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Cate Blanchett, la actriz favorita para el premio Óscar

La película de Todd Field "Tár" se estrenó el jueves en cines chilenos. Es una reflexión sobre la cultura de la cancelación que ahonda en el mundo de la música docta y el lujo.
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Andrés Nazarala R. Medios Regionales

El director Todd Field debutó con "En la habitación" (2001), impecable drama sobre el duelo y la venganza que acumuló cinco nominaciones al Óscar. Años más tarde volvió con la irregular "Juegos secretos" (2006), película que obtuvo cinco menciones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.

Ahora, 16 años después, recibe seis nominaciones por "Tár", drama extenso y sofisticado que, como ya se intuye, le daría el tercer Óscar de su carrera a Cate Blanchett, quien participa en la categoría de mejor actriz protagónica. El largometraje recientemente a cines chilenos.

La actriz interpreta a Lydia Tár, una directora de orquesta -discípula de Leonard Bernstein- que prepara una interpretación en vivo de la Sinfonía Nº5 de Mahler que será grabada y editada por la Deutsche Grammophon. Nos enteramos de esto por una entrevista con público -de casi 15 minutos de duración- que Field instala como estrategia para acercarnos a una mujer fuerte y talentosa que ha debido abrirse camino en un mundo de hombres.

La película avanza con sutileza para componer la vida cotidiana de esta directora de orquesta que vive en Berlín junto a su pareja (una violinista interpretada por Nina Hoss) y su hija pequeña, viaja en jet privado por el mundo, usa ropa de diseñadores, cena en restaurantes de lujo y ensaya en teatros históricos.

Es una vida aparentemente ideal que comenzará a desmoronarse progresivamente. Una fuerte discusión con un alumno que descarta a Bach por ser "un hombre blanco" funcionará como señal de lo que vendrá. La aparición de una joven y ambiciosa cellista (Sophie Kauer) que traerá de vuelta los fantasmas de una vieja historia de abusos será otro signo de un derrumbe que Field ofrece a cuentagotas, alterando ligeramente la simetría del universo construido para enfatizar el desplome psicológico de la protagonista con un montaje rápido y golpes de efecto.

"Tár" pasa así de ser un estudio de personaje con vocación atmosférica a un thriller algo sensacionalista que, a pesar de todo, no opaca los intentos de Blanchett por mantener el complejo personaje a flote.

"Tár" toma el camino largo para hacernos reflexionar, finalmente, sobre las aristas de la cultura de la cancelación. Alguien podría decir que la coyuntura del filme justifica acaso su presencia en el Óscar -unos galardones que van siempre de la mano del espíritu de los tiempos- pero limitarlo a eso podría ser un poco injusto.

Field, a pesar de no ser un cineasta prolífico, tiene habilidad y sensibilidad. Y Blanchett es un talento probado que aquí ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera, metiéndose en los trajes lujosos de una mujer compleja y autoritaria.

En "Los espíritus de la isla", una de las mejores propuestas en competir por el Óscar este año, hay una conversación que cuestiona el valor de la bondad a la hora de la trascendencia. Un violinista amateur que desea componer una gran obra determina que no, que todas las grandes figuras de la historia han sido personas difíciles y cuestionables. Ese pequeña gran escena podría dialogar perfectamente con "Tár". Las películas a veces conversan.

6 candidaturas

"Tár" está también nominada en las categorías de mejor película, mejor director, mejor guión, mejor fotografía y montaje.

[Marcelo Pellegrini, traductor y poeta:]

Tras los pasos de un autor en la Provenza

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1-¿Cómo llegaste a Gustaf Sobin y qué fue lo que te cautivó de él?

-Llegué a él como poeta. Me sorprendió su registro, su verso ajeno a cualquier "adorno", desnudo de toda retórica en el mal sentido de la palabra. Brevedad, concisión, e incluso, podríamos decir, abstracción, aunque no me gusta esa palabra para describir un poema. Cuando supe que era también ensayista, saqué sus libros en ese género de la biblioteca de mi universidad, la de Madison-Wisconsin, y quedé tan sorprendido que de inmediato decidí traducirlo. Me cautivaron sus temas, lenguaje y la portentosa imaginación con que lee el paisaje de la Provenza y Languedoc.

2-¿Cómo fue el proceso, los problemas y epifanías?

-De largo aliento, porque leer la prosa de Sobin requiere lentitud; no es un escritor para leer rápido, sino para seguirle la pista a sus referencias y alusiones. Traduje los textos que me gustaron, pero al mismo tiempo quise elegir una variedad que representara de la mejor manera posible la trayectoria histórica que sus tres libros de ensayo cubren: desde la prehistoria hasta el renacimiento temprano. Los escollos fueron los que todo traductor sufre: buscar la expresión más cercana a lo que el autor dice, lo que en el caso de Sobin es muy desafiante por los temas que aborda.

3-¿Cómo definirías a Sobin, nacido en EE. UU. y después residente en Francia?

-Lo definiría como un escritor visionario. Su sentido de la historia, de lo humano, de lo que los habitantes de una antigüedad hace tiempo perdida, todavía pueden decirnos por medio de los vestigios que dejaron, resuena en nosotros con una fuerza inédita. Leerlo me hace pensar en lo que de común podemos tener con esas lejanías, que es mucho más de lo que creemos. A cualquier persona interesada en las zonas de contacto entre la arqueología, la historia, la filosofía y la poesía le gustarán estos muy singulares ensayos, llenos de expresiones felices en cada vuelta de página. Invito a leerlo.

Vestigios

Con traducción y prólogo de Pellegrini, "Vestigios luminosos" (Editorial UV) son ensayos de Gustaf Sobin (1935-2005) en los que explora vestigios materiales y espirituales.