El 15º Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar, efectuado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), destaca un cambio profundo en el uso de drogas y alcohol por parte de adolescentes. Es muy común que el consumo de estas sustancias se presente en mayor medida en varones, pero desde 2019, la población escolar femenina comenzó a sobrepasar a los varones en consumos como alcohol y marihuana. Si bien el consumo de alcohol y tabaco está en sus cifras más bajas en 20 años el uso de los cigarrillos electrónicos ha ido creciendo. El descenso en el consumo de tabaco tradicional puede no ser considerado una victoria en salud pública, sino una transición hacia el vapeo. Existe una percepción errónea de que los cigarrillos electrónicos no son peligrosos, lo que ha originado que el uso de estos dispositivos aumente en adolescentes.
La marihuana permanece como la droga más consumida, manteniendo niveles similares al estudio anterior, sin embargo, la tasa de drogas más adictivas muestra un incremento no obstante la baja incidencia en general. En efecto, el consumo de pasta base aumentó del 1,1 al 1,8%, mientras que el consumo de cocaína subió del 1,9 al 2,5%, lo que constituye un alza de un 30%. Esto es algo que debería preocuparnos considerando el potencial de adicción de estas drogas. Por todo esto es necesario avanzar en una Agenda Temprana de Prevención Social que atienda estos factores de riesgo, con una oferta programática que cuente con evidencia, como el modelo Familias Unidas, que ha demostrado bajar la probabilidad de consumo de alcohol y otras drogas en adolescentes.
Se hace pertinente, entonces, abordar los factores sociales que han impulsado este cambio, como la publicidad y la normalización del consumo de alcohol y otras drogas en redes sociales. Asimismo, es el momento de implementar restricciones claras sobre la venta de estos dispositivos de vapeo, incluyendo prohibiciones en niños. Es necesario impulsar campañas informativas que refuercen los riesgos del vapeo, ya que su percepción de inocuidad ha impulsado su consumo. En esa línea, apoyar a padres y cuidadores con una oferta con evidencia que les ayude a potenciar su rol protector.
Los datos nos revelan una transformación en el consumo adolescente en Chile. La inversión de la brecha por sexo y el auge del cigarrillo electrónico plantean nuevos desafíos para la salud pública. En consecuencia, es fundamental que las estrategias de prevención evolucionen para responder a estas tendencias, aumentando la percepción de riesgo y garantizando la prohibición en el acceso a productos como el vapeo y el cannabis en la niñez.
Columna
Marcelo Sánchez, gerente general de, Fundación San Carlos de Maipo