Bioxiplas: la startup que demuestra que el plástico también puede ser parte de la solución
Fundada por María Loreto Mendoza Sobarzo, ingeniera en administración agroindustrial, que nació con el propósito de dar una segunda vida a los residuos plásticos, transformándolos en productos biodegradables y sostenibles.
María José Arriagada G.
Bioxiplas, fundada por María Loreto Mendoza Sobarzo, egresada en ingeniería en administración agroindustrial, nació de la inquietud por transformar los residuos plásticos en productos biodegradables y sustentables. Desde sus inicios con selladoras manuales hasta la fabricación propia con tecnología avanzada, esta compañía ha logrado posicionarse en mercados nacionales e internacionales, impulsando una innovación responsable que combina ciencia, tecnología y compromiso ambiental.
¿Cómo nació Bioxiplas y que los motivó a crear sus productos con sello biodegradables y sustentables?
Partí trabajando como gerente comercial en una empresa de materiales de aseo industrial. Buscando nuevos mercados, impulsé la atención a salmoneras y pesqueras, pero mi jefe no quiso invertir en delantales plásticos. Así que, con la ayuda de un proveedor, decidí fabricarlos yo misma con una selladora manual.
Con el tiempo, mejoramos la calidad, pasamos a usar polietileno virgen y descubrí que el 70% de los residuos en plantas de proceso eran plásticos. Eso me llevó a buscar alternativas más sostenibles, como los plásticos biodegradables con aditivos modernos, que se degradan en vertederos en unos dos años y son reciclables. Creo firmemente que el plástico es un material noble si se usa y se desecha correctamente. La clave está en la educación, el diseño adecuado y seguir innovando con conciencia ambiental.
¿Qué tipo de productos sustentables desarrollan actualmente en Bioxiplas?
Tenemos una línea enfocada en plantas de proceso que vendemos tanto en Chile como en Estados Unidos. Allá contamos con razón social, oficina y bodega en Miami; tributamos en ambos países. La fábrica está en Chile y la distribuidora en EE.UU.
Gracias a la experiencia en ese mercado, descubrimos oportunidades que no habíamos visto acá. En una planta estadounidense me pidieron una funda para la caja, algo que nunca ofrecimos en Chile. Ahí entendimos que los encargados de EPP y de packaging son distintos, y que este último compra mucho más. Eso nos permitió pasar de uno a seis contenedores al año a EE.UU. A raíz de esto, en Chile comenzamos a explorar el mercado del packaging biodegradable, participando en licitaciones. Nuestro sello es claro: sólo productos sustentables, compostables y biodegradables.
También estamos incursionando en venta directa al público, a través de un distribuidor en Valdivia, la librería Cuerpo y Alma, que está promoviendo nuestras bolsas biodegradables en espacios públicos y comercios locales. Siempre trabajamos con empresas, así que estos nuevos nichos -packaging sustentable y bolsas para venta directa- han sido una grata sorpresa.
¿Qué tipo de financiamiento utilizaron para poner en marcha su emprendimiento y cómo ha evolucionado en el tiempo?
He pasado por distintas etapas en este camino emprendedor. Al inicio, trabajé con Austral Incuba, donde gracias al apoyo de Macarena Sáez obtuve dos SAF y un Scale Up. Como no contaba con capital, me financié con préstamos, especialmente del Banco de Chile, que siempre me apoyó.
También aproveché programas de ProChile, que antes cubrían pasajes y organizaban ruedas de negocios. Viajé a varios países, algunos sin resultados como El Salvador, pero otros como Colombia y Uruguay fueron muy valiosos, al punto que volví varias veces por cuenta propia. Después, con mi socio buscamos certificaciones internacionales y llegamos al LMP en Italia, un laboratorio dirigido por un experto del equipo que ganó el Nobel por el polipropileno. Viajamos hasta allá y fue una gran experiencia.
Más adelante trabajamos con la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), que permitió realizar estudios clave como biodegradabilidad, vida útil, migración hacia alimentos y hasta un delantal antiviral para COVID. Eso nos permitió innovar de verdad, algo que como PyME no podríamos haber financiado solos.
¿Qué tecnologías están aplicando en su emprendimiento y qué rol cumple en el desarrollo de sus productos?
Mi relación con la tecnología ha sido clave para innovar y crecer de forma sostenible. Comencé trabajando con selladoras manuales, pero pronto entendí que necesitaba fabricar mi propia manga de polietileno para asegurar calidad y composición, especialmente con los aditivos biodegradables. Así llegó nuestra primera extrusora, que increíblemente sigue funcionando desde 2014 gracias a un buen mantenimiento.
Con el tiempo incorporamos una recicladora para reutilizar todos los residuos de producción, los que convertimos en bolsas de basura de colores biodegradables. Hoy no generamos desechos. También adquirimos una peletizadora, y más recientemente una máquina para producir un guante veterinario biodegradable, con un diseño que elimina el elástico, usando en su lugar una manga con elasticidad natural.
Estamos terminando de pagar una nueva máquina para hacer bolsas en rollo, y soñamos con renovar nuestra recicladora por una más moderna y eficiente. Pero todo lo hacemos con responsabilidad: somos un equipo de 15 personas que dependen de este proyecto, así que cada paso es muy calculado.
¿Cómo garantizan que sus productos sean realmente biodegradables y respetuosos con el medio ambiente?
En cuanto a la confianza del consumidor, garantizamos que nuestros productos son biodegradables y respetuosos con el medio ambiente mediante análisis y certificaciones reales. Buscamos siempre trabajar con laboratorios serios y validaciones que respalden cada afirmación, porque creemos que la transparencia es clave para construir credibilidad.
En el caso de las plantas de proceso de alimentos, todo es muy riguroso. Les envío las certificaciones, ellos las verifican y, además, hacen sus propios análisis: toman el delantal o la bolsa, lo llevan a laboratorio y comprueban que todo esté como se promete. Nuestros materiales tienen certificación FDA, que aplica a los insumos (no al producto final como el delantal). Luego hacemos un análisis de migración que demuestra que, incluso después de mezclados, los componentes no transfieren nada al alimento. Ese informe es clave para garantizar que nuestros productos sean seguros. Nuestro compromiso es ofrecer siempre productos 100% reales y certificados, aunque el camino para que esa confianza llegue al consumidor final aún tiene desafíos. l
"Mi relación con la tecnología ha sido clave para innovar y crecer de forma sostenible".
María Loreto Mendoza Sobarzo,, fundadora Bioxiplas