Nueva constitución: ni pies ni cabeza
¿Cómo va la Constituyente? Es la pregunta que muchos chilenos se hacen, y francamente, va de mal en peor. Con la votación de los primeros artículos, los convencionales de extrema izquierda han terminado de sacarse la careta de demócratas y han dejado al descubierto sus intenciones totalitarias, que buscan alterar la matriz misma de nuestra república.
En la votación de los primeros artículos hemos visto como quieren destruir el poder judicial, limitar la independencia de los jueces, aniquilar el Estado unitario, convirtiendo a Chile en un Estado plurinacional. Lo último es que buscan eliminar el Senado, que en pocas palabras es ponerle una lápida a cualquier contrapeso que pudiesen tener. No solo se desconoce la importancia de tener una cámara revisora, sino que se desecha la trayectoria y su sentido republicano. Mucho menos se pondera su espíritu regionalista, ya que es ahí donde las regiones tienen una mejor representación.
Si hace algunos años nos alarmábamos en política cuando alguien hablaba de pasar la retroexcavadora, hoy ese concepto termina siendo un eufemismo si lo comparamos con las verdaderas intenciones de los constituyentes más radicales que han demostrado no tener escrúpulos en destruirlo todo.
Lo más grave es que todos aquellos anhelos de millones de chilenos que veían en una nueva Constitución una forma de comenzar a solucionar los grandes dolores de nuestro país, quedarán solo en anhelos. ¿Se acuerdan qué exigía la gente en la calle en medio del Estallido Social? Mejores pensiones, salud digna, el término de los abusos, mayor seguridad y varias cosas más. Nada de eso se está discutiendo y pareciera que cada día se abocan más en destruir los más de dos siglos de historia republicana.
Así como van las cosas, la nueva Constitución no tendrá ni pies ni cabeza. Verdaderamente no podemos esperar mucho, y en la medida que se van aprobando nuevos artículos vamos perdiendo la esperanza de que pueda salir algo positivo.