Valdivia es una ciudad que habita la frontera entre el río y el bosque; lo urbano y lo rural; la historia y el porvenir. Esta condición nos ha enseñado que el desarrollo sostenible no es un concepto abstracto, sino una tarea concreta y urgente que se juega diariamente en la forma en que planificamos, habitamos y proyectamos nuestro territorio. Desde el municipio hemos asumido con decisión este desafío.
Uno de los principales ejes de nuestra gestión ha sido el fortalecimiento de la infraestructura ecológica urbana. Un ejemplo claro es el trabajo que impulsamos para consolidar núcleos nativos de biodiversidad en la ciudad, reconociendo y restaurando espacios de valor ambiental que aportan a la conservación de especies y mejoran la calidad de vida, reducen los efectos del cambio climático y fortalecen la conexión entre las personas y la naturaleza. A ello se suma el potenciamiento de parques y áreas verdes con una visión que los entiende como espacios de encuentro, recreación, salud mental y cohesión social.
En este camino, nos parece fundamental dialogar el desarrollo urbano con nuestra vocación turística y ambiental. Valdivia es una ciudad de alto interés turístico, pero ese potencial solo tiene sentido si es coherente con el bienestar de quienes aquí viven. Por eso promovemos una infraestructura pública que sea útil tanto para los visitantes como para nuestros vecinos y vecinas, como lo ejemplifica el proyecto Borde Humedal: una obra que cambia el paradigma de cómo relacionarnos con nuestros humedales, integrando seguridad, accesibilidad universal, respeto ecológico y diseño urbano de calidad. Esta experiencia proyecta el tipo de ciudad que queremos ser: una donde la naturaleza no se expulsa ni se encierra, sino que se incorpora en la vida cotidiana.
Este modelo de desarrollo requiere de certezas para vivir e invertir. Recibimos una ciudad cuya normativa urbana seguía anclada en los años 80, generando indefinición y conflicto. Hoy estamos en el proceso de actualizar el Plan Regulador Comunal, una herramienta clave para ponernos al día con los desafíos actuales y futuros. Con ello, buscamos entregar garantías claras a quienes habitan y trabajan en este territorio y a quienes ven en Valdivia una ciudad con proyección para desarrollar inversiones con impacto positivo.
Pero el camino hacia una ciudad sostenible no está exento de obstáculos. Uno de los más persistentes es el centralismo y la burocracia, que muchas veces frenan o retrasan decisiones. Lo vemos en proyectos como la recuperación de plazas históricas, el Parque Santa Inés o la renovación del Paseo Pérez Rosales. Cada uno de ellos responde a demandas ciudadanas claras, pero ha debido enfrentar trabas administrativas que nos recuerdan lo urgente que es avanzar hacia una descentralización real, donde las comunidades tengan más poder para definir su destino.
Sin embargo, los límites no están únicamente en la burocracia y el centralismo. También enfrentamos una insuficiencia estructural de potestades a nivel local. Las municipalidades necesitamos más y mejores atribuciones, equipos técnicos más robustos y capacidades reales de fiscalización. No basta con tener responsabilidades si no van acompañadas de recursos y herramientas que permitan ejercerlas con eficacia. Fiscalizar sin medios es cargar sobre los municipios una función clave sin la posibilidad de cumplirla plenamente, afectando la gobernanza y la calidad de vida de nuestras comunidades.
A pesar de estas dificultades, seguimos creyendo que otra forma de habitar el sur es posible. Una forma que no renuncia a crecer, pero que lo hace desde el cuidado, la justicia territorial y la participación activa de la ciudadanía. Porque el desarrollo sostenible no se decreta: se construye desde abajo, con liderazgos locales comprometidos, con visión de futuro y con la capacidad de transformar las tensiones del presente en oportunidades de cambio.
En Valdivia estamos en ese camino. Y queremos que nuestra experiencia sirva de inspiración y empuje para otras comunas del sur, que como nosotros, saben que el cuidado del territorio no es una opción, sino la única manera digna de pensar el porvenir. l
"El camino hacia una ciudad sostenible no está exento de obstáculos. Uno de los más persistentes es el centralismo y la burocracia, que muchas veces frenan o retrasan decisiones"
Por Carla Amtmann Fecci,
Alcaldesa de Valdivia