionalidad de legitimidad y autoridad educativa. Segundo, se debe realizar un mapeo de las condiciones de infraestructura y equipamiento en todos los establecimientos educacionales, para luego priorizar e implementar un programa de mejoramiento integral. Los establecimientos educacionales del SLEP Chiloé deben cumplir con estándares de operación, que garanticen seguridad a docentes y estudiantes, pero también espacios adecuados para la buena enseñanza y la vida comunitaria. Tercero, comunicar con trasparencia las condiciones del traspasado de profesionales docentes y de apoyo de los establecimientos educacionales, pero también dotándoles de autoridad educativa y pedagógica, generando oportunidades de perfeccionamiento e invitándoles a ejercer su profesionalismo con eficacia y responsabilidad frente a sus comunidades.
Este desafío requiere de un pacto por una educación de calidad, culturalmente pertinente, vinculada a los desafíos territoriales y acogedora de los sueños de niñas, niños y jóvenes, pero también de las esperanzas de sus familias y de las necesidades socioproductivas del territorio insular.