El exitoso debut de Manuela Martelli como directora
Recientemente se estrenó -en el Festival de Cine de Valdivia- "1976", la ópera prima de la actriz de "Machuca", esta vez como directora. Un deleite sensorial que luce todo el talento de Aline Kuppenheim.
Andrés Nazarala R. - Medios Regionales
El primer largometraje de la actriz Manuela Martelli, "1976", como directora, tuvo un exitoso debut internacional en Cannes y se estrenó después en el Festival Internacional de Cine de Valdivia, ganando la competencia de largometraje chileno. Elegido como representante de Chile en el Goya de España (para ser considerada como mejor película iberoamericana), acaba de llegar a las salas nacionales.
El cine que remite a lo político pende de una cuerda floja peligrosa. La tendencia a la sobreinformación y el discurso obligado puede conducir todo al hondo pozo de los lugares comunes. Afortunadamente, "1976" está en las antípodas de esos vicios comunes porque la cineasta enfrenta la compleja tarea de sugerir más que mostrar.
La violencia social y política de aquellos años -el Chile de 1976- funciona como un gran fuera de campo. El eje aquí es Carmen (Aline Kuppenheim), una mujer de la alta burguesía chilena cuya vida parece desarrollarse con toda normalidad a pesar de los tiempos. En la primera escena, mientras escoge pinturas para remodelar su casa de veraneo, contempla un hecho de violencia en la calle que no altera su vida.
Algo pasa, sin embargo, en su interior. Y es ahí donde Martelli, gracias a una impecable actuación protagónica, parece centrar la narración sin caer en psicologismos ni declaraciones obvias.
Todo es procesado por la mirada de un personaje inspirado en la abuela de la cineasta. Sabemos que es una mujer caritativa, que quiso convertirse en médica pero no pudo lograrlo porque la sociedad tenía otro destino para ella: ser dueña de casa. También que tiene un marido, hijos y nietos con quienes mantiene una relación armónica dentro del statu quo. Ellos la visitan intermitentemente cuando decide instalarse en la casa que pretende remodelar.
Es entonces cuando la película instala un dilema, un punto de quiebre. Un cura cercano, el padre Sánchez (Hugo Medina), le pide a Carmen que cuide a Elías (Nicolás Sepúlveda), un joven herido del que no sabemos nada pero, como iremos descubriendo, está involucrado en la lucha armada.
¿Qué pasa a continuación? Nada de lo que podemos esperar. Martelli -y la escritora Alejandra Moffat como coguionista- esquivan obviedades para ahondar en la inquietud de su protagonista, una mujer tan elegante y misteriosa como las decisiones narrativas y formales que el largometraje aborda con determinación.
"1976" es una película de atmósferas, insinuaciones, detalles (los zapatos tienen una importancia insospechada), sutilezas, omisiones. Es también un ejercicio cinematográfico que posee tanto del suspenso de Alfred Hitchcock como de la belleza de lo cotidiano que encontramos en la obra de Chantal Akerman. Un filme silencioso sobre el mutismo de aquellos años. Una experiencia sensorial que destaca por una paleta de colores cuidada y evocativa.
A estas alturas no es raro encontrarse con cintas sutiles de directoras chilenas (Dominga Sotomayor es una de las productoras). Lo que no es tan común es descubrir óperas primas que contengan tanto bagaje cinematográfico y contenciones.
"1976" avanza con calma sigilosa, esquiva efectismos, lucimientos altisonantes y discursos forzados. Nos invita a explorarla con el cuidado que demandan los zapatos hechos a mano.
Tras cortos
Es el primer largometraje de ficción de Manuela Martelli luego de los cortos "Apnea" y "Marea de tierra".