Artistas marciales de Quellón luchan por 'La Casa del Guerrero'
Con una década de vida, academia chilota de karate marca presencia local y nacional en sus lides cosechando preseas, aunque aseguran sus integrantes que su propósito más que competitivo, es formativo.
Una actividad que ha sumado adeptos, y por cierto logros deportivos en la comuna de Quellón es el karate. Si bien hay distintos estilos o escuelas de esta disciplina a nivel mundial, en la sureña comuna insular hay una academia que funciona en el estilo karate do, el más expandido universalmente, cuyo fundador es el maestro japonés Gichin Funakoshi, considerado el padre del karate moderno. El nombre de la agrupación es Kobukan y su traducción del japonés sería "La Casa del Guerrero".
El artífice de esta escuela marcial, reconocida por la Federación Chilena de Karate Do y por la SKIF (Shotokan Karate Do International Federation), es el abogado Hernán Larrère Castro (69), quien se desempeñó por 15 años cono notario público de Quellón y hoy realiza esa labor en Castro desde diciembre del 2014. Como si fuera poco, este hombre de leyes es cuarto dan en su disciplina deportiva, lo que le otorga la calidad de maestro con licencia de instructor otorgada por las entidades reguladoras, siendo reconocido como sensei por sus discípulos.
Larrère lleva más de 50 años en estas lides. Comenta que comenzó a dar sus primeros pasos a los 18 años. Inicialmente lo que motivó su ingreso a la práctica del karate fueron sus necesidades de querer defenderse. Él reconoce que era pendenciero de joven. "Era muy peleador. Un día pensé que iba a aparecer un tipo más rudo que yo y me iba a sacar la cresta", comenta entre risas, sumando que las peleas se acabaron cuando partió en el karate.
Mientras estudiaba en la Universidad de Concepción, estuvo entrenando seis meses con Shang Siam Kim, profesor coreano de taekwondo, quien retornó a sus país de origen. Luego estuvo haciendo por un año y medio kung fu, el karate chino, con el sifu (maestro) Ricardo Chiang. Tras esos pasos por distintos estilos y disciplinas, arribó finalmente a lo que domina y enseña, el shotokan, karate do tradicional. "Me gustó, lo encontré mejor para mí que las otras disciplinas y me quedé ahí", afirma.
Como parte fundamental de su vida, en el 2006 abre en Quellón la Escuela de Karate Do Kobukan. "Actualmente tenemos 39 alumnos activos, entre los 6 y los 43 años, aunque no hay límite de edad para la práctica del deporte. A nivel competitivo, después de los 7 años sí se les divide por peso y por edad", expone.
Los recién ingresados comienzan con el cinturón blanco y no se asciende de grado sin que medie un lapso mínimo de tres meses en la categoría. Los alumnos reciben instrucción del propio Larrère, quien cuenta con la ayuda de los denominados sempais, alumnos aventajados quienes se encargan de ayudar al sensei en el dojo (espacio donde se practica el arte marcial).
"Cuando se trata de niños chicos prefiero hacer la instrucción yo mismo, porque algunos senpais podrían no tener tanta paciencia con los chicos", comenta el abogado de profesión. Una clase normal es para todos los alumnos juntos en el tatami (la superficie, originalmente de estera, donde se practica), siendo divididos estos de adelante hacia atrás por sus grados o cinturones. Acota que "la técnica base es siempre igual para todos".
La Kobukan participa en todos aquellos torneos obligatorios organizados por la SKIF (Shotokan Karate-Do International Federation), destacando los certámenes nacionales y de zona sur, como uno que aconteció recientemente.
"Se convocan con bastante anticipación, se elige el lugar, este año fue en Pucón, y se desarrollan en dos días", detalla.
La presencia de los exponentes en estos campeonatos es apoyada por sus familias. "Hacen actividades para juntar dinero, la Municipalidad (de Quellón) generalmente nos facilita un bus, al cual le pagamos el petróleo", menciona.
cosecha en pucón
Respecto a la competencia, Larrère enfatiza que "como en todos los torneos, en que viene gente de todo Chile, uno nunca va con muchas expectativas ya que hay escuelas muy fuertes. Concepción y Antofagasta, por ejemplo, movilizaron muchos alumnos, lo mismo que el dueño de casa. También Talcahuano, Lota; en fin, cerca de 400 competidores y nosotros fuimos con 18, una escuela del final de la Isla (Grande) de Chiloé".
Los resultados obtenidos, a juicio del instructor, fueron una sorpresa. "Estaba de árbitro y no podía dirigir, por tanto uno de los cuatro cinturones negros de la academia hizo de coach, y muy bien, por lo demás".
Destacable fue el tercer lugar obtenido como escuela. A nivel individual brillaron el primer lugar, campeón de Chile, de Yerko Aguilar (17), cinturón café, tanto en katas (formas) como en kumite (combate), y Marianela Alarcón, de tan solo 7 años, cinturón amarillo, resultó monarca nacional en kumite.
También campeonaron Soledad Colivoro (14) en kumite, cinturón café; Margoth Gómez (14), cinturón verde en kata y kumite; Elvis Chiguay (36), cinturón café en kumite, y Óscar Díaz (35) cinturón café, también en combate. Este último junto a Elvis Chiguay se alzaron con el triunfo en la modalidad ippon kumite. Por si fuera poco, los quelloninos obtuvieron 7 medallas de plata y 9 de bronce.
En el extranjero la academia también ha obtenidos buenos resultados. Prueba de ello es el campeonato obtenido en kumite por Verónica Larrère (25) en agosto del 2014 durante un torneo internacional abierto en Buenos Aires. Ella, hija del maestro de la Kobukan, es cinturón negro y tercer dan de la disciplina.
Para el actual notario de Castro, el karate es una forma de vida: "A los chicos les inculco eso. Ellos lo tienen claro. Para nosotros la competición en un torneo no es una finalidad, para nosotros es un medio para formar a una persona. Eso lo conversamos mucho con los chicos".
El respeto que muestran los alumnos y que se vive al interior del dojo es reverencial. Sorprende el trato educado y respetuoso de los muchachos, además de ser muy disciplinados.
Agrega el maestro: "El respeto al sensei pasa por el respeto a los padres, quien no tiene respeto por su padre no tiene respeto por su sensei, por tanto, no podría estar en la escuela. Una persona que baja sus notas escolares no puede seguir en el dojo, mientras no recupere su nivel".
Suma que la puntualidad es fundamental: "El que no llega a la hora, no ingresa a la clase". Lo ejemplifica señalando que en Japón no existe una palabra que represente este hecho, simplemente porque no existe el llegar atrasado.
Testimonios
Rodrigo Pillancari (43), profesor de educación básica, lleva tres años practicando karate do y es cinturón azul. "El karate, en el amplio sentido de la palabra, es una verdadera forma y estilo de vida. Es más que una actividad física. Acá se nos enseña un camino de rectitud y nos entregan principios y valores. Además, lo hago feliz porque tengo la suerte de practicar este deporte con mi hijo menor y ha sido una experiencia agradable y enriquecedora", comparte.
También palabras de elogio entrega Yaricsa Oyarzún (15), alumna de primero medio en el Liceo Rayen Mapu, cinturón verde, quien declara que "para la persona que le gusta (el karate), comienza a ser muy importante en su vida. Más que un deporte, acá es como una familia, un apoyo importante. En un principio me costó un poco, pero recomiendo su práctica".
A su vez, Raúl Norambuena (19), estudiante de Derecho de la Universidad Adolfo Ibáñez, cinturón negro, con ocho años de práctica, cataloga que "es algo fundamental que todos deberíamos hacer, al igual que en Japón y China, desde muy pequeños. Esto forma a los niños a ser disciplinados, a tener una buena conducta hacia los demás, respetar a sus padres y a los mayores".
Concluye el mismo joven que este arte marcial "enseña a controlar los impulsos y en la edad adulta sirve como actividad física. El karate do es una enseñanza de vida. Esto es un camino que jamás termina".
"Para nosotros la competición en un torneo no es una finalidad, para nosotros es un medio para formar a una persona".
Hernán Larrère,, instructor de la Escuela, Kobukan de Quellón."