Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Servicios
  • Clasificados
  • Estrellas

Chilotes recuerdan el trabajo de Enrique Paris en el Archipiélago

El jefe del Minsal fue médico general de zona entre 1975 y 1979 y es Hijo Ilustre de Quinchao. Exfuncionarios del Hospital de Achao rememoran el paso del puertomontino que nunca dejó de volver a las islas.
E-mail Compartir

Redacción

"Una de mis primeras visitas a regiones va a ser al Hospital de Achao, donde trabajé como médico general de zona por cuatro años", dijo un emocionado ministro de Salud, Enrique Paris Mancilla, al asumir el cargo en el Palacio de La Moneda, el 13 de junio pasado.

Un amor a todas luces correspondido por los isleños, quienes a más de cuatro décadas desde que llegara en 1975 a trabajar a esa apartada localidad en la isla Quinchao, en el Archipiélago de Chiloé, no lo olvidan.

"Era muy, muy querido. Cuando se fue todo el pueblo se organizó para despedirlo. Una cena bailable con adhesiones. Contrataron una orquesta que vino de Ancud, recuerdo. Fue todo el pueblo y la fiesta era hasta que las velas no ardan", rememora uno de los asistentes, el tecnólogo médico Jhonston Santibáñez, quien trabajó con Paris en el hospital achaíno y actualmente desempeña esa función en Ancud.

Tan querido que este verano fue condecorado como Hijo Ilustre de la comuna de Quinchao, en una ceremonia en Achao, cuenta Luis Curumilla, alcalde de la vecina Curaco de Vélez, quien trabajó en la misma época que Paris en el centro asistencial.

"Dejó huella", repiten quienes lo conocieron en ese tiempo y lo recuerdan como "sensible y sencillo". Coinciden el médico pediatra Óscar Muñoz, quien laboró con él por un año, y Odette Llanos, la primera asistente social que tuvo el centro asistencial.

Muñoz lo evoca como "una gran persona (…), un gran médico, una persona muy sencilla, sensible, humilde, no se subía a un pedestal clínicamente y tenía un gran compromiso por las personas".

"Llegué cuando se estaba yendo y escuché mucho hablar de él, especialmente en las islas, cuando iba a la ronda médica. En ese tiempo era todo bien precario. Al doctor Paris le tocó una época bien difícil. Ahora hay postas estupendas, pero en esos años se ponía una lancha a disposición del equipo de salud y salíamos de isla en isla, entre las 24 que dependían del Hospital de Achao", comparte la asistente social.

No había celulares y no en todas las islas tenían posta "o equipo de radio, para comunicarse en caso de emergencia, cuando se echaba a perder el tiempo. Salíamos sin saber cuándo se iba a poder regresar, por el tiempo", añade Llanos.

"Estuvimos cinco o seis días atrapados en Chaulinec. No podíamos salir. Todos los días intentábamos pero llegábamos a la barra Chequián, donde empieza el golfo, y nos teníamos que devolver", porque el mal tiempo impedía a la frágil lancha Amelia, de madera pero a motor, sortear esa zona de fuertes corrientes", aporta Flor Ojeda, quien trabajaba como administrativa en el hospital quinchaíno.

Quelcún

Hacer "quelcún" es la expresión chilota para capear un temporal y esperar mejores condiciones para seguir viaje y eso era lo que hacían.

Cuando tenían suerte los hospedaba un lugareño. En otras ocasiones agradecían el techo y se acomodaban en sacos de dormir en el frío suelo de la posta rural.

"O en la escuela del lugar, sin calefacción", agrega Odette.

"Ellos mismos tenían que preparar su comida", apunta Flor.

"Era duro, sobre todo en invierno, pero éramos cabros jóvenes y aguanta mucho el cuero", dice Muñoz, quien recuerda que muchas veces dormían en la lancha, aunque las mejores condiciones las tenía el antiguo Cirujano Videla, el buque médico de la Armada en la zona que ya fue dado de baja y reemplazado por una moderna embarcación del mismo nombre.

A diferencia del también precario hospital que sigue igual. Sus oscuros pasillos podrían ser un buen set para filmes de la primera mitad del siglo pasado, probablemente.

"Eran médicos generales, no había especialidades y cuando llegaban casos de mayor riesgo tenían que arriesgarse, incluso a cirugías", consigna Odette respecto de las condiciones en que se trabajaba en esos años.

"Sigue ahí mismo y ya era antiguo en esa época. Confío en que ahora le eche una ayudadita para mejorarlo", desliza el edil curacano, quien no pierde la esperanza de que el nuevo ministro pueda empujar una reposición.

Porque sus precarias condiciones impiden incluso que nazcan niños en Curaco de Vélez y solamente permiten que muy de vez en cuando llegue al mundo un achaíno en Achao.

Aunque algunas cosas han mejorado, según confesó el propio Paris cuando agradeció este verano el reconocimiento de Hijo Ilustre de Quinchao: "El camino era de tierra, en el canal de Chacao había un solo transbordador y otro en el canal Dalcahue. Teníamos que tener una ambulancia en Dalcahue, y cruzar a los pacientes en bote".

"Estamos viviendo una situación difícil como país, por eso es muy importante el diálogo, hablar con la verdad, trabajar por la paz y no por la guerra, ni por las diferencias entre los chilenos. Y ojalá lograr la unidad de la nación porque eso es lo que nos hace fuertes", mencionó el hoy ministro.

comadre

"Siempre fue muy sencillo y comprometido con sus pacientes. A la hora que fuera que lo necesitaran, partía", revela Ana Rosa Uribe, quien fuera por varias décadas la bibliotecaria de Achao y quien es comadre de Paris.

"Fue algo muy bonito, él nos pidió ser padrino de mi hijita", suma.

"Una persona muy amable, muy humana, toda la gente del pueblo lo apreciaba, lo querían mucho. Muy humano y muy buen jefe también, le gustaban las cosas bien rectas, no las decía con malas palabras, de una manera muy especial daba las órdenes o corregía lo que encontraba mal", manifiesta Flor Ojeda, quien aún conserva fotografías de esa época.

Ana Rosa también afirma: "Nunca dejó de venir, los más jóvenes a lo mejor no lo conocen, pero los más viejos tenemos los mejores recuerdos".

"Se veía muy feliz. Sencillo, trabajador, honesto, era el dueño del hospital. Absolutamente comprometido. Se notaba que siempre le gustó la zona. Era muy buen médico, siempre con la mejor sonrisa", acota Séfora Cárdenas, quien tenía una boutique en Achao y hoy vive en Ancud.

"Era el médico de la gente, del pueblo. Estaba disponible 24/7. Lo acompañé muchas veces (…), entraba en todas las casas y la gente lo invitaba. Era muy querido", recalca el tecnólogo Santibáñez.

Y cierra: "Le decían doctor y los más confianzudos, sus colegas, hablaban del Chico Paris, pero… nada más. Por lo pequeñito".

"Una gran persona (…), un gran médico, una persona muy sencilla, sensible, humilde, no se subía a un pedestal clínicamente y tenía un gran compromiso por las personas".

Óscar Muñoz,

médico pediatra.

"Siempre fue muy sencillo y comprometido con sus pacientes. A la hora que fuera que lo necesitaran, partía".

Ana Rosa Uribe, exbibliotecaria, de Achao y comadre de Paris.

"(El Hospital de Achao) Sigue ahí mismo y ya era antiguo en esa época. Confío en que ahora le eche una ayudadita para mejorarlo".

Luis Curumilla,, alcalde de Curaco de Vélez.