El escritor que dijo que le gustaría "morir contando un chiste"
Paul Auster, el autor estadounidense contemporáneo más conocido falleció el reciente 30 de abril. Elogiado por su "Trilogía de Nueva York", su obra más reciente editada en el país es "Baumgartner".
Valeria Barahona - Medios Regionales
Minutos antes de la medianoche del 1 de mayo, The New York Times confirmó la muerte de uno de sus vecinos y entrevistados más famosos: el escritor Paul Auster ("La trilogía de Nueva York"): a los 77 años, dejó este mundo rodeado de su familia, después de un largo tratamiento contra el cáncer de pulmón y novelas que narran el fin del siglo XX, con sus dolores y esa hoy cuestionada masculinidad, sumado a una extensa declaración de amor a la literatura en volúmenes como "Leviatán", "El libro de las ilusiones", "Brooklyn Follies", "4 3 2 1", poemas y el ensayo "Un país bañado en sangre", sobre el uso de armas en Estados Unidos.
El deceso se produjo solo cinco horas antes del primer obituario, probablemente escrito con anticipación debido a la enfermedad extendida por años. "Es ingenuo, pero imaginé que yo sería la persona que anunciaría la muerte de mi marido, Paul Auster", publicó en Instagram más tarde Siri Hustvedt ("Todo cuanto amé"), junto a una foto donde aparece el célebre matrimonio -ambos ganadores del Premio Princesa de Asturias, uno de los más importantes en español- revisando unas páginas, probablemente un discurso de aceptación de algún reconocimiento como ser comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, o parte de la Academia Americana, entre otros del también director y guionista de la película "Lulu On the Bridge".
"Nadie de la familia fue capaz de llamar o enviar un correo electrónico a la gente querida antes de que comenzara el grito en internet. Nos robaron esa dignidad. No conozco la historia completa sobre cómo sucedió esto, pero sé que está mal", agregó la segunda esposa de Auster, luego de su divorcio de la también escritora Lydia Davis ("El final de la historia"). Esta nueva historia comenzó en una lectura de poesía tras la separación, cuando él tenía 34, aún no publicaba una novela, y Hustvedt contaba 26, también inédita, por lo que ese primer paso en la narrativa fue juntos. Hasta el fin.
La autora durante los últimos años se convirtió en una suerte de vocera del escritor, quien pasaba la mayor parte de su tiempo en quimioterapia, razón por la que cada tanto publicaba en la red social un informe sobre el estado de salud, avances y retrocesos, pequeñas reflexiones en los pasillos del hospital, camino que tituló como "Cancerlandia". En paralelo, Auster escribía "Baumgartner", su última novela que gira en torno a cómo se despide un escritor del mundo.
Publicado en inglés a fines del 2023, es uno de los textos más breves del autor, con poco más de 200 páginas en las que, no pierde la sensibilidad y candidez que caracteriza su extensa obra: "Como la niña está sola en casa y se encuentra sumida en un estado de auténtico pánico desde que su madre salió para el hospital, Baumgartner sigue hablándole durante diez minutos. Al concluir la conversación, en cierto momento logra arrancar a la niña algo parecido a una carcajada, y cuando al fin cuelgan, ese pequeño remedo de risa es lo que persiste en él, porque está casi seguro de que será la cosa más importante que vaya a realizar en todo el día".
Las últimas líneas muestran cómo "nuestro héroe va en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, comienza el capítulo final", es decir, aquel "eterno retorno" del que hablan los críticos literarios, la época feliz del escritor que vive solo en su alma. Hustvedt añadió que la obra de Auster "cruza fronteras porque aunque sus novelas y memorias están vestidas con la ropa de sus propios tiempos y lugares particulares, la mayoría de las veces situadas completamente en EE. UU., los esqueletos u armazones de sus historias abordan preguntas que van mucho más allá de cualquier aquí y ahora. ¿Qué significa estar vivo? ¿Cómo los seres humanos, fugaces, podemos encontrar una manera de avanzar cuando estamos atrapados por nuestras limitaciones perceptuales? ¿Qué es un acto moral? Y una y otra vez, ¿cómo las personas continuamos la vida después de la terrible pérdida de una persona querida?".
"diario de invierno"
Años antes, el autor escribió en "Diario de invierno": "Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro", porque el azar, producto de un recuerdo infantil donde el pequeño Paul está en un campamento y un rayo mata al niño que iba delante suyo en una fila, lo que marcará su obra. Junto a su mirada siempre masculina, siempre él y sin pudor de serlo. El siglo XX.
Agregó en su obituario que con el tratamiento del cáncer "Paul había tenido suficiente. Pero él nunca, ni por palabra ni por gesto, mostró un signo de autocompasión. Su coraje y humor estoico hasta el final de su vida son un ejemplo para mí. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que era improbable, y él sonrió". Siri es docente de psiquiatría en el Weill Cornell Medical College, en Nueva York.
"Mi marido no tenía un computador. Escribió a mano, y sus manuscritos fueron hechos en una máquina Olympia", destacó la autora de "El verano sin hombres", una suerte de reconocimiento a la vieja escuela, esa forma clásica que los narradores copiaron a los poetas al concebir los textos, trabajarlos en la memoria y luego al papel, mediante una especie de mecanismo, "un músculo" afirman algunos, que se activa entre la cabeza, los dedos, la piel y el corazón.
"En los últimos días de su vida, él estaba escribiendo cartas a nuestro nieto, Miles. Su pequeña escritura se tambaleó como resultado de un temblor causado por el tratamiento, pero rayó esas letras hasta que perdió toda fuerza. Nuestra asistente y querida amiga, Jen Dougherty, descifró los mensajes después de que yo los había fotografiado, y ella los transcribió para él: quería que fuera su último libro. En un suspiro de determinación, se las arregló para terminar una carta y completar su texto, pero el manuscrito no es largo. Con esa carta, su vida escrita terminó", manifestó Hustvedt.
"Es desconcertante mirar a mi alrededor y encontrar que innumerables personas que conocían a Paul, cada vez menos, a menudo menos, ahora están pontificando sobre el hombre que amé", sentenció la escritora: "No tengo control sobre eso".