Emprendedores elaboran joyas con tablas de skate en desuso
Una joven pareja unida por el mundo delskatey el diseño convirtió una creciente problemática de generación de residuos en una innovadora idea de negocio con conciencia ambiental y basada en una economía circular.
Ignacio Arriagada M.
Desde pequeño Juan Carlos Barrera estuvo vinculado al mundo del skate. Sus tardes las destinaba a pasar sobre la tabla haciendo piruetas o deslizándose por veredas, rampas y barras en la comuna de Maipú, Región Metropolitana. Al llegar a la adultez se percató que una vez completado el ciclo de vida de las patinetas, estas se convertían en un desecho más, afectando así al medioambiente. Un viaje por varios países de Sudamerica le permitió conocer el potencial de esta madera, motivándolo a darle una nuevo uso.
"Mi deseo de cohabitar de manera responsable con la naturaleza me llevó a emprender un viaje transformador de dos años. Durante este tiempo me sumergí en diversas culturas y tradiciones, conectándome con oficios y comunidades indigenas de Brasil, Argentina, Paraguay y el sur de Chile. A lo largo de este viaje absorbí valiosos conceptos sobre cómo habitar (la Tierra) de forma respetuosa, aprovechando cada recurso que nos ofrece la naturaleza, sin explotarla. Este y otros conocimientos aportaron en la visión de un proyecto", detalla Barrera.
Al llegar a Chile, en 2013, Juan Carlos conoció a Dania Salazar, quien en ese momento estaba culminando sus estudios de diseño. Tras formalizar su relación, ambos se dieron cuenta que tenían un objetivo común: desarrollar un negocio basado en una economía circular y que contribuyera a evitar la crisis medioambiental.
Al poco tiempo, y en medio del auge de la práctica del skate en el país y con la proliferación de diversos skateparks en la capital, ambos decidieron iniciar una pyme que se hiciera cargo de los desechos que se generaban en torno a esta disciplina, mediante la recuperación y reutilización de las tablas que quedaban en desuso e iban a dar a vertederos.
"Concretarlo (el proyecto) se dio en un momento especial: Dania estaba embarazada de nuestro hijo Salvador. Nos dimos cuenta de la necesidad de un planeta más limpio para nuestro hijo. Esa fue otra razón para sacar adelante esto", reconoce el emprendedor.
Primer paso
Sin un taller establecido, sin herramientas y con conocimientos limitados sobre el trabajo con madera, la pareja se lanzó a la aventura. El primer paso para concretar el proyecto fue unir sus aficiones y profesiones. Él aportó sus saber en la cultura del skate, cuya disciplina practica desde los 6 años, y ella con sus estudios en diseño.
"Nosotros partimos a mediados de 2013 en un espacio que funcionaba como taller, pero que como tal no lo era: en la casa de mis papás. Justo esa fecha en que partió todo Dania tenía que participar en un seminario. Los diez días que estuvo afuera yo los aproveché para hacer el primer experimento. Puse en práctica todas las técnicas que aprendí afuera y en Chile. Luego de ensayo y error, y con la madera de un skate, di con unos anillos y unos pendientes, los cuales fueron un regalo para Dania", recuerda Juan Carlos.
Con esas piezas fue que nació Rubrum, que pretendía transformar patinetas rotas en joyería. Al convencerse que la pyme tenía un gran potencial, la pareja arrendó al mes siguiente un taller en Estación Central. En ese lugar trabajaron arduamente dos años y medio para perfeccionar la técnica de fabricación, las líneas de diseño y los productos que iban a ser hechos.
"A mediados de 2015 lanzamos oficialmente la primera línea de joyería de autor, que consistía en anillos, aros, colgantes, amuletos y una línea decorativa, que incluía cuadros murales, maceteros aéreos y clásicos. Partimos vendiendo en el Barrio Lastarria y a las afuera de la estación Pedro de Valdivia. Desde el principio hubo una buena recepción de la gente. Vendíamos y, a la vez, explicábamos a la gente de lo que trataba el reciclaje, la economía circular. No podían creer que esa joya que estaban comprando provenía de madera de una tabla de skate", sostiene Barrera.
El año 2016 Rubrum alcanzó cierta popularidad en las comunas de Santiago y Providencia por su innovador y sustentable trabajo y por la calidad de sus productos. Esto produjo que Juan Carlos y Dania buscaran alternativas para recolectar más patinetas en desuso y así lograr las metas de producción.
"En 2016 concretamos el primer punto de acopio de tablas en una tienda de skate en Maipú. Luego, en 2018, colocamos en skateparks de la Región Metropolitana, como los ubicados en el Parque Bustamante, en el Parque de Los Reyes, en el Parque Amengual de Pudahuel", detalla el skater.
A la fecha, la pyme ha podido recuperar alrededor de 6 mil patinetas para satisfacer la construcción de todas sus líneas, lo equivalente a 3.000 kilos. En paralelo, también aportan con este tipo de material a talleres de personas interesadas la reutilización de estos insumos para proyectos de carpintería u otros similares, y han desarrollado una serie de talleres para niños que la empresa está llevando a cabo en colegios con miras a fomentar la reutilización de residuos.
A través de la asesoría especializada del Centro de Desarrollo de Negocios Sercotec Santiago, Rubrum pudo fortalecer y potenciar su crecimiento, llegando a participar recientemente como pyme expositora invitada en la Expo Smart City, realizada en el Centro Culturar Mapocho, donde pudo compartir espacio con grandes compañías como Tesla.